
Con casi 55 años de historia, la Torre Dorrego fue uno de los edificios más altos de la zona hasta la llegada de nuevas construcciones a este rincón del norte de la Ciudad de Buenos Aries. Con 102 metros de altura y una figura imponente, representa uno de los ejemplos más característicos de la arquitectura brutalista.
Ubicada sobre la avenida Dorrego al 2700, en Palermo y a pocos pasos de Las Cañitas, se construyó entre 1968 y 1971. Su presencia colosal implicó un desafío de disrupción urbana, con una estética singular que contrasta con el entorno. Por su forma semicircular es conocido como “el Rulero de Palermo” (el otro, similar, pero de oficinas, es la Torre Prourban que cumplió 40 años, como historió Infobae).
Concebida en un contexto de expansión urbana y experimentación con nuevas técnicas constructivas, esta torre de 30 pisos y 240 departamentos reúne varias de las características propias de un estilo por entonces disruptivo.
Actualmente, varias unidades están en venta o alquiler. Algunas fueron renovadas, pero conservan la esencia de una época vinculada al racionalismo.
Situada a muy poca distancia del Regimiento 1° de Infantería de Patricios, la Torre Dorrego tuvo desde sus inicios un vínculo directo con personal militar, ya que fue promovida por una cooperativa creada para facilitar el acceso a la vivienda a jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas. Con el paso de los años, el perfil de los propietarios cambió.
Cómo se edificó y quienes lo hicieron
Su construcción comenzó en enero de 1968 y, según Moderna Buenos Aires, sitio del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), estuvo a cargo de los arquitectos Luis T. Caffarini, Alfredo Joselevich y Alberto Ricur, ganadores de un concurso privado de anteproyectos entre trece estudios porteños.

Promovida por la Cooperativa C.A.P.A.Y.B.I., una entidad civil sin fines de lucro creada para facilitar el acceso a la vivienda propia a jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas, fue diseñada como un conjunto de 240 departamentos, con dos subsuelos, planta baja, entrepiso y 31 pisos superiores.
El diseño adoptó una planta en forma de corona circular con doble radio, lo que permitió que cada una de las unidades tuviera vistas equivalentes, igual distancia a los ascensores y dimensiones uniformes en ambientes de idéntico uso.

La planta tipo, replicada en 30 niveles, ocupa 986 m2 y se divide en cuatro sectores, cada uno con su propio núcleo de circulación vertical, compuesto por ascensores principales, escaleras y ascensores de servicio.
Con una superficie cubierta de 40.000 metros cuadrados, la torre ocupó solo el 25% del terreno, y se reservó el resto para áreas verdes y jardines. La estructura, íntegramente de hormigón armado a la vista, se consolidó como un exponente local de la estética brutalista, aunque con características funcionales de optimización y aprovechamiento del espacio y maximización visual hacia los Bosques de Palermo y el Río de la Plata.

En la planta baja, además de los accesos, se instaló la sede de la cooperativa. En los dos subsuelos, se destinaron espacios para servicios generales y cocheras con capacidad para 200 vehículos.
Según Moderna Buenos Aires, la construcción fue adjudicada mediante licitación a las empresas Polledo S.A. Industrial, Constructora y Financiera y Roberto S.J. Servente, Ingeniero Civil S.R.L., bajo la coordinación del ingeniero Aníbal Petersen, responsable de planificar el proceso de obra.
Que es el “Brutalismo arquitectónico”
El brutalismo, surgido en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, buscaba resolver rápidamente el déficit habitacional con estructuras masivas, funcionales y resistentes. En Buenos Aires, el contexto fue distinto, ya que no existía una reconstrucción masiva, sino una etapa de crecimiento planificado.

Sin embargo, algunos proyectos locales adoptaron esas mismas técnicas industriales y las aplicaron a gran escala, con resultados desiguales. Mientras edificios como el Banco de Londres (diseñado por el célebre arquitecto Clorindo Testa, en conjunto con los arquitectos de Sepra, estudio formado por Santiago Sánchez Elías, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, allí está el Banco Hipotecario hoy), y la Biblioteca Nacional lograron consolidarse como hitos arquitectónicos.
Fernando Lorenzi, arquitecto del estudio INFILL, señaló que la Torre Dorrego refleja varias de las características más controvertidas del brutalismo. “El uso de encofrados trepadores y elementos prefabricados aceleró la ejecución, pero en muchos casos generó terminaciones defectuosas”.
Lorenzi también destacó que este edificio representa una visión extrema de la densidad urbana, concentrando en una única torre la población equivalente a un pequeño pueblo.

Según Lorenzi, “su escala y su volumetría la transforman en un objeto aislado, que impone su presencia sin integrarse a la trama urbana. Esa falta de diálogo es una de las críticas recurrentes al brutalismo en Buenos Aires, donde el concepto original de “brut” —mostrar la materia prima y la honestidad constructiva— desvirtuó en varias obras que privilegiaron la espectacularidad sobre la funcionalidad y la calidad de vida de quienes las habitan”.
Con cámara en mano
La escala y el uso del hormigón armado en toda la estructura llaman la atención; la Torre Dorrego es muy fotografiada en redes sociales.
“La morfología semicilíndrica y la repetición de ventanas crean un impacto visual que se refuerza a medida que uno se acerca”, dijo Ignacio Nicolás Berardi, creador de Buenos Aires Arquitectura, quien destacó que, según el punto de vista, la torre pasa de ser un círculo perfecto a mostrar aristas marcadas, con luces y sombras que cambian según la hora.
También observó que la torre, antes disruptiva, hoy convive con el perfil densificado de Palermo. Frente a ella, una construcción de más de 50 años resiste y evidencia el contraste entre la escala barrial original y esta mole brutalista.
Escenario inmobiliario
Con su historia, su escala y una ubicación estratégica, mantiene un atractivo particular en Palermo. Algunas unidades renovadas suman confort, mientras que su valor arquitectónico refuerza el diferencial frente a otras propiedades de la zona.

Raquel Temperan, de BEIT Propiedades, mencionó que una unidad de 120 m2, cuatro ambientes y dos baños, se ofrece a 300.000 dólares. Con expensas desde $250.000, el departamento combina doble circulación, balcón integrado al comedor y una barra de bebidas.
Para Temperan, la vista panorámica desde el piso 30 define la experiencia de vivir allí. Desde cada ambiente se observan los Bosques de Palermo, el río y el perfil urbano porteño, con una postal distinta según la hora y el clima.

Otra unidad de 152 m2, cuatro ambientes y tres baños, se ofrece a 329.000 dólares. Florencia Speroni, de Barrancas Propiedades, destacó su vista abierta, el balcón cerrado que amplía el living y la cochera fija, clave por la falta de estacionamiento en la zona.

La baulera aporta espacio extra, aunque hoy los compradores priorizan placards amplios y ambientes funcionales. El departamento conserva su estado original, con margen para sumar mejoras, como integrar la dependencia a la cocina o agregar un toilette para visitas.
En alquiler, una unidad de 185 m2, con cuatro ambientes, tres dormitorios, dependencia y dos baños, se ofrece a USD 1.000 mensuales con expensas incluidas. El plazo mínimo es de cuatro meses.

El departamento está parcialmente amoblado, con muebles básicos y vista abierta hacia Luis María Campos y la Iglesia Santa Adela. Su amplitud y luminosidad refuerzan su atractivo.

La ubicación, a pasos de Las Cañitas y con acceso directo a transporte público, suma valor. Es una opción buscada tanto por familias como por profesionales o estudiantes que priorizan espacio, ubicación y conexiones rápidas.