
El Gobierno espera que el primer día de vigencia del nuevo esquema cambiario, este lunes, esté más marcado por la visita del secretario del Tesoro de los Estados Unidos Scott Bessent que por cualquier movimiento inesperado del dólar en la nueva banda de flotación que inaugurará el Banco Central cuando comience la rueda de negociación en el mercado oficial.
En la Casa Rosada le otorgan a la visita de Bessent, señalado como el funcionario que convenció a Donald Trump de que establezca una tregua de 90 días para la mayor parte de la escalada arancelaria, una importancia casi similar a la que tiene el acuerdo con el Fondo Monetario. En los despachos oficiales juran que fue el secretario del Tesoro el que solicitó cumplir una escala en Buenos Aires, a sabiendas de que sería el día en que comenzaría la “Fase 3″ del plan económico.
El señor dólar
Bessent tendrá primero una reunión cerca de las 10 de la mañana con el ministro de Economía Luis Caputo en el Palacio de Hacienda y, se prevé, a las 11 otra con el presidente Javier Milei en la Casa Rosada, además de contactos con referentes del sector privado. Por ahora entre los funcionarios eligen no confirmar ni desmentir la posibilidad de una línea de asistencia adicional desde el Tesoro norteamericano, alternativa que comenzó a sonar en los últimos días.
En el momento en que Bessent se siente con los funcionarios, el mercado oficial comenzará su primer día de operaciones con un cambio drástico en las reglas. El tipo de cambio dejará de estar administrado por el crawling peg de 1% mensual rígido y el mercado determinará, con el flujo de oferta y demanda que tenga desde ese momento, en qué lugar de la banda de flotación se acomodará. El BCRA se reservará la posibilidad de actuar incluso antes de que toque el piso o el techo, aunque el criterio es discrecional.
El Gobierno cree que por la eliminación de la mayor parte del cepo la brecha debería desaparecer en un corto plazo. Eso sucedería aunque queden vigentes precios diferenciales para dólar turista, restricciones para los dividendos pendientes de giro al exterior, amortización de deudas, o para el pago de importaciones de algunos servicios o de bienes de lujo, especificó el informe del staff del Fondo Monetario.

Con todo, la expectativa oficial es que el nuevo dólar flotante debería tender hacia la parte baja de la banda de flotación por ingresos de divisas, primero por una inyección de stock desde el FMI, otros organismos internacionales y el Repo con bancos privados, por unos USD 19.600 millones en los próximos dos meses. Como segunda etapa, también esperan un flujo positivo por la cuenta capital externa -por ejemplo, por inversión externa directa en economía real o financiera-, que deberá cubrir una cuenta corriente deficitaria por una balanza comercial que este año será menos favorable.
En los despachos oficiales reconocen que la demora en el cierre final con el FMI deterioró el frente de las reservas. “Hubo inestabilidad en la demanda de dinero, adelanto de importaciones y exportaciones pisadas. Al estar perdiendo reservas, no podíamos defendernos porque estabámos con el hermetismo de la negociación”, aseguran altas fuentes oficiales. El viernes, último día del esquema cambiario anterior, el BCRA llegó a perder casi 400 millones de dólares como saldo vendedor en el mercado oficial, lo que marcaba que el mercado esperaba de manera inminente un volantazo en la política cambiaria.
Escenarios posibles
En el mercado arriesgan escenarios posibles para la apertura de la actividad cambiaria bajo el nuevo esquema. “Si el mercado llegara a poner el dólar en $1.080, seguirá estando atrasado, en tanto que la entrada de capitales estaría financiando un déficit de cuenta corriente. Lo atrasado o no del peso no depende de si lo convalida el mercado sino de si permite un saldo comercial que le dé robustez intertemporal a la macroeconomía (y que ese saldo positivo no esté explicado únicamente por petróleo y gas)”, planteó en un informe la consultora LCG.
Desde el viernes y durante el fin de semana los bancos estuvieron trabajando en sus sistemas de home banking para adaptarlos a la nueva operatoria. Por caso, Banco Macro ya tiene todo listo para la compra y venta de dólares a las cotizaciones que surjan del nuevo sistema de flotación dentro de la banda de 1.000 a 1.400 pesos.
El equipo económico y el FMI acordaron dejar por escrito un plan de contingencia para afrontar posibles presiones cambiarias con la implementación del nuevo esquema de dólar flotante entre bandas
“De acuerdo con la evolución reciente del mercado y de la dinámica de las reservas, es posible que el valor suba inicialmente, tal vez intentando testear la banda superior. El BCRA podría primero dejar al mercado actuar para leer mejor las condiciones de demanda de dólares, pero eventualmente podría intervenir prematuramente para evitar salto fuerte en inflación”, concluyó en un informe pocas horas después de conocido el anuncio oficial.
Con todo, el equipo económico y el FMI acordaron dejar por escrito un plan de contingencia para afrontar posibles presiones cambiarias con la implementación del nuevo esquema de dólar flotante entre bandas. Así fue manifestado en el informe de staff que difundió el Fondo Monetario el viernes a última hora.

“La liberalización de las restricciones cambiarias se ha calibrado para que sea gradual a fin de eliminar una posible fuente de inestabilidad durante este proceso de estabilización. Sin embargo, en un contexto de elevados riesgos externos e internos, se necesitan planes de contingencia para asegurar un proceso de transición ordenado, y las autoridades están preparadas para endurecer las políticas fiscales y monetarias, entre otros ajustes, según sea necesario”, indica el reporte del staff, elaborado en conjunto con el Gobierno. En ese sentido, mencionan tres puntos:
- “Las condiciones de liquidez se endurecerían según sea necesario (con un aumento endógeno de las tasas de interés) si surgen shocks negativos en la demanda de dinero”, como primer punto.
- “La política fiscal también se endurecería según sea necesario para salvaguardar la acumulación de reservas y la estabilidad, mediante medidas a disposición del Ejecutivo. Además, si los ingresos no son suficientes, las autoridades reducirían el gasto primario en consecuencia, mientras que cualquier excedente de ingresos se ahorraría o se utilizaría para reducir los impuestos distorsionantes a las exportaciones (si la ganancia extraordinaria es permanente) para impulsar la competitividad”, mencionó el FMI. Por lo pronto, el Gobierno ya anticipó que aunque la meta con el organismo es de un superávit primario de 1,3% del PBI, buscará terminar el año con un 1,6% de excedente primario.
- “El ritmo y la secuencia de la flexibilización de las restricciones cambiarias se ajustarían según sea necesario (por ejemplo, mediante una liquidación más gradual de la cartera de dividendos) para salvaguardar la estabilidad. Además, una gestión ágil de la deuda seguiría garantizando la refinanciación de la deuda interna”, apuntó el FMI como tercer punto del plan de contingencia.

Una fuente potencial de shocks que identifican en el Ejecutivo es la guerra arancelaria que inició Donald Trump y que provocó un tembladeral financiero en las últimas semanas. “Hubo un cambio de orden mundial, el mundo que vimos hasta hace unas semanas no existe más”, definió una alta fuente del Poder Ejecutivo. Los documentos que acompañaron el acuerdo con el FMI le pusieron números a este tema.
“Un análisis preliminar sugiere que, si bien se espera que el impacto directo de los recientes aranceles estadounidenses sobre Argentina sea pequeño (dados los vínculos comerciales limitados), los efectos colaterales de aranceles altos y ampliamente aplicados podrían ser considerables, lo que subraya la importancia de una sólida planificación de contingencias”, aseveró el informe de staff.
“Las exportaciones argentinas a Estados Unidos alcanzaron los 6.500 millones de dólares (aproximadamente el 1 % del PIB) en 2024. Por lo tanto, el impacto directo del arancel del 10 % es pequeño (menos del 0,1% del PIB), incluso considerando los aranceles estadounidenses más elevados sobre las importaciones de aluminio y acero (las exportaciones a Estados Unidos ascienden a tan sólo 600 millones de dólares)”, concluyó el Fondo Monetario.