
El 2 de mayo de 1999, Oliver Reed, reconocido actor británico, falleció a los 61 años tras sufrir un ataque cardíaco en un pub de Malta. Según informó el medio Irish Independent, el actor había pasado sus últimas horas participando en un concurso de bebidas con un grupo de marineros de la Marina Real. Este desenlace, aunque impactante, no sorprendió a quienes conocían su vida marcada por el alcoholismo y los excesos. Reed se encontraba en Malta rodando la película Gladiator, dirigida por Ridley Scott, en la que interpretaba a Proximo, un entrenador de gladiadores. Su muerte dejó un vacío en el elenco y obligó a los productores a recurrir a tecnología CGI para completar sus escenas restantes.
De acuerdo con El País, Reed acumuló una cuenta de 435 dólares en el pub tras consumir ocho pintas de cerveza, 12 tragos de ron y media botella de whisky. Poco después, se desplomó y fue declarado muerto mientras era trasladado al hospital. Este episodio fue el último de una vida llena de controversias, marcada tanto por su talento actoral como por su comportamiento errático fuera de los sets de filmación.
Los inicios de Oliver Reed: una vida moldeada por el cine y el alcohol

Nacido el 13 de febrero de 1938 (hace 87 años) en Londres, Robert Oliver Reed creció en una familia con una fuerte conexión con el mundo del espectáculo. Su tío, Sir Carol Reed, era un destacado director de cine, mientras que su abuelo, Sir Herbert Beerbohm Tree, fue un reconocido actor. Según detalló Irish Independent, Reed comenzó su carrera como extra en películas en 1955, cuando aún era un adolescente.
Su infancia estuvo marcada por la inestabilidad familiar. Tras el divorcio de sus padres, Reed vivió con su madre, quien tuvo múltiples parejas. En una entrevista citada por Irish Independent, el actor recordó cómo, siendo un niño de cuatro años, observaba a los amantes de su madre tambalearse en su casa después de noches de copas. En ocasiones, incluso le permitían quedarse despierto hasta tarde para servirles bebidas. Este temprano contacto con el alcohol dejó una huella profunda en su vida.
A pesar de sus problemas personales, Reed logró destacarse en el mundo del cine. En 1959, obtuvo su primer papel importante en la serie de la BBC The Golden Spur, y dos años después protagonizó La maldición del hombre lobo. Su interpretación de Bill Sikes en Oliver! (1968), dirigida por su tío, le valió elogios de la crítica y consolidó su reputación como actor.
Un talento opacado por los excesos
A medida que su carrera avanzaba, la vida personal de Oliver Reed comenzó a ser tan comentada como su trabajo en pantalla. Según El País, su amigo cercano, el director Michael Winner, describió al actor como un hombre amable y educado, pero que se transformaba completamente bajo los efectos del alcohol.
En 1964, Reed sufrió un ataque en un club nocturno de Leicester, donde fue agredido con botellas de vidrio rotas. Este incidente le dejó una cicatriz en la mejilla que, según temía, podía afectar su carrera. Sin embargo, su talento prevaleció y continuó trabajando en producciones importantes.
El actor también era conocido por sus extravagantes historias relacionadas con el alcohol. Según rumores recogidos por El País, en una ocasión él y un grupo de amigos consumieron cantidades descomunales de alcohol en una sola noche, aunque Reed posteriormente desmintió la veracidad de estas afirmaciones. A pesar de ello, su reputación como bebedor empedernido era innegable.
En 1986, un incidente particularmente polémico ocurrió durante el rodaje de Náufrago en las Seychelles. Según el medio Irish Independent, Reed, en estado de ebriedad, colgó a su doble, Reg Prince, de un balcón, lo que resultó en una caída de 3,6 metros y una fractura de columna para Prince. Aunque este último intentó demandar al actor, la denuncia no prosperó.
Reed también protagonizó momentos controvertidos en programas de televisión. Durante una aparición en The Tonight Show con Johnny Carson en 1975, sus comentarios sobre la liberación femenina provocaron que la actriz Shelley Winters le arrojara un vaso de whisky en la cabeza.
La dualidad de Oliver Reed: entre el alboroto y la introspección

A pesar de su imagen pública como un hombre problemático, quienes lo conocieron de cerca describen una faceta diferente. Según declaraciones de su hijo, Mark Reed, recogidas por Irish Independent, el actor era en realidad una persona educada, inteligente y tímida. Sin embargo, su comportamiento provocador y sus excesos terminaron definiendo su imagen.
Algunos especulan que Reed adoptó deliberadamente esta personalidad para satisfacer las expectativas del público. Aunque nunca se confirmó, se cree que en ocasiones fingía estar más borracho de lo que realmente estaba durante sus apariciones en televisión.
El final de una vida marcada por el alcohol
Cuando Oliver Reed se unió al elenco de Gladiator en 1999, ya había enfrentado las consecuencias de su alcoholismo en su carrera. Según El País, durante el rodaje de Cutthroat Island en 1995, el actor fue despedido tras presentarse ebrio y comportarse de manera inapropiada con la actriz Geena Davis. Por esta razón, Ridley Scott le exigió que se mantuviera sobrio durante la producción de Gladiator.
Aunque Reed aceptó inicialmente, no pudo resistir la tentación. Durante un descanso en el rodaje, visitó un pub en La Valeta, Malta, donde se encontró con un grupo de marineros. Según Irish Independent, el actor participó en un concurso de bebida que terminó siéndole fatal.
En una entrevista citada en la biografía Hellraisers: The Life and Inebriated Times of Richard Burton, Richard Harris, Peter O’Toole, and Oliver Reed, el actor afirmó: “No tengo un problema con la bebida. Pero si ese fuera el caso y los médicos me dijeran que tengo que parar, me gusta pensar que sería lo suficientemente valiente como para beber hasta la tumba”.
La muerte de Oliver Reed no solo marcó el final de una carrera de 44 años, sino que también dejó un vacío en la comunidad cinematográfica británica. Sigue siendo recordado tanto por su talento como por su vida llena de controversias.
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