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El ministro de Economía Luis Caputo finalmente no viajará a Sudáfrica para participar de la cumbre de ministros y gobernadores de bancos centrales del G20, tras haber formado parte de la comitiva presidencial en Washington y de haberse reunido junto a Javier Milei con la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva.
La comitiva argentina que viajará a la reunión de ese foro intenacional estará integrado así por el titular del Banco Central Santiago Bausili, su vice Vladimir Werning y el secretario de Finanzas Pablo Quirno. La reunión de ministros y banqueros centrales, la primera de este año en la agenda de este año que se desarrollará a lo largo del año en Sudáfrica, tendrá lugar en Ciudad del Cabo entre miércoles y jueves.
La presencia de Caputo había sido confirmada por el propio jefe del Palacio de Hacienda hace algunos días en una entrevista televisiva, en la que también hizo referencia a una reunión con Georgieva, otra de las participantes esperadas para la cita sudafricana. En lo sucesivo, las conversaciones con el Fondo continuarán con el carril habitual, con contactos de tipo técnico de forma diaria. El viceministro José Luis Daza está al mando de ese ida y vuelta. “Hoy recibí al Presidente Milei en el FMI para hablar sobre el plan de estabilización y crecimiento de Argentina, que está dando resultados significativos. Nuestros equipos siguen trabajando de manera constructiva en pos de un nuevo programa”, aseguró Georgieva en X tras el encuentro.
Por lo pronto, el ministro de Economía tuvo este domingo una conversación por teléfono con el secretario del Tesoro de los EE.UU. Scott Bessent, con quien “conversaron sobre las impresionantes medidas de reforma de la Administración Milei para reducir la inflación, reactivar el crecimiento impulsado por el sector privado, reducir la pobreza y aumentar los salarios reales”, mencionó el comunicado de la Secretaría del Tesoro. “El Secretario elogió al Ministro de Finanzas Caputo por las medidas de reforma macroeconómica y estructural que reducen la carga de la regulación sobre el sector privado y que reducen el tamaño y la influencia del gobierno”, concluyó el comunicado oficial.
Entendimiento técnico
En los últimos días, Caputo confirmó que el resultado del entendimiento técnico será enviado al Congreso para su aprobación. Inicialmente, surgió la posibilidad de que el acuerdo no fuera remitido al Parlamento, ya que no implica un aumento en la deuda neta, sino un cambio de acreedor. Los dólares del FMI se utilizarían para que el Tesoro cancele Letras Intransferibles en manos del BCRA, lo que convertiría deuda intra sector público en un pasivo con el organismo de crédito.
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El ministro no precisó el monto del nuevo programa, que aún está en discusión, al igual que la secuencia de desembolsos. Estos dos elementos resultan clave para determinar si la asistencia permitirá acelerar la salida del cepo. Milei mencionó una cifra de USD 11.000 millones, aunque los funcionarios negociadores no la ratificaron. Caputo afirmó que el FMI no exigió una devaluación y aseguró que el esquema cambiario posterior al acuerdo ya está definido.
Ese esquema determinará la evolución del crawling peg, que redujo su ritmo este mes, el dólar blend exportador, que destina 20% de las liquidaciones al contado con liquidación, y las restricciones cambiarias vigentes, como el límite entre operaciones en el mercado oficial y los paralelos o la remisión de utilidades a casas matrices. Estos puntos son centrales en la negociación con los técnicos del FMI.
G20: tensión entre EEUU y el país anfitrión
El Gobierno argentino no es el único que no enviará a su principal funcionario económico a Ciudad del Cabo para participar del G20. Antes, el secretario del Tesoro norteamericano Scott Bessent anticipó que tampoco viajará. Bessent es un interlocutor decisivo en los procesos de negociación técnica con el Fondo Monetario Internacional por ocupar el sillón que representa la postura de la Casa Blanca en el directorio del organismo. El Gobieno de Donald Trump tomó una decisión directa de vaciar de sus principales figuras a la reunión del G20. El secretario de Estado Marco Rubio tampoco formó parte de la cumbre de cancilleres la semana pasada.
El telón de fondo es una creciente tensión entre la Casa Blanca y el gobierno sudafricano. Hace algunos días Trump se refirió a esa administración, en cabeza del presidente Cyril Ramaphosa, de ser “confiscatoria”. En 1996 Sudáfrica lanzó una reforma agraria para transferir el 30% de las tierras agrícolas comerciales, en su mayoría de propiedad blanca, a la población negra. Una reciente ley estableció además que las expropiaciones para lograr esa meta pueden hacerse sin compensación.
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“Sudáfrica está confiscando tierra y tratando a ciertas clases de personas muy mal”, dijo Trump a principios de febrero en su propia red Truth Social, en referencia a los afrikáners. “Se está produciendo una violación masiva de los derechos humanos a la vista de todos. Estados Unidos no lo tolerará: actuaremos. Además, debido a esto, ¡cortaré toda la ayuda a Sudáfrica hasta nuevo aviso!”, agregó.
La tirria entre la Casa Blanca y el gobierno sudafricano también alcanza a Elon Musk, empresario y titular de la Oficina de Eficiencia Gubernamental. El gobierno de Ramaphosa implementó la política de Empoderamiento Económico Negro (en inglés, BEE), que exige que las empresas de telecomunicaciones tengan al menos 30% de propiedad negra, lo que impide a Starlink, el servicio de internet satelital de Musk, ofrecer allí sus servicios. El dueño de Tesla y Starlink calificó la BEE de “racista”.
La orden ejecutiva de Trump también acusó a Sudáfrica por haber denunciado a Israel de genocidio en Gaza ante la Corte Internacional de Justicia y por sus lazos con Irán, por lo que anunció que suspenderá toda ayuda a Sudáfrica e incluso ofreció reasentar a “refugiados afrikáners”. EEUU también podría excluir a Sudáfrica de la Ley de Crecimiento y Oportunidad para África (en inglés, AGOA), que permite a los países africanos exportar libre de aranceles a EEUU una lista de 6.500 productos.