Liam Neeson es una de las figuras más respetadas del cine contemporáneo, con una filmografía que abarca desde grandes producciones de aventuras hasta dramas históricos. Pero entre sus múltiples papeles, hay uno que el actor irlandés recuerda no con orgullo, sino con incomodidad: su participación como el coronel John “Hannibal” Smith en la adaptación cinematográfica de Brigada A - Los magníficos, estrenada en 2010.
La experiencia de Neeson en esa producción estuvo marcada por las críticas que recibió la película, y por un desencuentro creativo que puso a prueba su determinación, su salud y su capacidad para sostener sus principios en un entorno profesional exigente.
Una carrera de personajes emblemáticos
A lo largo de las décadas, Neeson interpretó figuras profundamente arraigadas en la cultura popular. Su voz dio vida a Aslan, el león de Las Crónicas de Narnia, dotando de solemnidad a un personaje simbólicamente mesiánico. En el universo de Star Wars, encarnó a Qui-Gon Jinn, maestro del joven Obi-Wan Kenobi. También fue Jean Valjean en Los Miserables (1998) y el misterioso Ra’s al Ghul en Batman inicia, la primera entrega de la trilogía de Christopher Nolan.
Entre esos nombres se encuentra también John “Hannibal” Smith, el estratega del grupo de mercenarios que protagoniza Brigada A - Los magníficos, versión moderna de la serie televisiva de los años 80. Pero a diferencia de sus otras actuaciones, esta no resistió la prueba del tiempo.
Una adaptación criticada desde su estreno

La película, dirigida por Joe Carnahan, actualizaba el conflicto bélico de fondo: los veteranos ya no provenían de Vietnam, como en la serie original, sino de la guerra de Irak. Este cambio, acompañado de una estética más violenta y una narrativa cargada de acción adulta, supuso un giro radical respecto al tono liviano del programa televisivo.
“Lejos de entusiasmar al público, el filme generó críticas tanto entre los seguidores como en la prensa especializada”. Incluso antiguos miembros del reparto original expresaron su desacuerdo con el enfoque adoptado. Con el tiempo, la cinta quedó relegada entre los títulos menos recordados de la carrera de Neeson.
El conflicto con los puros: salud versus autenticidad
El verdadero conflicto para el actor surgió fuera de cámara. En la serie original, Hannibal era conocido por aparecer siempre con un puro en la boca, lo que se convirtió en un sello distintivo del personaje. Neeson, consciente de esta tradición, intentó rendirle homenaje con una propuesta que equilibrara fidelidad y bienestar personal.
“Soy adicto a la nicotina y había dejado de fumar cigarrillos”, confesó el actor en una entrevista con la revista Cigar Aficionado. Para evitar una recaída, pidió al departamento de utilería que confeccionara puros falsos de diversos tamaños. Su plan era simplemente sostenerlos en escena y, ante cualquier ofrecimiento de fuego, responder: “Gracias, estoy intentando dejarlo”.
Sin embargo, el director Joe Carnahan no aceptó esa solución. “Insistió en que los puros fueran auténticos, cubanos, y que yo los fumara”, relató Neeson. La exigencia del director se impuso, y el actor se vio obligado a fumar en pantalla, contrariando su compromiso personal de mantenerse alejado del tabaco.
El apoyo de Bradley Cooper en el set

En medio de esa tensión, Neeson encontró respaldo en su colega Bradley Cooper, quien interpretaba a Templeton “Faceman” Peck. Cooper, fumador de puros por gusto, decidió postergar sus propias sesiones hasta que las cámaras dejaran de grabar. Así, evitaba fumar frente a Neeson y contribuía discretamente a proteger su abstinencia.
Ese gesto de compañerismo fue significativo, sobre todo en un ambiente donde las presiones profesionales pueden fácilmente eclipsar las necesidades personales.
La sombra de George Peppard
La decisión de Neeson de evitar fumar tiene también un antecedente ominoso: George Peppard, quien interpretó a Hannibal en la serie de los años ochenta, fue un fumador empedernido. Según se cuenta, consumía hasta tres paquetes de cigarrillos por día y no dejó el hábito hasta ser diagnosticado con cáncer de pulmón en 1992, año en el que le extirparon parte del órgano. Peppard murió en 1994, apenas dos años después.
“La presión de revivir una imagen icónica, con su correspondiente cigarro en mano, estuvo a punto de poner en riesgo un largo proceso de recuperación personal”.
Un tono que rompió con la esencia original

Además de los conflictos internos, Brigada A - Los magníficos de 2010 generó rechazo por el tono que adoptó. Si bien fue clasificada como PG-13 en Estados Unidos, su estilo resultó considerablemente más adulto, violento y oscuro. Muy diferente al espíritu casi lúdico del material original, que incluso en sus escenas de acción conservaba una narrativa apta para todo público.
Neeson, retrospectivamente, ve ese desajuste como uno de los factores que contribuyeron al fracaso comercial y crítico del filme. La cinta fue concebida como un homenaje moderno, pero acabó alienando tanto a los nuevos espectadores como a los seguidores nostálgicos de la serie.
Una lección de integridad artística
A pesar de las dificultades, Neeson rescata una enseñanza: la importancia de sostener los principios personales, incluso frente a presiones creativas. Aunque no logró imponer su decisión en aquella ocasión, la experiencia reforzó su convicción sobre la necesidad de marcar límites, especialmente cuando se trata de temas tan delicados como la salud.
Curiosamente, la relación profesional con Carnahan no se vio afectada en el largo plazo. Ambos volverían a colaborar dos años más tarde en Un día para sobrevivir, una película que, a diferencia de Brigada A - Los magníficos, recibió elogios por su tono introspectivo y su intensidad dramática.

En la trayectoria de un actor como Liam Neeson, plagada de títulos emblemáticos y personajes inolvidables, Brigada A - Los magníficos representa un episodio menor, pero revelador. No por su impacto cinematográfico, sino por lo que dejó fuera de escena: una historia sobre adicciones superadas, tensiones creativas y el esfuerzo silencioso por mantener la coherencia personal en medio del ruido de Hollywood.
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