El futuro de la IA, según el ex rector de la Universidad de Hong Kong: “No confiaría en ella sin un humano que la supervise”

Ticmas habló con Tony Chan, experto en innovación educativa, quien analiza los riesgos de una IA sin supervisión, la democratización tecnológica y la competencia entre China y EE.UU

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Tony Chan, ex rector de
Tony Chan, ex rector de las universidades de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y Rey Abdullah (Foto: Cortesía Tec de Monterrey)

Tony Chan habla con una sonrisa parecida a la de Keith Richards y, a su manera, él también es un rockstar. No toca la guitarra, pero en el mundo de la inteligencia artificial y la educación superior, su presencia genera un magnetismo similar. Lo demostró en el campus del Tec de Monterrey, durante la 11ª edición del IFE Conference, donde fue uno de los invitados más esperados. Su panel, Leading Universities in Times of Innovation and Change, atrajo a una multitud, y después de la charla, se tomó el tiempo para conversar con Ticmas.

Chan ha dedicado su carrera a explorar el impacto de la tecnología en la educación y la sociedad. Como ex rector de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología, ha visto de primera mano cómo la inteligencia artificial está reconfigurando la investigación, el aprendizaje y la geopolítica. En esta entrevista, advierte sobre los límites de la IA en la toma de decisiones políticas, analiza los desafíos que enfrenta América Latina en la era digital y explica por qué China se ha convertido en un competidor clave en el desarrollo de modelos de inteligencia artificial.

Más allá de la tecnología, Chan insiste en la importancia del factor humano. Habla del rol que deben jugar las universidades en un mundo fragmentado, de la necesidad de educar a los jóvenes con una mirada global y de cómo el auge de la inteligencia artificial debería ir acompañado de un esfuerzo por fomentar la colaboración internacional. Porque, como él dice, sin diálogo y cooperación, la IA no será una solución, sino un problema más.

Hace unos meses, el presidente de la Argentina dijo que quería usar inteligencia artificial para reformar el estado. ¿Es posible?

—El aprendizaje automático en su forma actual —la IA es solo el término breve— es una herramienta enormemente poderosa y muy disruptiva. Todo lo que tienes que hacer es mirar ChatGPT: si eres escritor, te vas a asustar. Pero uno no debería extrapolar desde allí para decir que, por lo tanto, se puede usar para resolver todos los problemas del mundo. Es cierto que muchos trabajos se verán afectados. Es como una revolución industrial, ¿verdad? Creo que Milei busca un DOGE [Departamento de Eficiencia del Gobierno, por sus siglas en inglés] para Argentina como Trump quiere que Elon Musk dirija en Estados Unidos. Por supuesto, se pueden hacer muchas cosas, pero hay que tener cuidado. No quieras tirar al bebé con el agua de la bañera. Hay muchas cosas que la IA todavía no puede hacer. E incluso, si haces más eficiente con la IA y reduces tu administración a la mitad de tu personal, estás alterando la vida humana, ¿no?

Una idea generalizada con respecto a la inteligencia artificial es que representa la racionalidad total. Pero ¿es realmente así? ¿O hay un fantasma en la máquina?

—En gran medida, es correcto, pero no todo. Hay ciertas cosas que la IA puede hacer muy bien. Pero hay muchas cosas que, al día de hoy, los humanos podemos hacer mejor. La experiencia, el juicio, la empatía: a estas alturas no se pueden reemplazar. De hecho, la gente todavía no entiende cómo funciona el aprendizaje automático. No saben cómo explicar cómo generan llegan a sus conclusiones. Existen las “alucinaciones”, que es una bonita palabra para decir que esas conclusiones son equivocadas. Me opongo a ese término; lo que hay que decir es que el modelo no es del todo correcto.

¿Tiene que ver con los sesgos?

—La IA tiene una enorme cantidad de datos, y aprende para hacer interpolaciones. Pero, por mucho que tengas, siguen siendo limitados. Por ejemplo, hay más datos sobre hombres que sobre mujeres; hay más del mundo occidental que del Sur global. Si haces una pregunta, la respuesta está ahí, pero, como se basa en esos datos, está sesgada. Así que todavía necesitas al ser humano en el circuito. Me gusta la analogía con el diseño de los aviones. En los viejos tiempos, tenías que hacer muchas pruebas en los túneles de viento. Pero ahora todo se hace en computadora, pero al final todavía hay que probarlo en el túnel de viento. De eso se trata el aprendizaje automático en la situación actual. No confiaría en él si no hay un humano en el circuito.

La situación geopolítica está cambiando con la IA. Ahora en China apareció un gran competidor, que es Deep Seek.

—¡Hay más! Está por salir Bao. ¿La conoces? Échale un vistazo. Salió una semana después de Deep Seek.

¿Cómo afectan estas nuevas IA?

—Bueno, en primer lugar, lo más obvio es que ya no está solo Wall Street. La IA está más democratizada. Antes estaba sólo Estados Unidos, ni siquiera Europa. Ahora China es un escenario alternativo. La otra cosa que está demostrando Deep Seek es que puedes hacerlo mucho más barato. ChatGPT es un sistema enorme y tienes que conectarte en línea y pagar mucho dinero. Deep Seek es de código abierto. Es gratis. Y puedes instalarlo en tu computadora. Entonces, si tienes una pequeña empresa y quieres usar la IA para tu área de comercialización, puedes usar Deep Seek. Había una hegemonía con ChatGPT. Era como Google. No puedes escapar de Google...

Excepto en China.

—Tienes razón. Pero ahora imagina que puedes tener tu propia versión de Google. Es una gran implicación para todas las áreas, incluida la educación.

¿Más IA implica más riesgos, como dice Yuval Harari?

—No he leído todo lo que él escribió, pero suele pensar a un nivel más alto: piensa en la historia y la civilización. De todos modos, creo que la implicancia es para la Academia. Si quieres resolver algunos de los problemas globales como el cambio climático o la paz mundial necesitas que la gente trabaje junta. Ya no habrá posibilidad de alcanzar los ODS para 2030. Pienso en mis hijos, en cómo será el mundo cuando sean mayores. ¿Has oído hablar de Red Note, a donde van los “refugiados de Tik Tok”? Creo que es un desarrollo excelente. No porque sea una buena aplicación, sino porque promueve el diálogo global. Nos estábamos perdiendo eso porque la geopolítica es confrontativa.

Nació en Hong Kong, vivió en Arabia Saudita, en Chile: es un ciudadano global. ¿Cómo es la manera en que cada país o región entiende su desarrollo tecnológico?

—Ahora vivimos en un mundo multipolar. Estados Unidos estuvo en el poder durante unos 70 u 80 años y habían establecido las reglas. Pero ahora hay diferentes países que, en la medida en que quieren tener su autodeterminación, tienen que encontrar su propio orden. El peligro es que todos se están adaptando y el nuevo orden global es muy inestable. Lo que me preocupa es que no vayamos a una guerra nuclear, que será un desastre para todos. Se necesita sabiduría de los líderes políticos, pero también de los empresarios y de los académicos. Las universidades juegan un papel muy importante porque están formando a los jóvenes.

¿Cómo es ese papel de la universidad?

—Es muy difícil. En primer lugar, hay que ser consciente. Creo que tienes que saber hacia dónde se dirige tu país, porque eres parte. Y siempre hay que pensar en términos de los estudiantes: es su mundo. México es un buen ejemplo. Tradicionalmente Estados Unidos fue su gran socio. Pero ahora tal vez quieras pensar en un plan B, porque tu futuro va a involucrar a China o Asia. Entonces tal vez quieras que los estudiantes pasen un semestre allí; que aprendan algo de chino.

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