El momento en el que Richard Gere encontró en el budismo una guía para su vida

El actor reveló cómo equilibraba su creencia espiritual con su ajetreada vida en Hollywood

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Richard Gere recordó la importante lección que aprendió del budismo. (REUTERS/Mario Anzuoni)

Richard Gere no siempre fue el galán de Hollywood que el mundo recuerda en importantes películas como Pretty Woman. Antes de su éxito en el cine, fue un niño criado en Filadelfia, hijo de George Gere, un agente de seguros con vocación frustrada de pastor metodista, y de Doris Ann, una ama de casa.

Desde joven, el artista mostró interés por el teatro y la gimnasia, pero fue la Filosofía —que estudió en la Universidad de Massachusetts Amherst— lo que inicialmente intentó darle sentido a su mundo interior.

Pero la teoría no le bastó, pues en una entrevista reveló que al terminar sus estudios, una crisis existencial lo empujó a buscar respuestas más allá del pensamiento occidental. En una biblioteca, encontró un tratado de budismo que lo marcó para siempre.

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Richard Gere confesó que el budismo llegó a su vida cuando encontró un libro sobre el tema. (REUTERS/Jon Nazca)

De acuerdo con Richard Gere, en aquella época tenía 22 años y descubrió un principio que desde entonces lo guía: todo es efímero.

“Un día eres rico, famoso y al siguiente no. Pero la amabilidad básica es algo que todos entienden, incluso los niños o los animales. Sonreír, reconocer al otro… cambia las cosas”, reflexionó.

El famoso aseguró que esa claridad llegó antes de que se convirtiera en estrella. Tres años después comenzó en el cine; ocho años más tarde, conquistó la pantalla como el seductor American Gigolo (1980).

Le siguieron películas como Cotton Club, Mr. Jones, El primer caballero o el musical Chicago, que él mismo recuerda como su experiencia más divertida en un set.

Richard Gere aseguró que "Chicago"
Richard Gere aseguró que "Chicago" fue la película más divertida de grabar. (Snap Stills/Shutterstock)

“Lo he pasado bien en muchas otras ocasiones, pero esa fue la más divertida. Ha habido muy pocas películas que no me gustara hacer, o donde lo pasara mal. He tenido mucha suerte: he trabajado con actores fantásticos, con buenos guiones, con personas y situaciones óptimas. Eso sí, nunca he dado nada por hecho”, expresó.

Sin embargo, ni el reconocimiento ni el éxito alteraron su centro de gravedad. Durante décadas ha sido alumno cercano del Dalái Lama y activista comprometido con los derechos humanos en el Tíbet.

“¿Preferiría caminar solo por el bosque? Sí. Pero como dice Su Santidad, su trabajo es ser el Dalái Lama, y el mío es ser actor. Ese es el vehículo que tengo para comunicar su mensaje”, indicó.

Richard Gere no ve contradicción entre ser una figura pública y seguir una filosofía anti-egocéntrica: “Yo soy aparente. Él es real. Todos jugamos a ser lo que somos. Lo importante es elegir jugar para bien”, puntualizó.

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Richard Gere confesó que la fama no lo volvió egocéntrico. (REUTERS/Mario Anzuoni)

A lo largo de su carrera, ha incursionado también como productor en proyectos como Sommersby, Siempre a tu lado, Hachiko o Una vida en secreto (2024), junto a Diane Kruger. Aunque reconoce que dirigir sería demasiado absorbente para su naturaleza inquieta, sí cree profundamente en el cine como una experiencia colaborativa. “Los mejores directores no imponen: escuchan”, afirma.

Con mirada crítica, tampoco evita opinar sobre el mundo que lo rodea. Firme opositor de Donald Trump, lamenta la deriva política de su país.

“Lo que me horroriza es el silencio de los republicanos. Hasta han detenido los programas de comida en las escuelas. Eso era bueno para todos”, expresó.

Asimismo, Richard Gere confesó que todavía tiene fresco el recuerdo de su primera experiencia con la actuación y pese a que no fue en un set de Hollywood, lo atesora.

Richard Gere aseguró que todavía
Richard Gere aseguró que todavía recuerda su primer acercamiento con la actuación. (REUTERS/Clodagh Kilcoyne)

Tenía siete años. Era Navidad y me tocó ser Santa Claus en la función de la escuela. Mi madre me hizo el disfraz, con algodón en la barba. Ese es mi primer recuerdo actuando”, relató.

Hoy, más sabio que entonces, pero no necesariamente más feliz, Richard Gere sigue apostando por la amabilidad y la conciencia. Porque, como aprendió a los 22 años, la fama no es eterna.