
El gobierno de Italia, encabezado por Giorgia Meloni, restringió la posibilidad de acceso a la ciudadanía de ese país a dos generaciones, lo que afectará a miles de argentinos con ascendencia italiana, producto de la gran inmigración del siglo XX. Pero además de los lazos de sangre, lo que acerca a ambas naciones es la considerable relación económica.
Por su histórica inmigración y sus raíces en la península itálica, Argentina tenía habitando en su territorio a 924.335 ciudadanos italianos en 2022, de acuerdo con datos de su instituto nacional de estadísticas (ISTAT). Esto representa la mayor comunidad de italianos en el mundo fuera de Italia. Se supera a Alemania (822.251), Suiza (637.417), Brasil (562.871), Francia (465.339) o Reino Unido (464.951).
Resalta que 20.000 descendientes obtuvieron la nacionalidad del país europeo en 2023 en virtud del derecho de sangre y en 2024, 30.000.
Más allá de esta cuestión, los lazos comerciales, productivos y empresariales con Italia son históricos y no menores. “En 1835 el Reino de Cerdeña enviaba su primer Cónsul General a Buenos Aires, iniciando una relación diplomática que es previa a la propia Unificación Italiana”, señaló en un informe la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En la actualidad, es nuestro tercer socio comercial europeo, detrás de Países Bajos y España.
Este quizás es uno de los motivos que explican los reiterados encuentros que han mantenido Meloni y el presidente Javier Milei, a quien incluso se le otorgó la ciudadanía.

En detalle, cerca de la mitad de las exportaciones argentinas hacia dicho destino consisten en harina de soja, la cual se despacha casi en su totalidad desde los puertos del Gran Rosario. Así, Argentina abastece más del 60% de las importaciones italianas de este producto.
Además, se le venden mariscos, carne bovina, legumbres, subproductos del maní y extracto de quebracho, entre otros. Estos envíos presentan un enorme potencial de crecimiento. De hecho, en 2024 las exportaciones argentinas a Italia totalizaron más de USD 1.080 millones, creciendo un 35% y marcando su mayor nivel en 7 años. De todos modos, la balanza comercial fue deficitaria para Argentina, siguiendo la tendencia de la última década.
“Santa Fe generó cerca del 35% de las ventas locales a Italia, si se promedia el período 2018-2023, y es la provincia que más exporta a este destino, por un total de más de USD 330 millones al año”, destacó la BCR.
Por otra parte, Italia fue el octavo origen de importaciones de Argentina en 2024, superando los USD 1.300 millones. Entre los principales bienes provenientes del país mediterráneo, se encuentran medicamentos, motores, autopartes, productos de la industria petroquímica e insumos para la agroindustria. Es decir, Italia es un proveedor relevante de bienes de capital.

De igual manera, las inversiones italianas en el país son significativas. El viceprimer ministro de Italia Antonio Tajani precisó meses atrás que “más de 300 empresas emplean a unos 16.500 trabajadores en Argentina, con una facturación de aproximadamente 2.640 millones de euros en sectores clave como el automóvil, la energía, las infraestructuras, la agroalimentación y los seguros”.
“Debemos incrementar la presencia de las pequeñas y medianas empresas que pueden venir en consorcio a hacer inversiones en Argentina”, dijo también el funcionario en su visita a Buenos Aires.
El volumen de inversión extranjera directa supera los USD 1.345 millones a junio de 2024, según datos del BCRA.
El vínculo se vería fortalecido si avanza la ratificación del acuerdo de libre comercio Unión Europea- Mercosur. En este sentido, el canciller uruguayo Omar Paganini confirmó recientemente que Italia respaldará el pacto.
“La Comisión Europea está muy comprometida y confirmamos el apoyo de Italia, lo cual indica que se podría superar un bloque y el acuerdo podría entonces pasar a la firma y después a la aprobación parlamentaria”, sostuvo.
“Hay grandes oportunidades de que esto finalmente se concluya”, indicó Paganini y añadió: “Todo el mundo ve con cierto optimismo que esto pueda concretarse en el 2026, probablemente en el primer semestre”.
En diciembre pasado Meloni había afirmado que estaba estudiando el tratado en detalle por el impacto en el sector agrícola, que a su vez es la razón por la cual Francia se opone enfáticamente.
“Debemos garantizar para nuestros agricultores los necesarios mecanismos de salvaguarda”, había explicado la dirigente de ultraderecha.