Mercedes Miguel habló sobre la transformación de la secundaria: “Toda reforma educativa es una reforma emocional”

En diálogo con Ticmas, la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires habla de Secundaria Aprende, el modelo educativo con el que impulsa un cambio profundo en la escuela media, con foco en el aprendizaje autónomo y el fortalecimiento de las habilidades del siglo XXI

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Mercedes Miguel, ministra de Educación
Mercedes Miguel, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (foto: Leonardo Giménez)

Sobre el escritorio de trabajo hay un libro de María Montessori, una pila de informes, post-its de colores que arman un cuadrante que dice “escuela”, “aprendizaje”, “docentes”, “estudiantes”; hay diarios, una tablet, flores, un cuadrito dibujado directamente sobre la mesa con un marcador rojo lavable que dice bimestre 1, bimestre 2 y así hasta el 4, un cartelito de River con la palabra “Gloria”, el muñeco verde de Google Android, resaltadores de distintos colores, una regla transparente, anteojos de marco rojo, dos velas aromáticas. Atrás, junto a las banderas —de la Nación, de la ciudad—, un mural dice “Ministerio de Aprendizaje. Tiene los íconos de la ciudad y, entre el Planetario, el Puente de la Mujer, el obelisco y el Teatro Colón, muestra las etapas del plan estratégico Buenos Aires Aprende y tres números: 745.000 estudiantes, 2.700 escuelas, 96.000 docentes.

Mercedes Miguel, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, recibe en su despacho a Ticmas para hablar de una de las doce iniciativas de BA Aprende, tal vez la de mayor impacto: el modelo pedagógico que busca transformar la educación del nivel medio. Hay evidencias que sostienen la necesidad del cambio: sólo tres de cada diez estudiantes terminan el secundario en tiempo y forma; cuatro de cada diez tienen un rendimiento por debajo de lo esperado en Lengua y la estadística asciende a seis en Matemática. Además, el 32% de los estudiantes falta al menos dos veces cada diez días y en promedio tienen cuatro materias previas.

Tras un largo año de preparación, Secundaria Aprende está listo para implementarse en etapa piloto en 33 escuelas pioneras. Los docentes y directivos de estas escuelas vienen trabajando desde hace meses en el proyecto; algunos viajaron a San Pablo para conocer las escuelas de tiempo integral, en las que en parte se basa el nuevo modelo. Los estudiantes participaron de encuentros donde dieron sus opiniones y compartieron sus intereses. También hubo un acompañamiento a las familias en todo lo que implica esta transformación escolar.

La reconfiguración del sistema educativo se propone a partir de cuatro principios: integración de contenidos, desarrollo de capacidades, avance continuo y autonomía estudiantil. Los cambios van desde la incentivación del trabajo interdisciplinario de los profesores y una mayor carga horaria en cada institución para evitar la figura del “docente taxi” hasta la forma en que los estudiantes organizan sus estudios, acreditan saberes y recursan las materias.

Secundaria Aprende es una de
Secundaria Aprende es una de las iniciativas del plan Buenos Aires Aprende, que lleva adelante la ministra de Educación de la ciudad (foto: Leonardo Giménez)

Tal vez el último punto sea el que presenta más dudas. La repitencia no se elimina. El documento oficial dice que “ningún nivel será superado si el estudiante no alcanza los objetivos de aprendizaje propuestos. El estudiante continuará trabajando en los contenidos necesarios hasta lograr los aprendizajes esperados y avanzar hasta el siguiente nivel. Sin embargo, ningún estudiante deberá recursar lo que ya haya acreditado”.

A punto de comenzar el ciclo lectivo 2025, Mercedes Miguel habla de la gran expectativa que tiene por el lanzamiento de Secundaria Aprende, pero, aclara, “lo más importante es que no está basada en un sueño mío solamente, sino que vamos confirmando cómo los profesores y los directores ya se lo apropiaron”. Para la ministra ya pasó el tiempo de la incertidumbre, las dudas, el vértigo; ahora es el momento de llevar a los estudiantes una nueva forma de aprender.

Con el nuevo modelo educativo, los docentes dejan su rol tradicional y se convierten en tutores. ¿Cómo recibieron el cambio?

Yo digo que toda reforma educativa es una reforma emocional. Secundaria Aprende expone al profesor a cambiar su práctica, y por eso hablo de una cultura de aprendizaje. Todos estamos aprendiendo. Esto es parte de un paradigma que se da a nivel mundial. Hay muchos países que avanzaron en la transición del último año de la secundaria para el ingreso al mundo del trabajo, de la universidad o del emprendedurismo. El eje crítico está en cómo rediseñar la práctica docente. Hoy los profesores están acostumbrados a dar su clase expositiva. Hace unos años hicimos una investigación a nivel nacional en el Infod —el Instituto Nacional de Formación Docente—, y vimos que el 85 o 90% del tiempo de la clase era expositiva. Por suerte muchas escuelas empezaron a salir de ese lugar y a darle un rol al docente de guía, de acompañante.

¿Cómo es el seguimiento con los padres?

—Estamos en comunicación vía cartas y mails, que mandamos constantemente. El año pasado les mandamos una carta firmada por mí donde se les presentaba el modelo y este año cada una de las 33 escuelas pioneras va a realizar una reunión virtual o presencial, de acuerdo a cómo cada una lo quiera hacer, para explicarles más en detalle lo que se espera. También tenemos reuniones con los centros de estudiantes para darles a conocer las especificidades del modelo. Confiamos en las escuelas, confiamos en los equipos directivos, confiamos en los rectores, confiamos en los supervisores. Ya tienen un ejercicio de la relación con las familias muy instalado.

¿No le preocupa lanzar el modelo este año, que es electoral? ¿Tiene una mayor responsabilidad para lograr que sea exitoso?

—Si condicionamos todo a los tiempos electorales, probablemente nos quedemos quietos. Nosotros trabajamos en nuestra agenda, que es la agenda de la política pública educativa, que definimos, aprobamos y presentamos el año pasado. Con lo cual, ya sabíamos que 2025 era el año de implementación. Los docentes ya asumieron y conformaron los cargos; la parte más compleja se dio el año pasado. El propósito de este año es trabajar con los estudiantes para que sientan que esto es bueno para ellos, que es algo distinto. Además, hay que decir que estamos atendiendo una demanda del sistema. Antes de empezar hicimos muchas encuestas y les preguntamos a estudiantes, directores, supervisores. Los estudiantes querían mayor flexibilidad para trabajar en cuestiones afines a sus gustos, para tener la capacidad de elegir algunos talleres, algunas asignaturas. Todo eso es parte de Secundaria Aprende.

“Si se pasan toda la
“Si se pasan toda la escolaridad sentados en un banco escuchando a un adulto, ¿en qué momento desarrollan resiliencia, creatividad o la capacidad de trabajar en equipo?” se preguntaba Mercedes Miguel, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (foto: Leonardo Giménez)

Del receptor pasivo al aprendizaje autónomo

Mercedes Miguel fue una de las invitadas destacadas a la reciente edición del congreso de innovación educativa que organiza el Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, donde compartió un panel sobre políticas educativas con Sofialeticia Morales Garza, secretaria de Educación del Estado de Nuevo León (México) y con Arturo Cherbowski, director general de Universia México.

En aquel encuentro, Miguel señaló la urgente necesidad de cambiar la postura que se tiene sobre los estudiantes. “Si se pasan toda la escolaridad sentados en un banco escuchando a un adulto”, dijo, “¿en qué momento desarrollan resiliencia, creatividad o la capacidad de trabajar en equipo?”.

El plan de Secundaria Aprende propone sacar a los estudiantes del lugar de receptores pasivos y llevarlos hacia un espacio de mayor compromiso y participación.

Toda la escuela se transforma en un lugar de aprendizaje —dice ahora Mercedes Miguel, en su despacho—. El patio, el pasillo, el SUM, si tienen, el teatro. Hay un nuevo reglamento escolar que flexibiliza la salida de la escuela. Durante todo el año vamos a acompañar a las escuelas y a los profesores, y van a tener una plataforma donde puedan contar con proyectos. Son proyectos de aprendizaje que requieren de mucha planificación —por eso el profesor está a tiempo completo en la escuela—, pero eso les va a dar más tiempo para interactuar realmente con los equipos de estudiantes y saber cómo vienen, qué necesitan.

¿La idea es reforzar el aprendizaje autónomo?

—Absolutamente. Los proyectos de aprendizaje buscan desarrollar la autogestión, la autonomía en el aprendizaje y en la organización del tiempo escolar. Que los chicos aprendan a prepararse para el mundo de la universidad o el mundo del trabajo, donde tienen que hacerse responsables de su aprendizaje. Hay un dato que nos alarma: el 3.6% de los estudiantes tiene al menos cuatro materias previas. La secundaria era una fábrica de materias previas. Todo indicaba que el modelo, tal como estaba, ya no funcionaba. Por eso cambia el rol de quien enseña, pero cambia rotundamente el rol de quien aprende. Esto tiene que ver con las habilidades del futuro: razonamiento crítico, autogestión, aprendizaje autónomo, trabajo en equipo, resolución de problemas, la capacidad de comunicación. Es interesante lo que va a empezar a pasar. Nosotros queremos proteger a las 33 pioneras para que puedan trabajar tranquilas. Los primeros tres meses van a ser de adaptación para todos: para los padres, para los chicos, los directores, los profes. Pero estamos viendo en los equipos que se están formando que la valoración es muy positiva.

El proyecto Secundaria Aprende tiene
El proyecto Secundaria Aprende tiene una primera etapa con 33 escuelas prioneras, tanto de la gestión pública como de la gestión privada. (Foto: Leonardo Giménez)

El enfoque tradicional de la educación, aún con todas sus falencias, le permitía a uno entender el rol del docente y del estudiante. El nuevo modelo abre una zona de incertidumbre. ¿Cómo se va a comprender esos lugares?

—Lo que le da autoridad al docente es el saber. Un docente se siente seguro cuando habla de lo que sabe. En el modelo tradicional, la zona de confort del docente está en cómo maneja el aula: todos lo miran, tiene una pizarra. En las 33 escuelas estamos rompiendo el frente de la clase. O va a haber otro pizarrón, o lo vamos a sacar del lugar, o no van a tener pizarrones. Queremos romper la estructura del aula con los bancos en fila. Nosotros queremos que los profesores se aferren a su saber: cuanto más formados estén y más planificada esté su práctica, más libres van a sentirse. Para eso necesitamos trabajar en la formación y en el cambio cultural de los profes. El año pasado hicimos el viaje a San Pablo para que vean escuelas con características similares a las nuestras, con chicos parecidos a los nuestros. Los profes y los estudiantes les contaron sus experiencias. Hicimos que ellos lo pasen por el cuerpo.

¿Cómo adaptaron el modelo Fontán? Las escuelas Fontán tienen un modelo de aprendizaje autónomo, donde casi no hay períodos de clases. ¿Cómo fue traer eso a la institucionalidad de la educación?

—Julio estuvo acá con nosotros; lo trajimos para que compartiera su modelo con los rectores. Eso fue a principios del año pasado. De él tomamos el concepto del plan de aprendizaje de las cuatro etapas, pero después le dimos la libertad a cada escuela para que lo implementen de la manera en que lo fuimos puliendo en las mesas de trabajo con supervisores y directores. El modelo Fontán es diferente a lo que estamos haciendo nosotros. Cuando se implementa una política pública que fue exitosa en otros lugares hay que contemplar con mucho cuidado y rigurosidad tu propia comunidad, tu propia realidad. De Julio tomamos esa visión disruptiva de que la experiencia del que aprende tiene que ser diferente. Es algo que también se replica en otros países que miramos. Hay ejemplos de escuelas en Inglaterra, en Brasil, en Singapur, en Estonia, en Finlandia, en Perú, en México. Compartimos las cuatro dimensiones de cambio, donde el eje común es el aprendizaje centrado en el estudiante.

¿Un modelo de aprendizaje basado en proyectos, en retos?

—En proyectos, en desafíos, en retos. Son verdaderos cambios que se proponen en el sistema. Hay que salir de un profesor que le enseña a un estudiante que sólo escucha y repite, para acercar la escuela secundaria al mundo real, a los problemas reales. Por eso el aprendizaje basado en proyectos tiene que anclarse en desafíos reales. Hay muchas escuelas que trabajan por proyectos, pero que tampoco tenían mucha conexión con el estudiante. Está comprobado desde la neurociencia que lo que activa el cerebro y el deseo de aprender es la motivación.

"Muchos chicos, sobre todo los
"Muchos chicos, sobre todo los de contextos sociales más desfavorables, lo único que tienen para cambiar la trayectoria de su vida es lo que aprenden. No es la educación, es lo que aprenden", dice Mercedes Miguel (foto: Leonardo Giménez)

Un cambio sistémico que va más allá de una gestión

El programa de trabajo de Secundaria Aprende sigue con la incorporación de nuevas escuelas en un proceso escalonado que espera tener a todas las instituciones de la ciudad bajo el nuevo enfoque en 2027.

—Trabajamos con la gestión estatal y la gestión privada —dice Miguel—. A las dos les ofrecemos tecnología, a las dos les ofrecemos el desarrollo profesional docente. Esto antes no pasaba con la gestión privada, pero, como hablamos de una política pública que busca un cambio sistémico, amerita que formemos a los equipos directivos y a los profesores.

La intención, dice, es que el cambio sea a largo plazo y se mantenga más allá del tiempo de la gestión: la apuesta es que directivos, docentes y estudiantes se apropien del modelo. Desde el Ministerio se busca desarrollar una mirada holística y flexible que entienda que desafíos complejos requieren soluciones complejas.

—Queremos acompañar y resguardar a las escuelas pioneras para que puedan innovar tranquilas —dice Miguel—. Si quieren retrasar el horario de clase o quieren que los estudiantes trabajen los viernes en la biblioteca porque los profesores se reúnen entre ellos, va a ser decisión de la escuela. Confiamos en los profesionales que están en las escuelas y por eso los estamos formando. Invertimos muchísimo en el desarrollo profesional docente y esto va a derramar en los institutos de formación docente. Trabajamos con los docentes en servicio, pero obviamente los futuros profesores van a tener que adecuarse a la Secundaria Aprende.

¿Los profesores tomaron bien el cambio?

—Al principio fue difícil. No querían soltar lo que saben hacer. Pero pusimos mucho foco y profesionalismo, y llamamos a gente formada para que nos ayude a acompañarlos en este gran cambio. Ahora están contentos porque se dan cuenta de cuánto más lindo y más gratificante y más fácil es planificar con otros. Teníamos más escuelas que querían ser parte, pero cortamos en 33 porque necesitamos medir el impacto de la política pública. Para hacerla escalable, esto tiene que funcionar.

La corro por un momento de Secundaria Aprende y le pregunto por Matemática en red, que plantea una articulación entre 6° y 7° de primaria con 1° y 2° de secundaria. ¿Cómo es? ¿Cómo lo pensaron?

—Veíamos un estancamiento y una tendencia a la baja en los resultados de matemáticas. Respecto del país, uno podría decir que estábamos bien, pero respecto de nuestra propia percepción, siempre queremos mejorar. Y veíamos un quiebre muy grande entre lo que decía la escuela primaria —“Ya se los di a secundaria”— y lo que decía la secundaria —“no tengo tiempo de recuperar la falta de aprendizaje”—. Estamos trabajando con equipos en la terminalidad de la primaria y el inicio de la secundaria. En Matemática, pero también en Lengua. El ciclo básico de la secundaria es donde más chicos se nos caen. El 3.6 promedio de materias previas en estos años sube a 6, 7, 8. ¿Por qué? Porque un chico con una deficiencia importante en su alfabetización y en su comprensión de texto a lo largo de la primaria, cuando llega a la secundaria, con la cantidad de material que tiene que leer siente que no puede. Y lo peor que le puede pasar a un chico es decir: “Yo no puedo con esto”. Ahí es donde tiene que entrar la escuela a trabajar. Por eso Secundaria Aprende también es un desafío en la responsabilidad pedagógica.

¿Por qué?

—Porque los chicos van cargando su mochila con materias y se da la hipocresía de tener estudiantes en 4º año con Matemática de 4º, pero que adeudan Matemática de 3° o de 2°. Entonces, realmente, ¿qué estamos esperando que suceda? Nos tenemos que hacer cargo de esto como equipo, como escuela, como profesores. Lo más lindo que estamos viendo en los talleres y en los encuentros de Secundaria Aprende es que empieza a suceder una conversación sincera y ya no se habla de “habría que” sino que aparece el momento de decidir qué vamos a hacer. La cultura del aprendizaje tiene que ver con la motivación, con sentirse desafiado, con que te den ganas de ir a la escuela. Muchos chicos, sobre todo los de contextos sociales más desfavorables, lo único que tienen para cambiar la trayectoria de su vida es lo que aprenden. No es la educación, es lo que aprenden. Ahí, más que nunca, la escuela tiene que darles la oportunidad de ejercer el derecho a aprender.