En un año marcado por las elecciones europeas, un nuevo Gobierno y la vuelta de Trump a la Casa Blanca, la Unión Europea cerrará el año 2024 con varias tareas pendientes que deberán abordarse después del parón navideño.
Algunas prioridades serán más urgentes, como tratar de sostener los apoyos en la ayuda a Kiev o impulsar una Industria de Defensa. Otras irán, más bien, con pies de plomo, como una futura ampliación del bloque.
Con una guerra en sus puertas, para Bruselas ambas cuestiones están muy ligadas entre sí. Pol Bargués, investigador senior en el CIDOB, explica en una conversación con Infobae España que la narrativa prioritaria de la Unión Europea es “qué hacer con las relaciones con Rusia”, y precisamente el protagonismo del conflicto en el flanco este ha sido y será el pedal que acelere o frene el exigente proceso que conlleva nuevas incorporaciones.
El investigador explica que el caso de Ucrania en el final de la pasada legislatura es un ejemplo muy claro de un consenso que se tomó en tiempo récord. En apenas dos años, los Veintisiete no solo dieron luz verde para considerar a este país como candidato, sino que iniciaron las negociaciones formales, donde también suenan otros nombres como los Balcanes Occidentales, Moldavia o incluso Turquía. La ampliación de la Unión es “una inversión geoestratégica en paz, seguridad, estabilidad y prosperidad”, afirmó en un comunicado la Comisión Europea.
Si en materia migratoria son los países mediterráneos como Italia o España los que llevan la voz cantante, en la Defensa del bloque serán los países del este. Que el comisario de Defensa sea lituano (Andrius Kubilius) y la Alta Representante sea estonia (Kaja Kallas) no es casualidad, sino una declaración de intenciones por parte de Ursula von der Leyen.
En el sur existen preocupaciones que el este no ve
Pero precisamente este asunto puede convertirse en un arma de doble filo. Bargués explica que ahora “se habla de una ampliación geopolítica”, por lo que ya no es una cuestión de criterios técnicos que estos Estados deben cumplir, sino que se admite abiertamente que hay cuestiones geopolíticas que también se tendrán que asumir y gestionar. Desde el este, la prioridad es “frenar a toda costa a Rusia”, y este empecinamiento impide ver los “riesgos enormes” que conllevan estas incorporaciones.
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“La incorporación de Ucrania y de Georgia tiene muchas dificultades. Si Ucrania, por ejemplo, pierde territorio en un eventual proceso de paz, la pregunta clave es cómo va a gestionarse desde una Ucrania que en un futuro pueda ser parte de la Unión Europea, con una parte del territorio contestado y con una frontera muy grande con Rusia, que pueda ser desestabilizada y, por consiguiente, desestabilice a la Unión”, afirma Bargués.
Lo mismo ocurre en otros países con estatus de candidato como Georgia, a su juicio, “todavía más acentuado”. ”Georgia no tiene frontera directa con la Unión Europea. Tiene dos territorios como Abjasia y Osetia del Sur contestados, con la frontera con Rusia moviéndose cada semana. Es muy frágil”, advierte el especialista. “Estas preocupaciones son más fáciles de ver desde la distancia que desde el este, donde la prioridad es que Rusia no gane la guerra en Ucrania”.
Sin reformas internas no habrá cambios
Además de abordar cómo blindarse frente a Rusia, Bruselas asume que sin reformas internas no habrá grandes cambios, al menos, en el corto plazo. La pasada legislatura significó un examen exigente y constante a la Unión Europea, que tuvo que tomar decisiones en asuntos clave como la gestión de las vacunas durante la pandemia o el envío de armas a Kiev.
“El debate clave para muchos en Bruselas es hacer una reforma antes que la ampliación para evitar posibles bloqueos de estos países”, apunta Bargués, que pone especial énfasis en el sistema de unanimidad entre los Veintisiete para fijar la acción en el exterior del bloque comunitario, un talón de Aquiles que ya destapó las vergüenzas a la hora de posicionarse en el conflicto en Gaza o para reconocer formalmente un gobierno en Venezuela —sin olvidar que ahora puede hacer peligrar la ayuda en Ucrania—.
Otro caso que plantea el investigador, esta vez hipotético: imagina que Ucrania en un futuro es parte de la Unión Europea, y Bruselas quiere restablecer relaciones con una Rusia post Putin. Con este sistema, Ucrania podría bloquearlo. “El hecho de que un país pueda frenar toda una unión de muchísimos países, de muchísimas sensibilidades, es algo que entorpece la acción exterior y esto es algo que es prioritario, pero que cuesta mucho reformar”, lamenta.
La extrema derecha prorrusa rompe el consenso
Esta es una lección que ya aprendió la UE con las últimas ampliaciones, pues ahora hay países con gobiernos prorrusos o de extrema derecha que tienen otras prioridades y que rompen con el consenso.
Esto hace que naciones como España, que históricamente han estado a favor de la ampliación, sean ahora mucho más cautas a que esta ampliación pueda ser real en los próximos años. Son muchos asuntos sin resolver, algunos que parecen todavía remotos, los que llevan a Bargués a considerar que no veremos una UE con Ucrania, Albania o Turquía “en los próximos años”.