
Al final de 2024, reconozco que el panorama resultaba confuso. Tres escenarios parecían igualmente probables para el nuevo año: una gran expansión de nuevo en las bolsas estadounidense, argentina y mundial; una caída moderada; o ganancias de entre el 0 y el 5 por ciento. Enero trajo algo de claridad y pude constatar cómo, en Europa, el deterioro del sentimiento inversor había sido mucho mayor de lo que la realidad justificaba. Esto es un factor alcista, por lo que podemos esperar que 2025 sea un buen año liderado por el mercado europeo.
Las acciones descuentan con eficacia la información y las opiniones ampliamente comentadas, de modo que, para acertar con las previsiones, es necesario disponer de información importante que los demás ignoren. Unas ganancias fuertes sorprenderían a la mayoría, pues el índice estadounidense S&P 500, de trascendencia internacional, no ha encadenado tres años seguidos de alzas superiores al 20% desde finales de los años noventa. De hecho, de entre 58 estimaciones de profesionales, solo una prevé que se superará esa barrera. El margen de sorpresa, por lo tanto, da mayor verosimilitud a las grandes ganancias.
Asimismo, el primer año de mandato presidencial en Estados Unidos (como 2025) ha sido positivo el 60% de las veces desde 1926. En esos casos, la revalorización, normalmente, ha sido enorme. Además, si tenemos en cuenta la buena forma de los indicadores empresariales, cabe esperar un aumento de los beneficios. Gracias a las elevadas correlaciones bursátiles y la enorme relevancia de Estados Unidos, los buenos resultados se propagarán por todo el mundo.
Ahora bien, ¿cuál es el principal motivo de mi optimismo? El excesivo pesimismo que reina en Europa. Muchos inversionistas estadounidenses han celebrado la victoria de los republicanos por su supuesta protección de las empresas. En Argentina, la reacción ha sido similar y el entusiasmo está aumentando al compás de las reformas de Milei. Incluso los inversionistas extranjeros aplauden sus iniciativas mientras se calma la elevada inflación. Las encuestas a los consumidores revelan una renovada esperanza por el crecimiento e incluso el presidente argentino podría plantear un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
El primer año de mandato presidencial en Estados Unidos (como 2025) ha sido positivo el 60% de las veces desde 1926
En claro contraste, el desánimo se ha apoderado de Europa, el foco de los ataques de Trump, quien ha sembrado de caos la política y ha puesto en jaque el comercio con sus aranceles, y donde las economías alemana y francesa generan mucha inquietud.
Esta negatividad eleva el “muro de las preocupaciones” que los mercados alcistas suelen escalar y acerca la posibilidad de sorpresas positivas. En cambio, la mayor ilusión que despiertan las bolsas estadounidense y argentina supone un obstáculo.
En primer lugar, es posible que los aranceles no lleguen a concretarse. En su primer año de mandato, Trump ya amenazó a la UE con gravar las exportaciones de automóviles, pero, al final, fue una forma de negociar acuerdos, como hizo en el caso de los reducidos gravámenes a los metales.
Incluso si finalmente se impusieran los aranceles, solo el 16% de las exportaciones de bienes de la UE se destinan a Estados Unidos. El intercambio de servicios no se vería afectado y, si no son universales, los aranceles serían fáciles de evitar, como ya sucedió la última vez. En definitiva, hay mucho margen para el alivio en Europa.
Por su parte, solo el 8% de las exportaciones de Argentina están destinadas a Estados Unidos. No se puede descartar un pacto bilateral que eleve esa cifra, pero aquí las sorpresas positivas parecen menos probables.
Si nos centramos en el sentimiento, se diría que Europa está atrapada en una encrucijada de la que no podrá salir por culpa de la debilitada economía alemana. De hecho, incluso un crecimiento plano sería toda una sorpresa. Así sucedió el año pasado precisamente en Alemania, Reino Unido y otros países.
Solo el 16% de las exportaciones de bienes de la UE se destinan a Estados Unidos
En el frente político, la incertidumbre en Europa es elevada ante las elecciones en Alemania y la inestabilidad del Gobierno francés. Sin embargo, estos acontecimientos ya están en gran medida asimilados, y tanto los comicios como las negociaciones reforzarán el bloqueo político, reduciendo, a su vez, la incertidumbre.
Todos estos factores favorecen el auge de la renta variable mundial, pero sobre todo de la europea. De ahí que esta región haya tomado la delantera a Estados Unidos y Argentina en las primeras tres semanas de enero, y que las acciones alemanas y británicas no hayan dejado de registrar máximos históricos.
No me malinterprete: al índice Merval y a los mercados estadounidenses les irá bien, pero el pesimismo presente en Europa está sembrando el camino para que la región despunte por encima del resto en 2025.