
Con las medidas que se aplicarán a partir del 1 de enero, el Gobierno modificó dos aspectos centrales de su plan de estabilización de la economía pese a que, según venía diciendo, no requerían cambios. Se trata de una aceptación tácita de esas dificultades que da respuesta a dos reclamos persistentes de los analistas, el mercado y hasta el FMI: la necesidad de acumular reservas y de evitar el atraso del dólar.
En primer lugar, armó un programa de acumulación de reservas en el Banco Central para dejar de depender de todas las inyecciones de dólares que el plan tuvo hasta el presente, tales como las sucesivas bajas de retenciones, el blanqueo, el FMI y hasta la asistencia directa del Tesoro de EEUU.
La decisión trae certezas a los tenedores de bonos argentinos. Una reacción que se espera es una baja en el riesgo país, que a su vez acelera los planes de emitir deuda a una tasa más baja que el 9,26% que obtuvo la semana pasada.
Nadie esperaba un default de la Argentina por no poder pagar los USD 4.300 millones que vencen el 9 de enero, pero sí se pedían más precisiones sobre cómo pagará la Argentina en el futuro. Hasta ayer, el vice del BCRA, Vladimir Werning, había defendido ante inversores la decisión de no comprar reservas.
El esquema tiene cómo eje que las compras del BCRA no superen el 5% del volumen diario operado en el mercado. A la vez, el mensaje del presidente del BCRA Santiago Bausili dejó en claro que el modo de comprar reservas será lo suficientemente flexible (o ambiguo) para que el BCRA lo ajuste a su manera. Podrá haber compras en bloque, compras directas del Tesoro e incluso modificaciones de ese 5%, que según el día “puede ser mucho o puede ser poco”, dijo Bausili. El BCRA espera comprar en forma cotidiana, pero no se quiere atar en exceso a ningún monto ni a ninguna estrategia.
Al mismo tiempo, la acumulación de reservas del BCRA estará atada a la evolución de la demanda de dinero, dando una señal clara de que no se abandonará la premisa de contracción monetaria para bajar la inflación. Comprar dólares implica inyectar pesos y el Central quiere hacerlo solamente si la actividad económica lo demanda. Bausili también dejó abierta la puerta para esterilizar pesos si fuese necesario.
Desde lo político, también es una respuesta al FMI y al inevitable incumplimiento de la meta de reservas acordada 8 meses atrás. Bausili prometió que “se analizará” ese aspecto con el Fondo durante la revisión de febrero.
El segundo punto crítico es modificar las bandas para evitar una apreciación excesiva. Desde el comienzo del esquema, la banda superior ajusta al 1% mientras la inflación superó el 2% y esa diferencia empezaba a traer consecuencias. En enero, la banda superior comenzará a subir con el 2,5% de inflación de noviembre y arrancará en 1.556 pesos. El Central espera que el dólar no llegue tan arriba.
La banda inferior también acelerará su deslizamiento, pero a la baja. En enero, bajará un 2,5% y ampliará aún más las bandas. De esa forma, se intensifica la idea oficial de que el margen inferior baje “hasta volverse irrelevante”.
También se enfrenta el reclamo de muchos sectores empresarios que temían que a la caída del consumo y a la presión impositiva se le añade un dólar que pierda competitividad. El tipo de cambio podrá al menos acompañar la inflación de los próximos meses, algo que no consiguió hacer en ningún momento de 2025.
Por otra parte, más allá de los cambios, tanto las personas como las empresas enfrentarán un mercado de cambios que seguirá funcionando de una manera muy similar a la actual. El presidente del Central descartó cualquier modificación a las restricciones cambiarias que todavía persisten. El cepo a las empresas, por el momento, no se toca.

La flexibilidad que subyace en este nuevo esquema, donde el BCRA puso muchas variantes para decidir cuánto y cómo va a comprar dólares, le deja las manos sueltas para ajustarse a todas las opciones que le presente el escenario económico de 2026, en el que tendrá que cumplir compromisos (bonistas, Bopreal, FMI y otros) por USD 18.000 millones.
El director del BCRA Federico Furiase destacó que la oferta de dólares no será generosa solamente por el superávit comercial sino también por la cuenta financiera, con el ingreso de las colocaciones de empresas y provincias. Con precaución para no inyectar pesos que impacten sobre la inflación, buscará aprovechar esos dólares.
El dólar seguirá teniendo presiones cruzadas. Por un lado, hacia fin de año seguirá el desarme de la “sobredolarización” de los meses previos a las elecciones. A la vez, el año próximo llegan otras presiones en sentido contrario. Las empresas comenzarán a demandar dólares para la normalización del giro de dividendos a sus casas matrices.
También quedarán libres muchos dólares de las cuentas del blanqueo, lo que permitirá a muchos moverlos sin tener que pagar penalidades. Bausili minimizó ayer este último factor, pero en el mercado no está claro cómo evolucionará ese movimiento.
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