Durante la dictadura franquista, se impuso la castellanización de la mayoría de los municipios de la comunidad catalana, con tal de ahuyentar cualquier resquicio de nacionalismo periférico que pudiese hacer temblar al régimen dictatorial. Pero, tras la muerte de Francisco Franco y los años de transición democrática, consumada con la Constitución Española de 1978, estos pueblos que vieron cómo su nombre se modificó al antojo del régimen franquista pudieron regresar a su topónimo catalán después de 36 años. Las localidades de Castillo de Aro (Castell d’Aro), Mora de Ebro (Móra d’Ebre), Mora la Nueva (Móra la Nova) o San Quirico Safaja (Sant Quirze Safaja) son algunos de los pueblos de Cataluña que recuperaron su denominación catalana. No es el caso de Cabacés.
Un referéndum sobre el nombre
Este municipio de tan solo 302 habitantes, según el último censo de población, es la excepción que confirma la regla. Cabacés pertenece a la provincia de Tarragona y está situado en la comarca del Priorato, en el límite con la Ribera de Ebro.
Tras la caída del franquismo, la mayoría de municipios catalanes afectados por esta política lingüística optaron por volver al topónimo original, al catalán. Todos menos Cabacés. Sus habitantes decidieron, por medio de una votación, conservar el nombre castellano y, así, “mantener la tradición”. A esta controvertida decisión se opuso el Institut d’Estudis Catalans (IEC) -en castellano, Instituto de Estudios Catalanes-, institución que promueve el uso del catalán, busca contrarrestar la influencia de la castellanización que persiste en el nombre oficial y, por tanto, pone el caso de Cabacés como un ejemplo de falta ortográfica.
Sin embargo, la Historia y la sociedad es cambiante, y lo que en el pasado determinaron los habitantes de Cabacés, parece que no refleja el sentimiento popular actual. A través de varias reivindicaciones y movimientos locales, se está tratando de recuperar el topónimo catalán -Cabassers- de forma definitiva y, por ende, alejarse de un pasado oscuro, como el franquismo.
Influencia arábiga en el topónimo
En el siglo XIII, la localidad catalana de Cabassers era conocida bajo el nombre de Abinkabaser, denominación que proviene del periodo de ocupación musulmana. La etimología de este nombre fusiona elementos tanto del árabe como del latín. El vocablo inicial, “Abin”, significa “hijo de” en árabe. Por su parte, “kabaser” parece ser una adaptación árabe de una raíz latina vinculada al término “cuco”.
Para quienes no sepan cuál es el significado de “cuco”, se trata de un término catalán que designa un cesto grande empleado tradicionalmente en el ámbito de la agricultura. Este utensilio, elaborado con esparto, cumplía la función de almacenar diversos cereales, tales como el trigo o la cebada. De acuerdo con la historia del lugar, esta conexión con la agricultura podría haber influido en la traducción fonética al árabe del nombre, que perduró hasta la recuperación del topónimo en catalán.
La comarca del Priorat es conocida no solo por sus paisajes y producción vinícola, sino también por la fuerte raíz agrícola que ha permeado la identidad de sus comunidades por mucho tiempo. Aquellos que se dedicaban a realizar tareas como la de tejer esparto dejaron su impronta en el territorio, del mismo modo que otras profesiones han marcado la toponimia en diferentes lugares.