
El 3,7% de inflación de marzo fue un duro golpe para el Gobierno, que lo recibió un par de horas antes del anuncio de un nuevo acuerdo con el FMI y un cambio de rumbo de la política cambiaria.
La suba de los alimentos (5,9%), el inicio del ciclo lectivo y los aumentos de bienes “estacionales”, asociados al cambio de temporada, jugaron en contra. “Marzo es un mes donde INDEC siempre da más alto que lo que estiman las consultoras. Los productos estacionales jugaron particularmente en contra, con una suba del 8,4%”, subrayó en la red X Daniel Schteingart, del Centro de Estudios Fundar.
La consultora ACM, por su parte, destacó que los servicios siguen siendo los principales impulsores de la inflación y destacó los aumentos en vivienda (agua, gas, electricidad), educación, comunicación y transporte. Pese a la intención oficial de desactivar el motor tarifario, “aún persiste la diferencia entre la evolución de los bienes y los servicios, aunque el ajuste en precios regulados fue significativo, hacia delante todavía queda margen para que siga la misma dinámica”, notó en un informe, en el que precisó que en los últimos doce meses la inflación en servicios (99,2%), más que duplicó la de bienes (41,8 por ciento).
El mal trago inflacionario oficial de este marzo recuerda al de marzo de 2019, cuando durante la gestión de Mauricio Macri el IPC marcó un aumento del 4,7%, a cinco meses de las PASO que en agosto sellarían la suerte electoral del gobierno.
La diferencia cualitativa entre aquel momento y el actual es sin embargo mayor que la diferencia cuantitativa de un punto porcentual entre aquel 4,7% y este 3,7% de inflación de marzo
La diferencia cualitativa entre aquel momento y el actual es sin embargo mayor que la diferencia cuantitativa de un punto porcentual entre aquel 4,7% y este 3,7% de inflación de marzo.
Hace seis años, pocos días antes de que se iniciara el aumento del 4,7% el gobierno había recibido un tercer desembolso del Fondo, por USD 10.800 millones, que llevó los desembolsos acumulados desde el inicio del acuerdo de 2018 con el organismo a USD 38.900 millones.

El acuerdo original, de mediados de junio de 2018, ya había sido modificado con un aumento del monto y no había logrado detener la salida de fondos.
De hecho, la facilitó, mientras el gobierno de Macri celebraba el descenso de la inflación, que descendió a desgano del 6,8% mensual en agosto de 2018 a 2,8% en diciembre, en medio de un durísimo apretón monetario por parte del Banco Central que llevó las tasas de interés a niveles del 70% anual.
Por el contrario, desde el inicio de la actual gestión, Economía priorizó reducir las tasas de interés, aunque estas se mantuvieron por sobre el ritmo de deslizamiento (crawling peg) del dólar oficial, facilitando el carry trade, la bicicleta financiera entre pesos y dólares que se interrumpió semanas atrás y que busca dejar definitivamente atrás el nuevo y ancho esquema de bandas cambiarias.
El 4,7% de marzo de 2019 forzó al gobierno al anuncio de un paquete de “alivio”: no habría más ajustes tarifarios y se hizo un acuerdo “voluntario” con 16 empresas de consumo masivo
El 4,7% de marzo de 2019 forzó al gobierno al anuncio de un paquete de “alivio”: no habría más ajustes tarifarios y se hizo un acuerdo “voluntario” con 16 empresas de consumo masivo para congelar durante 6 meses los precios de 60 productos de la canasta básica, que incluían aceites, arroz, harinas, fideos, leche, yogur, yerba, azúcar, conservas, polenta, galletitas, mermeladas y bebidas (en marcas que poco después Cristina Kirchner bautizó como “pindonga y cuchuflito”).

Otras medidas “heterodoxas” fueron la promesa empresaria de asegurar la disponibilidad de los productos en 2.500 puntos de venta; centenares de funcionarios recibieron escáneres de control del listado de precios, que se difundió el 22 de abril.
Los frigoríficos exportadores acordaron vender 120 toneladas semanales de asado, vacío y matambre a $149 el kilo (contra un consumo mensual de 70.000 toneladas), por decreto se publicaron medidas para “evitar abusos de posición dominante” y sancionar “conductas desleales o anticompetitivas” y la entonces AFIP concedió un nuevo plan de 60 cuotas para pymes con atrasos tributarios.
La Anses, en tanto, a través de tarjetas de débito asociadas, anunció descuentos de entre 10% y 25% para jubilados y perceptores de planes sociales en alimentos, ropa, electrodomésticos, materiales de construcción, viajes y turismo, una nueva ola de créditos, rebajas en farmacias y un “descuento” del 22% del gas durante el invierno, a pagar en los meses de verano, de menor consumo. Incluso peajes y telefonía celular fueron congelados hasta después de las PASO y se anunciaron créditos para el pago de conexiones a la red y un nuevo llamado al plan ProCrear.
La inflación volvió a bajar lentamente: 3,2% en abril, 3% en mayo, 2,6% en junio, 2,1% en julio, hasta que en agosto el programa colapsó por completo con un nuevo salto del dólar, que se fue a $60 el lunes 12 de agosto, el día después de la contundente victoria de la fórmula Fernández en las PASO de 2019
La inflación volvió a bajar lentamente: 3,2% en abril, 3% en mayo, 2,6% en junio, 2,1% en julio, hasta que en agosto el programa colapsó con un nuevo salto del dólar, que se fue a $60 el lunes 12 de agosto, el día después de la derrota oficialista en las PASO de 2019. La inflación fue del 3,9% ese mes, saltó al 5,6% en septiembre y fue amortiguada en parte por la reducción (del 21% al 10,5%) del IVA a los alimentos.
En noviembre, tras la elección que consagró en primera vuelta a la fórmula Fernández-Fernández, la inflación mensual seguía por arriba del 4%, piso que recién perforó en diciembre, el mes del cambio de gobierno, para cerrar el año en 53,8 por ciento.
Una importante diferencia cualitativa, que Luis Caputo resaltó en rueda de prensa con el presidente del BCRA -Santiago Bausili- fue que el acuerdo con el Fondo, para obtener un desembolso inicial más suculento del que se esperaba, es que hace más de 15 meses la gestión Milei cuenta con superávit fiscal primario. No fue suficiente para dominar la inflación en la medida que el gobierno esperaba, pero es una base distinta para lo que venga en adelante.
Con la eliminación del dólar blend, las reservas del BCRA engordadas por el aporte del FMI y otros organismos multilaterales de crédito, la prórroga por un año de la devolución de la parte activada del canje de monedas con China y el inicio de la etapa fuerte de liquidación de agroexportaciones, Economía y el Central armaron un paquete de poco más de USD 23.000 millones con el que pretenden infundir confianza y revertir una dinámica que desde el inicio del año había provocado una sangría de dólares.
He ahí la diferencia fundamental entre marzo de 2019 y marzo de 2025: hace seis años el programa con el Fondo y el flujo de dólares ya estaba gastado; ahora, el juego recién empieza.