Una mujer compra una casa el 9 de diciembre y un mes después se derrumba durante las reparaciones: los obreros salvaron su vida por poco

El muro central de carga se desplomó, arrastrando el resto de la vivienda, pero su dueña conserva la esperanza: “Todavía espero vivir allí algún día, pronto”

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Una casa derruida en Nepal
Una casa derruida en Nepal (REUTERS/Navesh Chitrakar)

Comprarse una casa es uno de los grandes hitos en la vida de las personas. Lo de dejar de depender de un alquiler, pagando mes a mes para tener un techo por encima, pero sin ninguna garantía de cara al futuro, es una de las mayores aspiraciones y motores para seguir resignándose a, cada mañana, volver a despegarse de las sábanas y lanzarse a ver lo que depara el día.

Lo cierto es que, teniendo en cuenta además el estado y la tendencia de los precios de la vivienda, suele pasar que la compra de una propiedad (al menos cuando el comprador es un ciudadano de a pie) deja especialmente vulnerable, económicamente hablando, a quien haya decidido realizar la inversión. Sin embargo, si se toma esa decisión suele significar que, tras ponerlo en una balanza, se ha concluido que se trata de un riesgo asumible, porque siempre quedará ahí esa propiedad, aunque falte todo lo demás.

Imagen de una casa derrumbada
Imagen de una casa derrumbada en Puerto Rico (REUTERS/Ricardo Ortiz)

Una casa con fecha de caducidad: se derrumbó al mes de comprarla

Un caso reciente ha demostrado que no siempre sale bien y que, en ocasiones, de la propiedad no queda nada. Hace poco más de un mes, una ciudadana francesa de 51 años, peluquera de L’Arbresle, una comuna de unos 6.000 habitantes del departamento del Ródano, a unos treinta kilómetros de Lyon, se compró una casa. Lo hizo el pasado 9 de diciembre, con la intención de someterla a una reforma en profundidad para mudarse durante el verano.

Menos de un mes después, este pasado 6 de enero, cuatro trabajadores, albañiles, se encontraban en el interior de la propiedad reemplazando el suelo cuando algo hizo saltar sus alarmas. Uno de los obreros, según el medio francés La Dépêche, vio algo que le hizo sentir que se avecinaba el peligro.

De acuerdo con las declaraciones del trabajador a Le Progrès, habría visto “la piedra que humeaba”, lo que le llevó a informar a sus compañeros, junto a quienes decidió, precavido, abandonar la propiedad. Poco después, el muro de carga central de la vivienda se desplomó, llevándose consigo toda la casa, aunque aún se mantienen en pie partes de algunas vigas y paredes.

A pesar de que la causa del colapso aún no ha sido determinada, el ayuntamiento local dictó una orden de peligro inminente sobre las ruinas de lo que habría sido el hogar de la peluquera francesa, que tendrá que ser demolido por completo. Así, la ciudadana de 51 años pasó de ser dueña de una vivienda a serlo de un montón de piedras y escombros, aunque sobre un terreno, que conserva su valor, por lo que, a pesar de todo, no piensa darse por vencida tan fácilmente, según declaró: “Todavía espero vivir allí algún día, pronto”, comunicó a Le Progrès.

Por suerte para ella, además, y según ha informado el medio Boursorama, el caso ha pasado a las manos de su aseguradora, aunque aún están por determinar las medidas que se tomarán al respecto. Solo cabe esperar que la propietaria no se vea desprotegida y que tenga toda la documentación necesaria para no verse abandonada.

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