En 1989, una idea aparentemente absurda revolucionó la televisión estadounidense: un programa “sobre nada”. Jerry Seinfeld, un comediante neoyorquino con un humor mordaz, y Larry David, un escritor conocido por su visión excéntrica, se embarcaron en lo que parecía una apuesta improbable.
Así nació Seinfeld, una comedia que no giraba en torno a grandes conflictos ni momentos épicos, sino a las banalidades de la vida cotidiana: conversaciones en una cafetería o el caos de un estacionamiento. Contra todo pronóstico, esta exploración de lo mundano se convirtió en un fenómeno cultural y catapultó a su protagonista, Jerry Seinfeld, al estrellato.
Su salario en la primera temporada era de unos 20.000 dólares por episodio, según Celebrity Net Worth. Pero todo cambiaría pronto. Para las temporadas siete y ocho, ya había perfeccionado sus habilidades de negociación y alcanzó los 500.000 dólares por episodio. Luego, en la novena y última temporada, rompió récords al cobrar 1 millón de dólares por capítulo, convirtiéndose en el actor mejor pago de la televisión en ese momento.
Sin embargo, cuando NBC le ofreció la astronómica suma de 5 millones por episodio para continuar con una décima temporada, Jerry se mantuvo firme en su decisión de dejar el programa en su punto más alto. Su elección, como luego diría en una entrevista selló el legado de la sitcom y lo posicionó como un estratega financiero fuera de serie.
Años después, la fortuna de Jerry siguió creciendo. En 2017, Netflix pagó 20 millones por su especial “23 Hours to Kill”, seguido de un contrato de 100 millones que incluía derechos de transmisión y nuevos proyectos. Además, su show Comedians in Cars Getting Coffee le reportó cerca de 500.000 dólares por episodio.
Pero no todo el elenco compartió esta suma. Julia Louis-Dreyfus, Jason Alexander y Michael Richards quedaron rezagados en las negociaciones más cruciales. A pesar de haber ganado hasta 600.000 dólares por episodio en la última temporada, una cifra impresionante para la época, los tres coprotagonistas no lograron asegurar participación en las ganancias de sindicación del programa, como sí hizo el protagonista.
Jason Alexander resumió a Entertainment Weekly el golpe financiero con una amarga declaración en 2004. “Pedimos algo que, hasta el día en que muera, diré que debimos haber tenido: una participación en las ganancias del programa. Nos lo negaron categóricamente, lo que nos obligó a pedir salarios exorbitantes”, dijo.
El contraste con el elenco de Friends es evidente. Mientras los seis amigos lograron un acuerdo por el 2% de las regalías anuales, el equipo de Seinfeld quedó afuera de una fuente de ingresos multimillonaria.
La vida de los protagonistas después del show
Después del final de Seinfeld, los caminos de los protagonistas tomaron rumbos muy distintos. Jerry Seinfeld, el hombre detrás del fenómeno, ha llevado una vida marcada por su filosofía personal y su enfoque único hacia el éxito. Desde su matrimonio con Jessica Sklar en 1999, Seinfeld ha mantenido un perfil relativamente bajo en su vida privada, enfocándose en su familia y su pasión por los autos clásicos. Su colección de automóviles, valuada en 100 millones de dólares, es una de las más prestigiosas del mundo, un reflejo de su estilo meticuloso y su obsesión por los detalles.
Pero lo que más ha definido a Seinfeld en los últimos años es su creencia en la meditación trascendental, una práctica que describe como su “cura universal”. En una entrevista de 2021, dijo: “La meditación puede resolver cualquier cosa en la vida de cualquiera, no importa lo que hagas”.
Julia Louis-Dreyfus brilló en Hollywood con roles destacados en películas y series, como Veep, que le valió varios premios Emmy. En un giro personal conmovedor, en 2017 reveló que padecía cáncer de mama, pero enfrentó el diagnóstico con fuerza: “Una de cada ocho mujeres padece cáncer de mama. Hoy, soy esa ‘una’”, publicó en X antes Twitter, recibiendo el apoyo de miles, incluido Jason Alexander.
Michael Richards, en cambio, vio su carrera colapsar después de un incidente en 2006. Durante un monólogo en un bar, reaccionó con insultos racistas ante críticas del público. La controversia fue devastadora. Aunque Jerry Seinfeld lo apoyó públicamente en su disculpa televisada, Richards nunca recuperó el favor del público.
Entre tanto, Jason Alexander continuó trabajando incansablemente en cine y televisión, acumulando más de 50 apariciones en series como Young Sheldon y The Marvelous Mrs. Maisel. También se destacó como director y activista político, involucrándose en causas como el matrimonio igualitario y campañas demócratas.
La última vez que más de 50 millones de estadounidenses se reunieron frente al televisor para despedir Seinfeld, el 14 de mayo de 1998, la sitcom ya había asegurado su lugar en la historia. Ese episodio final, el número 180, se convirtió en uno de los finales de temporada más vistos de todos los tiempos.
Durante sus nueve temporadas, la serie alcanzó un promedio de 30 millones de espectadores por episodio en su apogeo, consolidándose como una de las producciones más vistas y queridas de la televisión.