
Al cierre del viernes 21 de marzo Berkshire Hathaway, el holding de inversiones de Warren Buffett, el legendario inversor de EEUU, que en agosto cumplirá 95 años, aumentó su “capitalización de mercado” (Market Cap), es decir el valor bursátil de la empresa, a 1,13 billones (millones de millones) de dólares y pasó a ser la octava más valiosa del mundo, superando a la taiwanesa TSMC, la principal productora de semiconductores (chips) del mundo, cuyo valor de mercado es de USD 917.000 millones, y dejando fuera del Top 10 a Tesla, la empresa más valiosa de Elon Musk, que fue relegada al puesto número once.
Sucede que desde el inicio del año el valor de Berkshire aumentó un 16,4%, contra una caída del 3,7% del índice S&P 500 y caídas mucho más pronunciadas de las “Magníficas 7″, las compañías tecnológicas que en 2023 y 2024 habían impulsado la euforia bursátil.
Las “Magníficas 7″ son Apple, que sigue siendo la empresa más valiosa del mundo, pero desde el inicio del año registra una caída del 15%; Nvidia, la principal productora de procesadores gráficos, que retrocedió 14,4%; Microsoft, cuya acción perdió 9,1%, Amazon (-11,6%), Alphabet, la compañía madre de Google (-15%) y Tesla, la empresa más valiosa de las varias fundadas y manejadas por Musk, que se desplomó un 42,3 por ciento. Solo Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, se salvó del diluvio, aunque no pudo evitar el signo negativo, que limitó a una caída del 0,23 por ciento.

En buena medida, la filosofía de Buffett, que impregna la cultura de inversión de Berkshire Hathaway, explica estas diferencias. El llamado “Oráculo de Omaha” no es partidario de las modas ni se sube fácilmente a las euforias.
Esa filosofía se refleja en los resultados. En los últimos 30 años, desde 1996 hasta lo que va de 2025, Berkshire tuvo solo seis de caída pasajera de su valor: en 1999 retrocedió un 6,43%, porque evitó la fiebre “tecnológica” del momento, lo que le ahorró el colapso que las llamadas “empresas puntocom” tuvieron a partir del 13 de marzo de 2000 y que las llevó a perder en los dos años siguientes el 78% de su valor.
Berkshire también registró caídas de valor en 2002 (-3,4%), 2008 (-31,8%, en medio de la megacrisis que arrasó el mercado bursátil y la economía mundial), 2011 (-4,59%), 2015 (-12,2%) y 2020 (-1,5%, una pérdida bastante limitada en el primer año de la pandemia, en que hubo caídas mucho más pronunciadas y prosperaron las empresas ligadas a la virtualidad, como Zoom).
Entre puntas, de 1996 al viernes 21 de marzo, el valor de Berkshire Hathaway aumentó 2.590%, de 42.000 millones a 1,13 billones (millones de millones) de dólares. Alguien que en 1996 hubiere invertido 10.000 dólares en Berkshire podría hoy vender sus acciones en 269.000 dólares.
Consistencia
Buffett no logró ese resultado en base a súper-rendimientos en años mágicos (como sí sucedió con algunas “tecnológicas”), sino en base a consistencia. En 6 de esos años los avances en el valor de Berkshire fueron inferiores al 10%, en 6 se ubicaron entre 10 y 20%, en 9 entre 20 y 30%, y en solo 3 superaron el 30 por ciento.
Los principios de Buffet para evaluar una posible inversión son muy sencillos, según se resumen en “El modo Buffett”, una biografía de 2013 escrita por Robert Hagstrom, quien contó la historia personal de Buffett y el efecto que tuvieron sobre él dos influyentes asesores de inversión de la década del treinta del siglo pasado: Ben Graham y Philip Fisher.
Buffet fusionó las enseñanzas principales de sus maestros.
De Graham tomó la importancia del “margen de seguridad”, basado en fijar criterios estrictos y cuantitativos para identificar empresas cuyas acciones estén subvaloradas en el mercado. Según Graham, las fluctuaciones a corto plazo del mercado no son relavantes: las inversiones deben enfocarse en el largo plazo.
De Fisher incorporó la importancia de la gestión empresarial, la gerencia, en el valor de una compañía. Fisher decía además que una diversificación excesiva no reduce el riesgo, sino que lo incrementa, pues dificulta el seguimiento de la gestión.
Buffett sintetizó esos aportes en la siguiente mezcla: análisis cuantitativo de las oportunidades de inversión y evaluación cualitativa de las empresas y de sus gestores, el “management”.
Cinco preguntas
Las cinco preguntas básicas que se hace Buffett para evaluar inicialmente una inversión son las siguientes:
Desde el punto de vista del “negocio”.
- ¿Es el sector en el que actúa o el negocio de la empresa-objetivo algo claro y entendible desde la perspectiva del inversor? Si las explicaciones son poco claras o excesivamente complejas, probablemente sea un mal negocio.
- ¿Tiene la empresa una gestión históricamente consistente?
- ¿Tiene el negocio una perspectiva favorable a largo plazo?
Desde el punto de vista de la gestión
- ¿Tiene la empresa una gerencia racional?
- ¿Es el management de la empresa abierto y honesto con sus accionistas?
Con esas preguntas y algunos principios básicos más, Buffett llegó muy lejos, en especial si se tiene en cuenta el modesto lugar desde donde empezó.

Un largo camino
En 1956, a sus 25 años, Buffett fundó una sociedad de inversión con un capital inicial de 105.000 dólares aportados por 7 socios. Él, como socio general, puso solo 100 dólares. Los socios recibirían un interés anual del 6% y el 75 % de las ganancias por sobre ese margen y Buffett se quedaría con el 25 % restante. El modelo fue muy exitoso: la sociedad logró un rendimiento del 30% anual acumulativo.
En 1965 Buffett liquidó su parte en la sociedad por USD 25 millones y con parte de esa suma adquirió una participación mayoritaria en Berkshire Hathaway, una empresa textil, de manufactura de algodón, en serias dificultades.
Dos años después, en 1967, compró dos compañías de seguros, un rubro que le sería muy redituable, porque le aseguró un flujo constante de cash, que utilizó para invertir en acciones y bonos. En solo dos años, la cartera de inversiones de Berkshire Hathaway pasó de USD 7,2 millones a USD 42 millones. Recién entonces Buffett cerró el sector textil, pero mantuvo el nombre original, Berkshire Hathaway, para lo que pasó a ser “una sociedad de cartera diversificada”.
El Buffett way también incluye la venta estratégica de activos para acumular efectivo, como hizo Berkshire en 2024 al reducir su participación en Apple, una tenencia histórica, y en el Bank of America, empresas cuyas cotizaciones bursátiles cayeron en lo que va del año 15 y 20% respectivamente. Con parte de la liquidez ganada Buffett y su equipo de inversión decidieron aumentar la tenencia de bonos del Tesoro de EEUU, cuyo rendimiento en el último año y medio se cuadruplicó, del 1 al 4% anual.
El enfoque actual prioriza precaución y liquidez, pero no es exclusivamente defensivo, pues Berkshire también sostuvo e incluso aumentó sus inversiones en empresas como Occidental Petroleum, más conocida como Oxy, por cuya CEO, Vicky Hollub, Buffett tiene un particular aprecio.
Lo más destacable de la trayectoria del Oráculo de Omaha a lo largo de siete décadas como inversor ha sido su capacidad para adaptarse y anticiparse a los cambios en la economía y en el mundo de la inversión, pero siempre teniendo en cuenta los principios básicos.
Por cierto, le ha ido muy bien.