
La educación superior es un factor clave para el desarrollo personal y profesional de las personas, así como para el progreso social y económico de los países. Sin embargo, en América Latina y el Caribe, muchos jóvenes abandonan la universidad antes de culminar sus estudios, y pocos logran retomarlos después.
Según un informe del Banco Mundial, la tasa de abandono universitario en la región es del 50%, lo que significa que uno de cada dos estudiantes que ingresan a la educación superior se retira. Las razones son diversas y complejas, pero se podrían agrupar en tres grandes categorías: académicas, económicas y personales.
¿Cuáles son las causas?
Uno de los principales orígenes de esta situación tiene que ver con el nivel de preparación, el rendimiento, la motivación y la orientación de los estudiantes. Muchos jóvenes salen del colegio y llegan a la universidad con deficiencias en sus conocimientos y habilidades, producto de una educación básica y media de baja calidad. Esto les dificulta adaptarse a las exigencias y contenidos de la educación superior, provocando frustración y desinterés. Además, muchos estudiantes no tienen claro qué carrera elegir, o se dan cuenta de que la que escogieron no es la que les apasiona, o no les ofrece buenas oportunidades laborales. Con todo este panorama le resta a los nuevos estudiantes compromiso y satisfacción con sus estudios.

Las causas económicas se refieren a la falta de recursos financieros para costear los gastos de la educación superior, como la matrícula, los materiales, el transporte y la alimentación. Muchos jóvenes provienen de familias de escasos ingresos, que no pueden apoyarlos económicamente, o que dependen de su aporte para subsistir. Esto los obliga a buscar empleos precarios y mal remunerados, que les restan tiempo y energía para estudiar. Además, muchos jóvenes no pueden acceder a becas, créditos u otras formas de financiamiento que les permitan acceder o permanecer en la universidad.
Las causas personales se relacionan con las expectativas y proyectos de vida de los estudiantes. Muchos jóvenes enfrentan situaciones personales o familiares que les impiden continuar con sus estudios, como embarazos, enfermedades, violencia, migración o desplazamiento. Otros jóvenes tienen expectativas poco realistas o desinformadas sobre el mercado laboral, y terminan accediendo a un trabajo sin finalizar la carrera universitaria a fin de recibir una remuneración que ayude a solucionar situaciones personales. Asimismo, algunos jóvenes no tienen un proyecto de vida definido, o no ven la educación superior como una parte esencial del mismo.
Una encuesta realizada por The Chronicle a 1.025 estadounidenses que no tienen título universitario, señala que más de la mitad de los participantes (56%) no planean regresar nuevamente a la universidad. De hecho, varios participantes llegaron a la conclusión que la universidad no es para ellos.
El 57% de los encuestados que indicaron que no tomarían más clases señalaron que tomaban esta decisión porque no lo necesitaban o tenían un trabajo que les gusta, igualmente, 46% afirmó que no tienen suficiente tiempo o tienen otras obligaciones.

Consecuencias
El abandono universitario tiene resultados negativos tanto a nivel personal como social. Los jóvenes que abandonan la universidad pierden la oportunidad de adquirir conocimientos, competencias y valores. Adicionalmente, puede disminuir la autoestima de los jóvenes al compararse con excompañeros que sí hayan culminado sus estudios universitarios aumentando así la frustración y en algunos casos llevando a sufrir episodios de depresión.
También se ven afectados en su inserción y trayectoria laboral, ya que tienen menos posibilidades de acceder a empleos de calidad, con mejores salarios y condiciones.
¿Cómo revertir esta situación?
Para revertir esta situación, se requieren políticas públicas y acciones conjuntas de los gobiernos, las universidades, el sector privado y la sociedad civil. Algunas de las medidas que se podrían implementar son:
- Mejorar la calidad y la equidad de la educación básica y media, para que los jóvenes lleguen a la universidad con una formación sólida.
- Diversificar la oferta de educación superior, para que los jóvenes puedan acceder a programas y modalidades que se ajusten a sus intereses, necesidades y capacidades.
- Fortalecer los sistemas de orientación, acompañamiento y apoyo académico.
- Aumentar y facilitar el acceso a fuentes de financiamiento como becas, créditos, subsidios o exenciones, para que los jóvenes puedan costear sus estudios.
- Fomentar la articulación entre la educación superior y el mundo del trabajo, para que los jóvenes puedan vincular sus estudios con sus expectativas y oportunidades laborales.
Finalmente, promover la cultura de la permanencia y el retorno a la universidad podría ayudar a que los jóvenes valoren la importancia de la educación superior para su proyecto de vida.
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