
Cada año, el Tecnológico de Monterrey entrega el Premio Mujer Tec con el que se reconoce a exalumnas, profesoras y colaboradoras que han dejado huella en sus ámbitos profesionales y que, a través de su trayectoria, han abierto oportunidades para otras mujeres.
La distinción se otorga en categorías como “Arte y gestión cultural”, “Liderazgo transformador”, “Ciencias”, “Salud y bienestar”, y tiene el propósito de destacar el impacto de las premiadas en la academia, la innovación, el emprendimiento y la sostenibilidad, además de visibilizar su papel en la construcción de una sociedad más equitativa.
En la edición 2025, fueron 17 las galardonadas. Ticmas habló con tres de ellas, que se destacan por combinar la excelencia profesional con un fuerte compromiso social. María Concepción del Alto Hernández fue distinguida por su trayectoria en la educación financiera y su trabajo para impulsar la equidad de género en el ámbito corporativo. Nora Torres recibió el reconocimiento en la categoría de medio ambiente por su labor en la innovación agrícola y su participación en políticas públicas. Elvia Rosas, premiada en transformación tecnológica, ha creado soluciones con impacto social y ha trabajado en la formación de nuevas generaciones en áreas STEM.

María Concepción del Alto Hernández: Finanzas con propósito
María Concepción del Alto Hernández nació en una familia de doce hermanos en Durango. Sus padres eran agricultores y, desde pequeña, conoció de cerca la incertidumbre de depender del clima para vivir. Su madre nunca fue a la escuela: “No quiso ir y mi abuelo dijo ‘Para qué va a ir, si no lo necesita’. Las mujeres se casaban y las mantenía el marido”, cuenta. Crecer en ese entorno le dejó claro el valor de la educación y la importancia de abrir caminos para otras mujeres.
Desde la adolescencia soñaba con estudiar en el Tecnológico de Monterrey. Estudió en la PrepaTec, siguió la carrera de Contadora Pública y, con los años, se convirtió en directora nacional de la Maestría en Finanzas en Egade Business School, donde tiene a más de 280 estudiantes a cargo. También es profesora y jurado en tesis doctorales.
Además de su labor académica, el vínculo con la industria le permitió trabajar en proyectos con grandes empresas y con la Bolsa Mexicana de Valores. Pero su compromiso la llevó a ir más allá. En 2008, tomó conciencia del rezago de las mujeres en posiciones de liderazgo dentro del sector financiero y desde entonces comenzó a impulsar iniciativas en el Instituto Mexicano de Ejecutivos en Finanzas (IMEF), que nuclea a 300 directivos y donde ella es actualmente vicepresidenta del Grupo Monterrey.
María Concepción tiene una discapacidad, pero nunca lo vivió como un impedimento dentro del Tec. “Aquí jamás ha habido eso. Todos siempre me ha impulsado”, dice. Por eso, siente la responsabilidad de continuar abriendo espacios. “Quiero dejar un legado”, dice. Ese compromiso se refleja en su trabajo como presidenta del Premio a la Equidad de Género del IMEF, un reconocimiento que busca visibilizar y promover buenas prácticas en el sector privado. “Es un premio que reconoce a empresas grandes, medianas y pequeñas que tienen políticas e incentivos para que la mujer pueda desarrollarse, trabajar y cuidar a su familia”, explica.

Nora Torres Castillo: Innovación en el campo
En 2020, en plena pandemia, Nora Torres fundó Káapeh México, una organización dedicada a fortalecer el sector agrícola a través de la innovación. Su objetivo era mejorar las condiciones de pequeños productores mediante tecnología, educación financiera y herramientas de comercio justo. Con el tiempo, su trabajo trascendió y hoy ha impactado a más de 7.000 agricultores, en su mayoría caficultores de Chiapas.
El vínculo de Torres con el campo viene desde su infancia. Creció en Tamaulipas y pasó gran parte de su niñez con sus abuelos, que eran agricultores. “Ellos han sembrado lo que han podido a lo largo de su vida. Me tocó ver la parte bonita del campo, pero también sus carencias”, cuenta. Entendió desde temprano lo que significa depender de una buena cosecha y cómo factores como el clima, los precios y la falta de apoyo pueden determinar el futuro de una familia.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera, dudó entre medicina, biología y agricultura. Encontró en la biotecnología una disciplina que combinaba todo lo que le interesaba y decidió estudiar en el Tecnológico de Monterrey. Se graduó como ingeniera y luego obtuvo una maestría en la misma área. Desde entonces, su trabajo se ha enfocado en generar soluciones científicas y tecnológicas aplicadas al sector agrícola.
El enfoque de Káapeh México no es asistencialista. En lugar de entregar apoyos directos, enseñan a los productores a mejorar la calidad de sus cultivos, optimizar el uso del agua y calcular con precisión los costos de producción. “Nos dimos cuenta de que muchos no sabían cuánto les costaba producir un kilo de café. Al no tener esa referencia, terminaban vendiéndolo por debajo de su valor real y quedaban atrapados en un ciclo de deuda con prestamistas locales”, explica. Su equipo les brinda herramientas para administrar mejor sus ingresos y explorar nuevos canales de comercialización, evitando la intermediación abusiva que los deja con márgenes mínimos de ganancia.
Además de su labor en el sector agrícola, Torres trabaja en el ámbito público como directora de Sostenibilidad en la Secretaría de Economía de Tamaulipas. Su experiencia en campo la llevó a involucrarse en el desarrollo de políticas públicas con una visión más técnica. “Es un dolor de cabeza ver leyes que no tienen métricas ni metodologías claras. Si no hay un plan de ejecución, se quedan en palabras bonitas”, señala.
Para ella, “la academia y la política no pueden estar separadas”. Su trabajo busca precisamente eso: cerrar brechas y generar cambios estructurales que beneficien a quienes históricamente han estado en desventaja.

Elvia Rosas Herrera: Tecnología con impacto social
Elvia Rosas tenía nueve años cuando su padre le regaló su primera computadora. No era común que un niño tuviera acceso a una PC en casa, pero ese aparato despertó en ella una curiosidad que nunca se apagó. “Venía con un instructivo y ahí creé mi primer videojuego. Me emocionó ver que, a través del pensamiento computacional, podía crear algo útil”, recuerda. Desde ese momento, supo que quería dedicarse a la tecnología.
El camino la llevó al Tecnológico de Monterrey, donde estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales. No era la única mujer en la carrera, pero eran pocas. “El porcentaje sigue siendo bajo, ronda el 17% en STEM y un 19% en el ámbito laboral, según la UNESCO”, señala. Para ella, no basta con contar cuántas mujeres ingresan a estas áreas, sino analizar qué oportunidades tienen para crecer y desarrollarse dentro del sector.
Antes de convertirse en profesora, trabajó en la industria tecnológica. Pasó por empresas como Infosel y Telefónica, donde lideró proyectos internacionales, incluyendo el desarrollo de aplicaciones para la fuerza de ventas en diecisiete países. Más tarde, su interés por la innovación con impacto social la llevó de vuelta a la academia. Actualmente es docente en el Tec de Monterrey y especialista en inteligencia artificial y computación espacial.
Uno de sus proyectos más destacados es el trabajo con la organización Dilo en Señas, que apoya a la comunidad sorda. Junto con sus estudiantes, desarrolló aplicaciones basadas en inteligencia artificial para facilitar la comunicación. “Creamos una aplicación que permite que una persona sorda vaya al médico sin necesidad de un intérprete. La IA escucha lo que dice el doctor, lo transcribe y genera un resumen”, explica. Las soluciones creadas en su aula han trascendido el campus y ya están disponibles en la Apple Store.
Para Rosas, la clave de la innovación está en el enfoque multidisciplinario. En sus clases, impulsa a sus alumnos a colaborar con expertos de otras áreas para encontrar soluciones reales a problemas complejos. “No se trata solo de desarrollar tecnología, sino de preguntarnos cómo podemos cerrar brechas y mejorar el entorno”, dice.
Su trabajo ha sido reconocido a nivel internacional y recientemente Apple destacó sus iniciativas en su sitio oficial. Pero más allá de los reconocimientos, lo que la motiva es formar profesionales que usen la tecnología para transformar su comunidad.

Un mensaje para las mujeres que vienen
Las trayectorias de Elvia Rosas, María Concepción del Alto Hernández y Nora Torres son prueba de que el talento y la determinación pueden abrir caminos. No hubo atajos en sus historias: cada una trazó su propio camino, sorteando obstáculos y derribando barreras.
Desde esas experiencias, dejan un mensaje para las chicas que hoy están en la prepa y sueñan con construir un futuro. “Que nada te detenga”, dice María Concepción del Alto Hernández, “no hay un límite”. Elvia Rosas sabe que la duda puede ser un peso, pero insiste: “Atrévete, cree en ti, busca la forma y persevera”. Nora Torres, más práctica, subraya la importancia de ser estratégica: “Ármate un plan. Si quieres llegar a algo, convierte tu sueño en un proyecto y divídelo en pequeños pasos que te acerquen más a la meta”.
Las tres comparten la misma convicción: cuando hay pasión y esfuerzo, no hay techo de cristal que no se pueda romper.
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