Mauro Morandi, conocido como el “Robinson Crusoe” de Italia por haber vivido en soledad durante 32 años en la isla deshabitada de Budelli, en el norte de Cerdeña, falleció el pasado 3 de enero en su ciudad natal, Módena, a los 85 años. La causa de su muerte fue una hemorragia cerebral, conforme detalla Antonio Rinaldis, que colaboró con Morandi en la escritura de un libro sobre su vida en la isla.
A diferencia del personaje literario de Daniel Defoe, quien buscaba desesperadamente ser rescatado, Morandi eligió voluntariamente su aislamiento. En 1989, llegó a Budelli por casualidad y quedó cautivado por su belleza natural. Durante más de tres décadas, vivió en una cabaña abandonada de la Segunda Guerra Mundial, sin agua corriente ni electricidad, y se dedicó a proteger el frágil ecosistema de la isla. Sin embargo, en 2021, a los 82 años y tras una larga disputa con las autoridades, se vio obligado a abandonar el lugar que había sido su hogar.
La batalla por permanecer en Budelli
En 2016, la propiedad de Budelli pasó al estado italiano y se integró al Parque Nacional del Archipiélago de la Maddalena, lo que marcó el inicio de una disputa entre Morandi y las autoridades. Aunque el presidente del parque, Giuseppe Bonanno, reconoció su papel como protector de la isla, surgieron preocupaciones sobre su seguridad en caso de emergencias médicas y sobre las condiciones de su vivienda, que no cumplía con las normativas.
Morandi luchó durante cinco años para permanecer en Budelli. Sin embargo, en 2021, debilitado por problemas de salud, decidió abandonar la isla. “Me voy con la esperanza de que en el futuro, Budelli esté salvaguardada, como lo he estado haciendo durante 32 años”, escribió en redes sociales antes de mudarse a un pequeño apartamento en La Maddalena.
Una vida sencilla en un paraíso natural
Budelli, una de las islas que conforman el archipiélago de la Maddalena, es conocida por su playa de arena rosa, formada por fragmentos de coral y conchas, y sus aguas cristalinas. Con una extensión de menos de 2 kilómetros cuadrados, la isla no cuenta con servicios básicos y solo es accesible por barco. Morandi vivía de manera austera: cocinaba en una estufa de propano, leía vorazmente y utilizaba baterías de automóvil y paneles solares para cargar su teléfono y tableta.
Durante años, trabajó como guardián de la isla, contratado inicialmente por una empresa inmobiliaria suizo-italiana que era propietaria del terreno. Su principal tarea consistía en proteger el hábitat de los turistas, quienes solo podían recorrer ciertos senderos para preservar la arena rosada. Además, recogía basura, despejaba caminos y realizaba labores de mantenimiento. Aunque comenzó su vida en Budelli como un ermitaño, con el tiempo abrió las puertas a visitantes selectos para transmitirles la importancia de cuidar la naturaleza.
Reflexiones sobre la soledad y la humanidad
La vida de Morandi atrajo la atención de medios internacionales, especialmente durante la pandemia de coronavirus, cuando su experiencia en el aislamiento adquirió un nuevo significado. En una entrevista con CNN en 2020, dijo: “Leo mucho y pienso. Creo que muchas personas tienen miedo de leer porque si lo hacen, comenzarán a meditar y pensar en cosas, y eso puede ser peligroso”. Estas palabras reflejaban su visión crítica hacia una sociedad que consideraba consumista e individualista, especialmente en su relación con el medio ambiente.
Un legado de amor por la naturaleza
Durante su tiempo en Budelli, Morandi descubrió que la flora y fauna de la isla eran similares a las de las islas polinesias que alguna vez soñó visitar. Según una entrevista con el fotógrafo Claudio Muzzetto, llegó a creer que Budelli lo había “llamado” para protegerla. Su dedicación a la isla dejó una huella profunda en quienes lo conocieron, tanto en persona como a través de las redes sociales.
Tras su fallecimiento, una de sus seguidoras, Margherita Guerra, escribió: “Buen viaje. Finalmente, nadie podrá enviarte lejos de tu amada isla”. Con su partida, Morandi deja un legado de amor por la naturaleza y una vida marcada por la búsqueda de la simplicidad y la conexión con el entorno.