Así se la han ingeniado científicos españoles para eclipsar el Sol 50 veces al año: “Nunca antes se había hecho”

La misión Proba-3 intentará demostrar que los vuelos espaciales en formación son posibles a la vez que estudiará la corona solar gracias a eclipses artificiales. El lanzamiento está programado para el 4 de diciembre desde India

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Así se la han ingeniado científicos españoles para eclipsar el Sol 50 veces al año: “Nunca antes se había hecho”.

Los eclipses solares, especialmente aquellos en los que el Sol queda cubierto en su totalidad, son “una oportunidad extraordinaria” para estudiar la capa más externa del astro rey, denominada corona solar. Lamentablemente, estos fenómenos, tal como explica la jefa del proyecto Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea (ESA), Anik de Groot, son extremadamente raros, pueden observarse en determinadas regiones del mundo y duran tan sólo unos pocos minutos. “Son el resultado de una notable coincidencia porque la Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero también está 400 veces más cerca de la Tierra, de forma que puede bloquear la luz de una manera casi perfecta”, ha explicado la científica.

Por esta razón, los dos satélites que componen la misión Proba-3 de la ESA, que serán lanzados al espacio el próximo 4 de diciembre, supondrán una oportunidad única para el estudio de la estrella de nuestro sistema solar. Una vez en órbita, Estos sistemas serán capaces de generar 50 eclipses artificiales al año con una duración de seis horas, lo que se traducirá en 1.000 horas de eclipse a lo largo de los dos años de vida útil de la misión.

Para lograr ocultar el Sol, el par de satélites deberán volar en formación y perfecta sincronización, como si se tratase de una única aeronave, algo que nunca se ha logrado hasta el momento. De esta manera, de tener éxito, la misión demostrará que el vuelo en formación es posible, un hito histórico en la exploración espacial. En este sentido, para que Proba-3 lleve a cabo su cometido ha sido necesario, según ha señalado la ingeniera de la ESA Esther Bastida Pertegaz, diseñar y desarrollar numerosos instrumentos y tecnología “desde cero”, lo que “ha llevado muchos años”.

“Además, este proyecto ha incluido también a muchas empresas que no habían participado antes en un proyecto de la ESA. Esto es algo muy positivo que tiene el proyecto, pero también implica que tanto las compañías como la agencia estamos haciendo algo que no habíamos hecho nunca antes”, ha detallado Bastida.

Misión Proba-3 (ESA/P. Carril)
Misión Proba-3 (ESA/P. Carril)

Eclipsar el Sol a 60.000 km de la Tierra

Los dos satélites, denominados Coronagraph y Occulter, volarán en una órbita elíptica a una distancia de hasta 60.000 kilómetros de la Tierra y estarán alineados de manera autónoma a una distancia de 150 metros entre sí, con precisión milimétrica. En este sentido, la mayor dificultad técnica del proyecto radica en la autonomía del par de sistemas: cada uno actuará de manera independiente, calculando su posición y trayectoria con respecto a su homólogo, sin el apoyo de un operador humano.

Cada uno de los satélites tiene un propósito determinado. El Coronagraph alojará el coronógrafo de la misión, instrumento que apuntará directamente al Sol, mientras que el Occulter eclipsará a la estrella interponiéndose entre ella y la primera nave. Para ello, utilizará un disco de unos 140 centímetros de diámetro y varios equipos, tanto ópticos como láser, que permitirán calcular la posición y actitud relativa entre los dos satélites y posicionar ambos con una exactitud extrema.

Así, la sincronía entre ambas aeronaves creará un eclipse artificial de una manera jamás conseguida: el Coronagraph en el espacio podrá obtener imágenes del Sol que no estarán afectadas por las perturbaciones de la atmósfera terrestre. Por su parte, el Occulter, a cientos de metros del punto focal del instrumento óptico, reducirá notablemente los efectos de interferencia de la luz solar.

Satélites de la misión Proba-3
Satélites de la misión Proba-3 (ESA)

De este modo, Proba-3 demostraría que las futuras misiones podrían desarrollarse a mayor escala y con menor coste, empleando múltiples módulos pequeños que se comporten en vuelo como un único satélite de gran tamaño. Una vez fuera de servicio, se calcula que, tras cinco años, los sistemas serán completamente destruidos cuando reingresen de forma natural a la atmósfera terrestre, evitando así generar residuos en el espacio.

Participación de la industria española

La empresa Sener, cuyas instalaciones se encuentran en la localidad de Tres Cantos (Madrid), ha sido el contratista principal de Proba-3 y responsable de liderar el amplio consorcio de 29 empresas, de 17 países distintos, que han estado involucradas en el desarrollo de la misión, en el que la industria española ha tenido un papel destacado. En este sentido, la filial española de Airbus ha estado a cargo del desarrollo e integración de las plataformas de ambos satélites, incluyendo su diseño, fabricación y verificación de la arquitectura mecánica, térmica y de propulsión, así como proporcionar sus arneses, los mecanismos de despliegue de paneles solares y la banda de separación.

De igual manera, GMV se ha ocupado del Subsistema de Vuelo en Formación (FFS), uno de los componentes más complejos y críticos de toda la misión: mantiene la precisión y estabilidad necesarias entre los dos satélites, permitiéndoles funcionar como una estructura rígida virtual. Esta compañía también gestiona los sistemas de monitorización y control de vuelo en las infraestructuras terrestres, que determinan la órbita, la predicción de eventos y el cálculo de maniobras, asegurando que los satélites mantengan su formación durante toda la misión.

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