Horacio Ferreyra: “Hemos resuelto que los docentes de 1° y 2° grado sean los que tienen mayor experticia en los procesos de alfabetización”

La provincia de Córdoba comenzó el ciclo lectivo 2025 con la puesta en marcha de TransFORMAR@Cba, un programa que busca transformar el sistema educativo. La iniciativa impulsa metodologías activas que pongan al estudiante en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, que promueva la interdisciplinariedad, los proyectos colaborativos y las nuevas formas de trabajo en el aula, donde se priorice la integración de saberes para abordar problemas reales.

Este programa tomó forma como una apuesta del Ministerio de Educación de la provincia, que convocó a una consulta masiva en la que participaron más de 100.000 ciudadanos y 4.300 instituciones, y pone el foco en reforzar lengua, matemáticas y ciudadanía digital y global. Con una inversión inicial de 30.000 millones de pesos destinados a infraestructura, conectividad y capacitación docente, los resultados de TransFORMAR@Cba será monitoreados a través de evaluaciones estandarizadas como las Prisma y los dispositivos Aprender.

Uno de los cambios centrales que promueve esta transformación educativa se da en el nivel secundario. Los estudiantes, además del título de bachiller, recibirán la certificación de una formación profesional con el objetivo de fortalecer los vínculos con el mundo del trabajo y la educación superior. En esta línea, se potenciarán las prácticas profesionalizantes y la articulación con la Universidad Provincial de Córdoba y los institutos superiores.

El programa comenzó este año con una primera etapa que lleva a la implementación de 200 escuelas precursoras, que funcionan como espacios de experimentación e intercambio de buenas prácticas. Estas instituciones fueron seleccionadas por su compromiso con la innovación y trabajarán en conjunto con otras escuelas para compartir experiencias y ajustar la implementación del nuevo modelo. Se espera que en los próximos años la reforma vaya propagándose a todas las instituciones de todos los niveles educativos.

En diálogo con Ticmas, el ministro de Educación de Córdoba, Horacio Ferreyra, detalla los desafíos y objetivos de TransFORMAR@Cba, y explica cómo la provincia busca construir una escuela más flexible, inclusiva y conectada con las demandas del siglo XXI.

—En el marco de “TransFORMAR@Cba” se habla de innovación y construcción colectiva. ¿Qué mecanismos implementaron para garantizar que la voz de docentes y estudiantes impacte realmente en las decisiones sobre el rediseño curricular?

—La innovación es hacer extraordinario lo cotidiano y, más aún, hacerlo desde una construcción colectiva. Todo lo que planteamos en el TransFORMAR@Cba surge de una consulta que se hizo el año pasado, en la que participaron docentes y estudiantes a partir de foros, encuentros y actividades lúdicas en primaria, para generar espacios donde expresaran qué y cómo querían aprender. Esto lo vamos a seguir haciendo. Ahora estamos en el momento de la instalación de los proyectos, pero las “escuelas precursoras” van a compartir ferias de proyectos y expediciones pedagógicas que van a permitir que grupos de docentes de una escuela vayan a otra, y así puedan ayudar a repensar los proyectos educativos. La construcción es tanto de abajo hacia arriba como de arriba hacia abajo.

—El sistema de autoevaluación institucional plantea un enfoque participativo y de corresponsabilidad. ¿Cómo prevé que esta práctica transforme, en lo cotidiano, la manera en que la escuela toma decisiones?

—La evaluación es clave y, más aún, la autoevaluación institucional. Por eso planteamos que cada institución elabore su punto de partida. Es decir: de dónde se parte para efectuar la transformación educativa y así asuma las corresponsabilidades con sistemas de acompañamiento para orientar la toma de decisión. Lo traduzco en una cuestión práctica: si en un jardín de infantes no se está pudiendo atender la sala de tres, que es una de las prioridades de la gestión, ¿cómo articulo para que todos los chicos tengan acceso? Ahí estará el Estado colocando el recurso humano, el docente, y generando las condiciones, que en muchos casos implica la construcción de un aula, para que se pueda cumplir el objetivo.

—¿Y en cuanto a los aprendizajes?

—Lo mismo. Justamente hoy visité una comunidad donde, el año pasado, el propio municipio hizo junto con un instituto superior de formación docente una evaluación en 3° grado para saber las competencias de oralidad, lectura y escritura y, a partir de ahí, establecieron distintos dispositivos para que todos los chicos aprendan a leer y escribir. Esto tiene que ver con un acompañamiento importante desde la provincia y desde los municipios para que se logre la meta de más y mejores aprendizajes. En este caso, en oralidad, lectura y escritura.

—Uno de los ejes del plan educativo es la evolución de la enseñanza con miras al futuro. ¿Cómo se articula esta visión con la necesidad de sostener los aspectos tradicionales de la escuela?

—En educación, tradición e innovación van de la mano. A nivel del sistema, lo importante es cómo consolidar los logros de aquello que veníamos haciendo bien, pero a la vez realizar las transformaciones necesarias modificando o incorporando nuevos aspectos. Hay muchas cosas que se hacen en la escuela que deben permanecer y hay otras que hay que modificar. Por ejemplo, la escuela primaria estaba organizada en dos ciclos; ahora tenemos la posibilidad de organizar tres: 1° y 2° (primero), 3° y 4° (segundo) y 5° y 6° (tercero). Ahí hay una atención distinta que hace que los contenidos, los aprendizajes y la forma de enseñar se organice de una manera diferente. Otra cuestión es que el foco está puesto en la enseñanza. Este año hemos resuelto que los docentes de 1° y 2° grado sean los que tienen mayor experticia en los procesos de alfabetización. Y en secundaria, que la escuela no solo emita el título de bachiller, sino también una certificación de formación profesional vinculada con la orientación correspondiente de la escuela. Esto es una innovación que va a ayudar a que las prácticas de enseñanza sean distintas en cada institución.

—¿Cómo se prepara a los docentes para asumir los cambios sin que se conviertan en una sobrecarga de sus tareas?

—La acción de los docentes es clave. Hemos hecho un relevamiento al respecto y en los próximos días vamos a presentar un proceso de capacitación para acompañarlos. La primera jornada institucional, que se hizo en febrero, estuvo focalizada en el currículum. La segunda va a estar centrada en la evaluación de los aprendizajes, con una vinculación de tiempo, espacio y estrategia. Es una línea que se va sosteniendo a lo largo del año, con cinco encuentros donde los docentes se reúnen a pensar estas cuestiones y a desafiarlas en el marco de su propio proyecto educativo e institucional.

—¿Cómo son las “expediciones pedagógicas”?

—Son visitas a otras instituciones educativas. Los docentes están uno, dos o tres días para conocer una experiencia educativa distinta, como una forma de capacitarse y aprender. Otras acciones: vamos a poner en marcha los clubes de lectura para docentes, donde compartir lecturas sobre asuntos cruciales para pensar la educación. Uno de los materiales que estamos elaborando está vinculado con el bienestar educativo, que empieza a ser un elemento de discusión. También vamos a implementar un sistema de pasantías y un sistema de observación entre pares, para que se pueda aprender en pareja. Todo esto, más allá de continuar los cursos, talleres y ateneos que le van a posibilitar a los docentes aprender ciertos saberes importantes al momento de pensar lo educativo. Hoy fundamentalmente está focalizado en Matemática y en Lengua, pero ya estamos pensando en el segundo semestre en Ciencias Sociales y Ciencias Naturales.

—El concepto de “Escuela Posible” aparece como horizonte en la planificación educativa de la provincia. Pero ¿cuáles son hoy los obstáculos que impiden que esa escuela posible se convierta en una escuela real?

—La escuela que tenemos es una escuela que puede mejorar. A partir de la autoevaluación se pueden plantear metas precisas en el corto, mediano y largo plazo en el marco de un planeamiento institucional, que también se da en un planeamiento a nivel de la supervisión o la zona y todo vinculado con el Plan de Desarrollo Educativo Provincial, que tiene un horizonte al 2027 y una proyección al año 33. Empieza a ser una posibilidad, entonces, el anclar cuestiones del presente con el futuro, sin perder la historia. Córdoba viene impulsando procesos de cambio curricular sostenidos que se han afianzado en los últimos catorce años y que implican la modificación de manera participativa.

—¿Podría dar un ejemplo?

—Un ejemplo son las cuestiones concernientes al cambio climático. Estaban presentes, pero no con mucho énfasis, y ahora, en el nuevo currículum van a tener mucha mayor presencia. Otro ejemplo, la inteligencia artificial. Hay muchos temas que hoy forman parte de la agenda educativa y los tenemos que incorporar como tal. Esto también requiere de una perspectiva de cambio en la gestión, donde hay que tener una escucha más activa para orientar procesos situados. Si en una escuela la deserción es cero y en otra, el 4 o 5% de los chicos no finaliza la escolaridad, en esa habrá que trabajar fuertemente en eso y en la otra se deberán trabajar otras cuestiones. Hay que hacer que la escuela posible sea esa escuela que mejora todos los días.