
Iván Carrino es economista, director IC Consulting, y uno de los analistas que desde el inicio de la gestión de Javier Milei avaló la evolución del programa económico. Hace un año, anticipaba en diálogo con Infobae que el país debería acostumbrarse a un dólar que sube por debajo de la inflación y señalaba que la prioridad debía ser ordenar las cuentas públicas.
En esta entrevista, analiza el discurso que el Presidente ofreció ante la Asamblea Legislativa, el rumbo económico delineado para 2025 y los principales desafíos que enfrenta el Gobierno para consolidar el cambio de régimen que plantea.
— ¿Qué evaluación hace del mensaje del Presidente en la apertura del segundo período de sesiones ordinarias?
— Bueno, antes de ir de lleno a la respuesta, me gustaría marcar que no me gustan las adjetivaciones, ni la exageración de los números. Dicho esto, creo que lo mejor del discurso fue que se reafirmó el rumbo de austeridad fiscal por la vía del gasto público, y que a eso se sumó un compromiso con una mayor apertura de la economía, una nueva ley laboral y también con una reforma tributaria que baje los impuestos (con la promesa de eliminar las retenciones incluida). Para cualquiera que considere que una economía más libre garantiza mayor prosperidad, esto es una buena noticia.
— Milei afirmó que “no importa la foto sino la tendencia”. ¿Cómo interpreta esa frase? ¿Fue una referencia a la corrección de los activos financieros en febrero o apunta a una mirada más estructural?
— Supongo que está hablando en relación con eventos recientes que han hecho que el riesgo país deje de bajar, o que las acciones en el mercado muestren una corrección importante en febrero (están 14% abajo en el año, medidas al dólar CCL, después de haber aumentado 123% en todo 2024). Ahora, a pesar de esta coyuntura, si el rumbo fiscal y de ordenamiento macro se mantiene, y las reformas promercado continúan implementándose, más allá de correcciones temporarias, el futuro va a ser mejor.
“Si el rumbo fiscal y de ordenamiento macro se mantiene, y las reformas promercado continúan implementándose, más allá de correcciones temporarias, el futuro va a ser mejor”
Pero claro, esto ya no depende sólo de la voluntad del Presidente, sino de que la sociedad confirme el rumbo en las legislativas de este año. Y si bien el compromiso del gobierno con la racionalidad económica parece completamente garantizado, no lo está la voluntad del electorado, y creo que eso puede generar un poco o bastante ruido en corto y mediano plazo.
— El Presidente citó un estudio de Pablo Nicolini y Tobías Martínez González que estima un potencial de crecimiento del PBI de 4,5% por habitante sin déficit fiscal. Tras una década de estancamiento y caída de la inversión, ¿ese umbral es alcanzable en el corto plazo?
— Bueno, la economía cerró el último trimestre de 2024 creciendo al 5,1% anualizado, o sea que sería cuestión de mantener ese ritmo de crecimiento a lo largo de 2025, una meta que no parece inalcanzable.
Además, Nicolini es un académico de gran prestigio y el punto que hace es muy sensato: Argentina no creció en las últimas décadas por sus desbalances fiscales, que terminaron en crisis de deuda y crisis de inflación. Y en eso estamos todos de acuerdo, desde Murray Rothbard hasta el exministro Martín Guzmán (no sé Axel Kicillof, jajaja).

Al margen de los números concretos, creo que es casi inobjetable que, si la política económica de Argentina sigue por este camino de mayor ortodoxia, entonces empezará a ser más previsible y crecer de forma sostenida, como lo han hecho muchos de nuestros vecinos como Chile, Perú o Uruguay.
Desde 1990 cualquiera de estos países duplicó el crecimiento per cápita de Argentina. Y si tomamos como base el año 1998, el máximo valor de la convertibilidad, el crecimiento per cápita de Argentina fue solo 5%, contra 57% de Uruguay, o 105% de Perú. ¿Qué hicieron ellos? Nada raro, simplemente no hicieron locuras.

— En su discurso, Milei ratificó el compromiso con el equilibrio fiscal y el ajuste del gasto público. ¿Cómo evalúa ese sendero? ¿Alcanza para consolidar la estabilidad o es necesario avanzar con reformas estructurales adicionales?
— Creo que sin duda es una condición necesaria. Sin orden fiscal, nada. Pero no parecería ser una condición suficiente. Y me parece que el Gobierno también entiende esto, por lo cual anunció que va a avanzar con mayor flexibilización y más reformas liberalizadoras.
Del discurso oficial se desprende que se vienen más privatizaciones, un mercado laboral más libre, un comercio internacional más abierto -incluso tal vez fuera del Mercosur-, y menos impuestos para las empresas.
“Del discurso oficial se desprende que se vienen más privatizaciones, un mercado laboral más libre, un comercio internacional más abierto, y menos impuestos para las empresas”
Todo este paquete debería conducirnos a una economía más dinámica y –por lo tanto- más inclusiva, en el sentido de que mucha más gente tendrá acceso a un mejor trabajo y un mejor nivel de vida.
— El Gobierno logró reducir a la mitad la inflación en su primer año y proyecta llevarla a menos de la quinta parte en 2025. ¿Es una meta realista o hay factores, como precios reprimidos o administrados, que podrían complicar ese objetivo?
— Ante todo, le digo que en noviembre de 2023 los economistas consultados por el BCRA proyectaban una inflación anual de 226,7% para fines de 2024. La inflación observada fue de alrededor de 117%, y a lo largo del 2024 las proyecciones fueron convergiendo cada vez más al dato observado.
Hoy en día la expectativa es que en 2025 la inflación cierre en 21,9%, con lo cual hay un alineamiento importante entre lo que ve el Gobierno y lo que proyecta el sector privado.

Acá creo que lo que opera es que el Gobierno, por un lado, ataca las causas de fondo de la inflación -que son el déficit fiscal financiado con emisión monetaria-, y también agrega un crawling peg del 1%, lo que, a pesar de que no nos guste el cepo cambiario, también contribuye a anclar las expectativas.
El desafío será consolidar el descenso de la inflación sin tener cepo cambiario, algo que creo que es también perfectamente alcanzable si se mantiene este sendero de sensatez y sentido común económico.
— Milei planteó la necesidad de cerrar un acuerdo con el FMI para sanear el balance del Banco Central, eliminar las Letras Intransferibles y salir del cepo cambiario. ¿Qué condiciones debería cumplir el Gobierno para que ese proceso sea viable?
— Acá hay un tema, porque yo siempre pensé que no hay ningún requisito para salir del cepo cambiario. En la medida en que el cepo cambiario responde a un precio para el dólar que -sin restricciones de acceso- potencialmente vacía las reservas del BCRA, lo que hay que hacer es liberar el precio del dólar y permitir que el precio lo fije el mercado. Claro que esto, si aparece volatilidad en el mercado de cambios, puede complicar la desinflación, pero entiendo que es un riesgo que hay que correr.

En cualquier caso, el Gobierno lo ve distinto, y cree que lo mejor que se puede hacer antes de salir del cepo es llenar de dólares las reservas del BCRA. Y, como no logran hacerlo a pesar de haber comprado casi USD 19.000 millones en 2024, apuestan a una inyección de fondos del FMI.
Bueno, si eso pasa, se sale del cepo con más dólares en las reservas, con lo cual tenés mayor control sobre el tipo de cambio, pero a costa de tener más deuda externa. Puede salir bien, no toda deuda es mala, claro, pero “el que se quemó con leche ve la vaca y llora”.
— El Presidente propuso avanzar hacia el Pacto de Mayo con gobernadores y otros sectores. ¿Qué impacto real puede tener ese acuerdo sobre la marcha de la economía?
— Argentina tiene un problema que es el tamaño de su sector público. Este ha generado déficit fiscal y nos llevó a crisis, pero también es un problema el gasto público en sí mismo por su ineficiencia. El gobierno gasta plata que no es propia en fines que no son propios, entonces no cuida ni la eficiencia del gasto, ni tiene muchos incentivos para cuidar la calidad de ese gasto.
“Argentina tiene un problema que es el tamaño de su sector público. Este ha generado déficit fiscal y nos llevó a crisis, pero también es un problema el gasto público en sí mismo”
Es por esto que se suele considerar que el sector privado es mejor en la asignación de recursos que el sector público, y es por esto que un compromiso con un menor gasto público es una buena noticia para la economía. Lo que sí, es bastante difícil avanzar en este camino en un país que ha adorado a “papá estado” por tantos años.
Por otro lado, incluso si el Pacto de Mayo fuera apoyado por un número importante de gobernadores, todavía quedarían dudas de si no será abandonado apenas llegue otro gobierno. Sobre Argentina pesan las dudas porque su currículum en términos de austeridad fiscal y gasto público es muy malo.

— En términos de inserción internacional, Milei reiteró su postura a favor de acuerdos de libre comercio y mayor apertura. ¿Es viable un giro de esa magnitud, que implique redefinir el vínculo con el Mercosur y priorizar un acuerdo bilateral con Estados Unidos?
— Lo veo como algo deseable. Si hay un punto donde la mayoría de los economistas coinciden es en que mayor comercio es mejor para la economía y mejor para reducir la pobreza. Sin embargo, ahora está en auge un nuevo nacionalismo, con Donald Trump a la cabeza, imponiendo aranceles a todo el mundo y repitiendo la falacia mercantilista de que el déficit comercial es malo para su país.
Por otro lado, el Mercosur también impone trabas, y hasta hace poco estaban Lacalle Pou y Bolsonaro, que querían libre comercio, pero ahora Uruguay y Brasil volvieron a posiciones proteccionistas. O sea, o se rompe con el Mercosur o no hay mucho margen de apertura de la economía.
— En el plano productivo, el mensaje presidencial destacó el potencial exportador de sectores como energía y minería. ¿Esa estrategia puede consolidarse como el principal motor de crecimiento y generación de divisas? ¿Qué implicancias tendría para la industria local?
— Hay un dato muy evidente en este tema. Entre 2018 y 2024 las exportaciones totales en dólares crecieron solamente 2,3%. En ese mismo período, las exportaciones del complejo petrolero crecieron 99,7%, mientras que las del sector minero avanzaron 37,4%. O sea, es evidente que hay mucho potencial. Pero también en otros sectores que, con reformas pro-libertad, también podrían beneficiarse. Y esto, por supuesto, será un impulso para la industria local.
“Es deseable que el Congreso sesione y le ponga límites al Poder Ejecutivo, pero, ¿qué pasa si el Gobierno quiere incrementar el derecho de propiedad de los individuos eliminando trabas, regulaciones e impuestos, pero el Congreso lo impide?"
— El Presidente dejó entrever que no espera un Congreso activo en 2025, al menos hasta el 11 de diciembre. ¿Cómo podría afectar eso la actividad económica y los objetivos macroeconómicos del Gobierno?
— Lo que plantea es un dilema para los liberales que defendemos la división de poderes... Es que, por un lado, es deseable que el Congreso sesione y le ponga límites al Poder Ejecutivo, de manera que este no pueda avanzar sobre los derechos de propiedad de los individuos. Al mismo tiempo, ¿qué pasa si el Gobierno quiere incrementar el derecho de propiedad de los individuos eliminando trabas, regulaciones e impuestos, pero el Congreso lo impide esas decisiones?
Y ahí aparece el debate por los decretos, o lo que me plantea acerca de cómo evaluar un Congreso poco activo. Habrá que ver cómo lo juzgan los inversores. Si al inversor le genera dudas un presidencialismo excesivo, entonces vamos a tener algún problema porque el índice de riesgo país no va a bajar. Pero, si se considera que estamos en un momento que exige un liderazgo más fuerte, entonces esto puede ser positivo en el corto plazo.
A largo plazo me parece que lo importante será generar algunos consensos básicos y que la política se fije límites claros para no volver a cometer los errores del pasado con el exceso de populismo redistribucionista.

— El Presidente reafirmó que su plan económico no es un programa de corto plazo, sino un cambio de régimen. Desde su perspectiva, ¿qué señales concretas debería mostrar el Gobierno en 2025 para confirmar que ese cambio de régimen está en marcha?
—Creo que el Gobierno hace todo lo que puede hacer para señalar que ellos representan un cambio de régimen. Pero la pelota no está toda de su lado. Yo diría que hay que mirar si, en las encuestas, el Gobierno mantiene una buena imagen entre la gente. Si esto ocurre, entonces es posible que todos los participantes de la “competencia política partidaria”, digamos, comiencen a adoptar posturas similares al gobierno al menos en materia de política económica. Y si esto sí ocurre, entonces sí podríamos hablar de un punto de inflexión y un cambio de régimen duradero. Ojalá.
— En el mensaje, Milei habló de “desactivar bombas” heredadas. ¿Cuáles son, a su entender, las principales amenazas que todavía enfrenta la economía y que podrían comprometer el programa oficial?
— Bueno, la principal herencia que aún se mantiene es el cepo al dólar. Pero si bien muchos ven que salir del cepo implica un riego enorme, yo veo otra cosa. El fin del cepo, al integrar a la economía argentina más al mundo y al liberar el flujo de ingreso y egreso de divisas, será un paso más hacia la normalización de la economía, con el consecuente descenso del riesgo país y mejora de las exportaciones.
“El fin del cepo, al integrar a la economía argentina más al mundo y al liberar el flujo de ingreso y egreso de divisas, será un paso más hacia la normalización de la economía”
— El discurso también mencionó la importancia de la confianza como motor de la recuperación. ¿Alcanza con el rumbo fiscal y monetario para generar esa confianza o cree que hay otros factores -judiciales, políticos o institucionales- que el Gobierno debería atender?
— Desde mi perspectiva, hay cuestiones institucionales que no se pueden soslayar. Una cosa es la estabilización de la economía, que puede exigir decisiones rápidas y contundentes… poco contestadas, digamos. Sin embargo, para que Argentina sea creíble en el largo plazo necesita que las reglas de juego estén por encima de los nombres circunstanciales.
Para ser claro, si la previsibilidad y el orden económico dependen pura y exclusivamente de que Milei sea presidente, entonces el horizonte de los inversores es, como máximo, 2031, y esto es un problema.

No tengo claro bien cómo, pero sería importante que haya un consenso básico y relativamente amplio sobre que las reformas promercado y que la austeridad fiscal son elementos necesarios para que la economía mantenga su crecimiento por un período suficientemente largo. Si ese consenso existe, entonces gobierne quien gobierne, los inversores estarán tranquilos.
Por otro lado, si todo depende de un nombre, la estabilidad económica se vuelve muy sensible a la imagen de esa persona y esto también presenta problemas.
“Es la primera vez en mucho tiempo que un gobierno presenta un buen diagnóstico sobre el origen de la decadencia argentina y ofrece las soluciones necesarias”
— ¿Qué reflexión final le deja el mensaje de Milei y su visión sobre el rumbo económico para 2025?
— Creo que al margen del mensaje particular de Milei, es la primera vez en mucho tiempo que un gobierno presenta un buen diagnóstico sobre el origen de la decadencia argentina y ofrece las soluciones necesarias.
Así las cosas, en materia estrictamente económica, más allá de algún matiz, creo que el camino es el adecuado y, como le decía, me daría mucha ilusión hacia el futuro si esta experiencia hace que la dirigencia política adopte para sí, definitivamente, ciertas ideas promercado y de gobierno limitado.
Fotos: Adrián Escandar