“Porque Dios quiso que toda forma de alegría existiera naturalmente en los hombres para que pudieran soportar las penas y los trabajos cuando llegaran; por eso, los hombres buscaron muchas maneras de alcanzar plenamente esta alegría. Por esta razón, encontraron e inventaron muchas formas de juegos y entretenimientos con los que alegrarse”. Esto lo escribió Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, confirmando algo que a lo largo de la historia han sabido desde Sócrates hasta, por poner un ejemplo, @gamer666. Y es que el juego ha formado parte de la humanidad desde la prehistoria: a través de él, los niños conocen el mundo y aprenden a relacionarse con él, mientras los adultos encuentran una vía de escape y alivio de las tensiones diarias.
El juego más antiguo que se conserva tiene más de 4.500 años. Fue encontrado en 1977 por un grupo de arqueólogos italianos en una tumba de Shahr-i Sokhta, una ciudad de la Edad de Bronce situada en el actual Irán. Se trataba de una tablilla compuesta por 20 casillas, unidas entre sí con líneas ondulantes como las que forman el número ocho. Los científicos lo llamaron, sin mucha originalidad, “el juego de los veinte cuadrados”. Sin embargo, no tenían ni idea de cómo había que jugarlo. Pero ahora, según informa ScienceAlert, el informático Sam Jelveh y el arqueólogo Hossein Moradi creen haber resuelto el misterio.
Los especialistas han trabajado para reconstruir el “manual de instrucciones” del juego. Analizaron pistas materiales, incluidas las similitudes con el llamado ‘juego real de Ur’, descubierto en Irak hace 4.600 años, y emplearon matemáticas y modelos de probabilidad para deducir las reglas. Según ellos, estas normas “intentan ser históricamente precisas y otorgan significado a cada elemento del tablero”. Y aunque es imposible confirmar al 100% que estas reglas coinciden exactamente con las originales, al menos han demostrado ser viables y ya están siendo probadas por jugadores contemporáneos.
Lanzar los dados y mover las fichas
Entonces, ¿cómo se juega? El método que han ‘descubierto’ los investigadores consiste en lanzar los dados —que sí existían en aquella época, pues los primeros objetos de este tipo proceden de hace 5.000 años en esas civilizaciones persas— y mover 27 fichas de diferentes formas más rápido que el adversario. El tablero tiene la forma de una serpiente que se muerde la cola, un diseño que refleja el papel simbólico de estos animales venenosos en la cultura de la época. Las 20 casillas del tablero se dividen entre áreas para colocar fichas, con un puente central hacia la “supervivencia” y el resto del recorrido.
A partir de ahí, cada jugador cuenta con diez fichas llamadas “corredores” para avanzar, y con piezas especiales: tres fichas “de la suerte”, que ofrecen ventajas, y cuatro “bloqueadoras” que ralentizan el juego del oponente. “Se han encontrado muchos juegos de este tipo en Oriente Próximo, especialmente en India y Turkmenistán”, explican los científicos. “En la antigüedad, estos juegos intelectuales eran populares en muchas culturas, en lugar de ser exclusivos de una sociedad concreta”. También se han documentado juegos similares en otras regiones y épocas, como en Egipto hace más de 1.500 años.
En definitiva, si estos científicos tienen razón, el juego más antiguo que se conserva es muy parecido al parchís.