Tres años del final. El 13 de diciembre de 2024 se dio por concluida la erupción del Tajogaite, también conocido como el volcán de Cumbre Vieja. Hasta entonces, La Palma, “la isla bonita” tal y como la llaman los canarios, había sido un lugar que, si bien era conocido por muchos, no acaparaba la misma atención que las islas capitalinas. En cambio, desde el 19 de septiembre de 2021, y en los 85 días que siguieron, el mundo entero supo lo que estaba ocurriendo allí.
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Las imágenes hablan por sí solas... y también los datos: más de 1.000 hectáreas quemadas, un paisaje cambiado, zonas de exclusión y daños materiales valorados en más de 500 millones de euros. Entre estos, las casas de muchas familias, de las cuales unas 85 siguen viviendo en contenedores debido a que su vivienda no se ha podido recuperar o reconstruir.
Un sueño cumplido hasta que despertó el volcán
La casa de Vicente Leal también fue afectada por la erupción. Ubicada en un terreno que había heredado de su padre, le había dedicado todo su tiempo -y todos sus ahorros- para construir un sueño. “Poco a poco, como una hormiga”, se describe. “Soy un trabajador normal con un sueldo normal, que te sobraban 500 pesetas, que te sobraban 10.000 o 20.000, pues lo empleaba allí. Hoy compro las piedras, mañana compro los bloques, ahora compro cemento para encalar, y mañana...”.
Desde hacía más de treinta años, había dado todo lo que tenía para construir allí una villa turística, es decir, un establecimiento con zonas verdes de uso privado para que los visitantes de la isla pudieran disfrutar de un lugar privilegiado en mitad del bosque con vistas al mar. Más de 30 años de trabajo que estaban a punto de dar sus frutos. Solo faltaba la última firma “pero, desgraciadamente, vino el volcán”.
“Tuve que hacerlo: jugármela”, responde cuando se le pregunta por esos primeros días. La colada de lava, poco a poco, se acercaba a su casa, mientras los piroclastos caían del cielo y la ceniza se cernía como un manto sobre ella, ocultándola cada vez más. “Son muchísimos años de trabajo, de fe, de muchísimo orden y esfuerzo”.
Jugarse la vida por el trabajo de toda una vida
Pronto se dio cuenta de que todo eso estaba a punto de ser sepultado. Se trataba de la zona de exclusión: ni bomberos, ni policía, “ahí no entraba nadie”. Cuando vio que no había más remedio, se coló en la zona de exclusión y comenzó, con una pala, a despejar la zona de la chimenea, con el fin de no perder su casa de vista para luego poder desenterrarla. “El volcán es la única catástrofe que no deja rastro, lo pierdes todo”. Solo años después ha habido herramientas disponibles para que la gente pueda localizar aquellas viviendas que quedaron enterradas.
“Ahí existe el miedo”, recuerda de cuando se introdujo para salvar su finca. “Hubo días que estaba bajo los piroclastos y días en los que no pude estar ni con la cabeza baja limpiando porque cada cinco segundos tenías que estar mirando por las piedras que rodaban”. Las rocas ardientes caían de la cumbre y el daño, de haberle alcanzado alguna, podría haber sido terrible. “Pero la conciencia me decía que era lo que tenía que hacer: no podía tirar por la borda el esfuerzo de tantos años... y me la jugué, sinceramente me la jugué”.
Así fueron pasando los días, hasta que finalmente el volcán volvió a dormirse. La zona seguía en exclusión -lo estuvo hasta julio de este mismo año-, pero con sus hijos y unos cuantos amigos, se adentraron de nuevo para seguir intentando salvar aquella casa. Unas 15 veces, en total, “para intentar ir limpiando lo que era el techo de la casa para que no se desplomara por el peso”.
Sin ayudas, hasta que alguien vio su vídeo
Gracias a todo ese trabajo, la casa logró sobrevivir, si bien los daños que había recibido eran muy grandes. “Está viva, pero está a 30 metros de la colada, semisepultada, los servicios están todos rotos, igual que los saneamientos que no tiene, las comunicaciones rotas, las paredes rotas”. Sin embargo, al no quedar enterrada del todo, se quedó fuera de las ayudas que sí obtuvieron las viviendas completamente sepultadas.
Y no solo eso. Toda la atención que La Palma despertado, todo el apoyo recibido, poco a poco se fue evaporando. “Sabíamos que cuando se acabaran los fuegos artificiales, se acababa el carnaval”. Las ayudas económicas han llegado años después, y la reparación de todos los daños está llevando mucho tiempo. “No he hecho un cálculo exacto, pero se necesita mucho dinero para dejar la finca como estaba”.
Tres años después, en cambio, parece que hay una razón para ser optimistas. Una razón con nombre propio: Macaronesian Stories. Esta iniciativa, impulsada por la marca de ginebra canaria Macaronesian Gin, nació después de que Vicente subiera un vídeo a YouTube pidiendo ayuda para poder recuperar su casa. “Escuchamos el mensaje y supimos que debíamos responder a esa llamada para lograr que esta historia tuviera un final feliz”, afirman en una nota de prensa.
Se pusieron en contacto con él y, juntos, decidieron elaborar un vídeo llamado El sueño que venció a un volcán, que se ha dado a conocer este mismo viernes, cuando se cumplen tres años del final de la erupción, “con el fin de dar a conocer esta historia y recaudar fondos para ayudar a Vicente a reconstruir su casa”. Con todo, el proyecto no se quedará ahí. “Vicente Leal pone su historia”, comenta el propio Vicente, “y digamos que es un poco la cabeza visible, pero este proyecto es para todos los damnificados que tienen esas viviendas deterioradas”.
Por un futuro mejor
Después de tres años, Vicente afronta lo que comenzará este viernes “con ilusión”. “Es un sueño de mi niñez. Nunca he perdido el objetivo que he tenido siempre”, explica. “Yo voy a seguir con el sueño. Si antes fue tener la casa como la tuve, ahora que está semidestruida el sueño es volverla a recuperar”.
Queda mirar hacia el futuro. Velar no solo por restablecer todo lo que se perdió, sino por aprender de lo que ocurrió y de lo que se pudo hacer mejor. “En aquel momento, se hizo lo que buenamente se pudo, claro que se podría haber hecho mucho más”, reflexiona Vicente. “Los damnificados, en este caso la gente que está detrás de todo esto, es lo que echo en falta. El plan de evacuación no se hizo, quizás, en tiempo y forma”.
En la misma línea, Vicente ha encabezado, junto con otros residentes de la isla, una Iniciativa Legislativa Popular para promulgar una Ley de Volcanes, después de conseguir más de 19.000 firmas para que se admitiera a trámite. “Todos los partidos se volcaron unánimes a su aprobación”, celebra, “yo espero que, afortunadamente, en muy pocos meses tengamos una ley de volcanes en Canarias”. Una ley que serviría, según la iniciativa presentada, para “establecer las medidas precisas para la reconstrucción y recuperación social, económica y ambiental del espacio afectado”.