
El Gobierno envió esta semana a Sudáfrica una comitiva de funcionarios para participar de la cumbre de ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, de la que no participarán Luis Caputo ni Santiago Bausili. Del mismo evento participará la número 2 del FMI Gita Gopinath.
La coincidencia en Durban, en la costa este sudafricana, entre la misión argentina y la del Fondo Monetario tendrá lugar en pleno proceso aún abierto de revisión de metas -la primera desde la implementación del nuevo acuerdo hace tres meses- y con el reloj corriendo antes de que se retomen los pagos de vencimientos al organismo dentro de dos semanas. El primer día de agosto vencerán casi USD 850 millones.
En juego está un desembolso de USD 2.000 millones que deberían destrabarse en la medida en que el directorio dé visto bueno al ida y vuelta técnico que el Gobierno y el FMI inauguraron hace 20 días entre Buenos Aires y Washington. El organismo aún no oficializó el fin del trabajo del staff, y entre esa instancia y la discusión en el board suelen mediar unas dos o tres semanas.

Es por eso que los tiempos son muy acotados: en los organismos multilaterales agosto suele ser un mes de receso estival y pareciera haber poco margen para conseguir el giro prometido por el FMI como consecuencia de la aprobación de metas. Algún avance podrían conseguir el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, quien lidera la comitiva argentina en Sudáfrica, y el enviado del BCRA, el director Sebastián Sánchez Sarmiento.
En el mercado aún se especula sobre un pedido formal de waiver ante el incumplimiento de la meta de reservas, que para la fecha de corte original -13 de junio- fue de unos USD 4.000 millones. En los despachos oficiales dieron a entender que esa fecha podría correrse a fines de julio para dar tiempo al Gobierno a acortar esa brecha o, eventualmente, alcanzar el objetivo.
Con el BCRA a un costado del camino y con intervenciones solo reservadas para cuando el tipo de cambio tocara el techo de la banda, el Gobierno activó otros mecanismos para sumar dólares a las arcas internacionales. Uno fue la compra directa del Tesoro -es decir, el Ministerio de Economía- de divisas que liquiden provincias o empresas que emitan deuda en moneda extranjera. Como se realizaría con pesos del superávit fiscal, no implicarían emisión de pesos.
Por otra parte, la Secretaría de Finanzas había avanzado en licitaciones de un bono Bonte que se suscribe de manera directa con dólares a cambio de un título en pesos que otorga una tasa de interés fija atractiva para el tenedor. Pero Economía interrumpió el mes pasado la oferta de ese tipo de bonos ante condiciones de mercado menos favorables. El límite mensual para capturar dólares por esta vía era de USD 1.000 millones. En lo que va de julio no se ofreció en ningún caso a los inversores esta alternativa.
Un informe de 1816 analizó cómo fueron los reajustes de la estrategia cambiaria oficial y cómo se relacionó con la meta con el FMI. En ese trabajó señaló que la decisión de no intervenir en el dólar flotante con compras o ventas del BCRA “permitió que la inflación baje a 1,5% en mayo”. La política, sin embargo, implicó un costo e “hizo que las reservas netas lleguen al 13 de junio a unos USD 4.000 millones de la primera meta que había establecido el Fondo”.
El documento describió que finalmente el Tesoro cambió su estrategia y “empezó a comprar dólares en el spot (mercado oficial)”. Entre mediados de junio y la semana pasada, el fisco adquirió USD 400 millones. Según el informe, “se suman a los USD 1.500 millones colocados contra dólares del Bonte 2030 y al Repo que hizo el BCRA por USD 2.000 millones”. Sobre ese Repo, recordaron que “solo USD 500 millones se admitían para el cálculo de reservas netas del Fondo”.

El informe de la consultora financiera se pregunta de forma directa: “¿Por qué el Gobierno se negaba a comprar dólares en el mercado de cambios cuando el spot valía $1.100 y lo hace ahora que vale más de $1.200?”, y ensayó como respuesta que “esencialmente porque cambiaron las prioridades”.
En la etapa inicial la unificación cambiaria obligaba a contener los precios y sostuvo al dólar como un ancla de precios, pero indicaron que luego el contexto de negociación con el FMI por el nuevo desembolso cobró centralidad. “En este momento, en el medio de la negociación del waiver con el FMI el equipo económico luce más interesado en acumular divisas, aunque eso tenga algo de costo en términos inflacionarios”.
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