Crédito, salarios y consumo: qué esperar de la economía en 2025, según Damián Di Pace

En diálogo con Infobae, el analista económico explica qué factores impulsarán la demanda interna y cómo incidirá el ajuste fiscal. Advierte sobre los desafíos de la inversión privada

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"En el primer semestre, prevemos
"En el primer semestre, prevemos un crecimiento lento del consumo, con una mejora más robusta en la segunda mitad del año, impulsada por la baja inflacionaria y la recuperación del poder adquisitivo"

El consumo en Argentina atraviesa un proceso de recuperación tras la caída del poder adquisitivo registrada en los últimos años. Con la inflación en descenso y una mayor estabilidad cambiaria, las expectativas para 2025 apuntan a una mejora en el nivel de actividad. Sin embargo, el impacto del ajuste fiscal, la lenta recomposición de los ingresos y la incertidumbre sobre la inversión privada generan interrogantes sobre la solidez de la reactivación.

En este contexto, Damián Di Pace -analista económico y director de la consultora Focus Market, especializado en el estudio de los mercados de consumo masivo y de la realidad de las pymes que volcó en varios libros- evaluó los desafíos del próximo año, el rol del crédito en la reactivación del consumo y las estrategias empresariales ante un escenario de alta competencia.

— ¿Este 2025 se perfila como un año de recuperación del consumo?

— El consumo tiene dos afluentes principales que confluyen en un mismo cauce. Por un lado, la demanda de las empresas, que estará determinada por el sector privado, ya que el sector público no será el impulsor, sino lo contrario. En cuanto a los hogares, observamos una clase media dividida en dos. Una parte comienza a salir lentamente de la pobreza tras haber caído en 2023 con la inflación récord y a comienzos de 2024 con la devaluación y la aceleración de precios. La otra parte seguirá afectada por la corrección de precios relativos en servicios, lo que le restará capacidad de consumo.

En el primer semestre, prevemos un crecimiento lento del consumo, con una mejora más robusta en la segunda mitad del año, impulsada por la baja inflacionaria y la recuperación del poder adquisitivo más marcada.

— El Presupuesto del Gobierno prevé una recuperación de 4,5% en la actividad económica. ¿Cuál es el antecedente más cercano de una recuperación de esa magnitud?

— Excluyendo el repunte post pandemia en 2021, que fue un fenómeno global, hay que remontarse a 2003-2011, con la excepción de 2009 por la crisis de las hipotecas subprime en los EEUU y Europa, para encontrar una recuperación del consumo de más del 4 por ciento.

Sin embargo, el crecimiento de 2007-2011 estuvo impulsado por el aumento del gasto público, el déficit fiscal y la inflación, junto con la pérdida de reservas y la caída de la inversión privada. Esto derivó en 14 años de contracción en términos reales.

La clave será determinar si 2025 marca el inicio de un crecimiento sostenido o si se repetirá la dinámica de “serrucho”, con avances y retrocesos. Paul Krugman señala que “la recuperación económica no es un proceso lineal, sino una serie de altibajos que requieren paciencia, estrategia y un enfoque en la sostenibilidad”. Ese es el desafío en Argentina.

— ¿Cree que la reactivación de la demanda interna puede superar esa proyección?

— Es probable que los motores de la recuperación provengan de la inversión extranjera directa, el sector externo y una mejora más lenta en el mercado doméstico. Sin embargo, lo relevante es la trayectoria a largo plazo. La estabilidad macroeconómica y la reducción de la inflación generan confianza en el consumo y la inversión.

La recuperación económica debe darle el paso a la reforma inteligente. Sólo si los agentes privados -empresas y consumidores- encuentran confianza y oportunidad de cambio le dará una señal al progreso económico y social.

La “Ley Bases” se aprobó más por necesidad política de los gobiernos provinciales que por convicción de cambio. Mientras la Nación busca bajar impuestos, provincias y municipios intentan subirlos. Sin consenso político en las reformas, las decisiones de inversión serán más cautelosas.

— En comparación con aquel período, ¿qué diferencias observa en la actualidad?

A diferencia con otras etapas de los ciclos económicos en el país, este gobierno decidió en campaña proponerle a la sociedad apagar el motor del consumo y gasto público como impulsor del crecimiento de la economía. Argentina se encuentra aún en el taller mecánico de su “economía” y para el presidente Javier Milei quien debe guiar el crecimiento de la actividad económica es un ciclo donde el ahorro se convierte en inversión privada, producción, empleo y luego en última instancia en consumo interno.

La apertura económica y la salida del cepo beneficiarán a algunos sectores más que a otros, según su capacidad de elevar el nivel de productividad. Será clave que esté acompañado con reformas estructurales que reduzcan la presión tributaria y mejoren la infraestructura.

"La apertura económica y la
"La apertura económica y la salida del cepo beneficiarán a algunos sectores más que a otros, según su capacidad de elevar el nivel de productividad"

— ¿Cuánto pueden limitar la expansión del consumo el sistema de movilidad previsional basado únicamente en la inflación pasada y los acuerdos salariales con pauta oficial de referencia?

— Desde 2017, los ingresos salariales y jubilatorios han perdido contra la inflación. Sin una reforma previsional y laboral, no hay margen para mejorar el sistema. Argentina tiene una relación de 1,8 activos por cada jubilado, cuando se requieren al menos 4 para sostener el esquema. Sin cambios de fondo, los ingresos previsionales seguirán estancados. El sistema jubilatorio argentino es el anteúltimo a nivel mundial en sostenibilidad futura.

— ¿Qué rol puede jugar la reactivación del crédito en el consumo privado?

— El Gobierno asumió con un nivel de crédito al sector privado equivalente al 6% del PBI y podría alcanzar 10% del PBI en 2025. En democracia, el pico fue en 1989, con 35% del PBI. Desde entonces, crisis sucesivas -Plan Bonex, corralito, default, aumento de la presión tributaria- fomentaron la informalidad y el ahorro fuera del sistema financiero. Mejorar el crédito permitiría a los consumidores anticipar compras y dinamizar la economía. El crédito es el viento que impulsa las velas del barco empresarial, el combustible del consumo y el trampolín para la inversión.

— Las paritarias comienzan a reacomodarse con una inflación en descenso. ¿Cómo ve ese proceso?

— El salario privado promedio comenzó a ganarle a la inflación en 2024 y seguirá esa tendencia. En el sector público, la corrección será más lenta. Comercios, industria, educación y salud, que sufrieron pérdidas en términos reales, podrían recuperarse si la economía crece. Los no registrados, en un contexto de reactivación, tendrán más oportunidades de mejora. La inflación es el enemigo invisible de los salarios. El verdadero desafío del Gobierno es mantenerla bajo control y garantizar que los ingresos se ajusten a medida que la economía crece.

— El Gobierno reduce el gasto público y apuesta al crecimiento del sector privado. ¿Este modelo puede impulsar el consumo o primero debe consolidarse la recuperación del empleo y los ingresos reales?

— El ajuste del gasto público será histórico y la inversión privada tardará en reemplazar su impacto en el consumo. El gran desafío es canalizar el ahorro en dólares hacia la economía formal, ya que representa tres cuartas partes del PBI y puede multiplicarse en pymes y emprendedores en un contexto de estabilidad. Detrás de la mesita de luz hay más oportunidad de inversión privada local que extranjera, que aún persiste en modo espera.

"El gran desafío es canalizar
"El gran desafío es canalizar el ahorro en dólares hacia la economía formal, ya que representa tres cuartas partes del PBI"

— El EMAE aumentó 0,9% en noviembre 2024 y acumula una recuperación de 6,4% desde abril. ¿Cuánto de esa mejora se explica por el aumento de las exportaciones y cuánto por el consumo?

— En 2024, los sectores transables -agro, ganadería, energía- tuvieron mejor desempeño que los no transables -comercio, construcción, industria. Sin embargo, estos últimos han mostrado una leve recuperación desde el comienzo del segundo semestre.

— ¿Cuánto limita el crecimiento del consumo la expansión de la informalidad laboral?

— La informalidad alcanza 40% del empleo. El crecimiento del monotributo en los últimos 14 años refleja que la actividad privada encontró en este régimen un refugio frente al riesgo de la contratación directa y la industria del juicio, aunque en muchos casos no lo evitó. En cambio, el régimen de autónomos enfrenta una carga tributaria muy superior, lo que desincentiva el emprendimiento individual.

— El comercio minorista enfrenta un contexto de alta competencia y bajo poder adquisitivo. ¿Qué estrategias adoptan las empresas para sostener las ventas?

— Cambió el ciclo de la macroeconomía y también el de la micro. La inflación era un gran socio para el empresario que producía para una demanda que veía en los bienes un refugio de valor ante la pérdida de poder adquisitivo del peso. El crédito subsidiado inducía al adelanto del consumo, que luego se licuaba con la inflación a través del valor fijo de las cuotas. Con una inflación en baja y un dólar estable en un mercado competitivo, stockearse dejó de ser negocio, lo que llevó a la aparición de ofertas, promociones y descuentos para movilizar mercaderías almacenadas.

— El consumo masivo suele ser el primer sector en reaccionar ante cambios en la economía. ¿Ve señales de recuperación en las ventas de bienes esenciales?

— El consumo masivo es el barómetro de la economía. Más de 47 millones de personas consumen a diario alimentos, bebidas, artículos de limpieza y cuidado personal, así como servicios públicos y privados. Tras un largo período de contracción, comenzó a observarse una recuperación gradual desde mediados de 2024, aunque aún en niveles históricamente bajos. Hoy conviven tasas de interés elevadas con una inflación en descenso.

— ¿Qué impacto tiene la estabilidad de los dólares financieros y la menor inflación en las decisiones de consumo de bienes durables y en la planificación de gastos de las familias?

— El crédito ha crecido y ha favorecido especialmente a sectores como autos, motos, artículos para el hogar y electrodomésticos, además del sector inmobiliario, lo que a su vez estimula la producción y el empleo en esas áreas.

— ¿Cabe esperar mayor oferta de planes de pago sin interés si se estabilizan las tasas?

— Con los últimos recortes de tasas de interés de política monetaria, los bancos tienen más incentivos para incrementar sus ofertas de crédito que para permanecer en Letras o bonos del Tesoro, ya que esos pesos pueden prestarlos al sector privado con mayor rendimiento. A medida que este fenómeno se profundice, el sector financiero debería expandir su volumen de préstamos. Las cuotas sin interés empiezan a aparecer como beneficios de tarjetas de crédito o billeteras virtuales, aunque de forma muy selectiva. Hay una demanda ávida por este tipo de facilidades o por postergar compras hasta que surjan esas oportunidades.

— En términos de expectativas, ¿nota un cambio en la percepción de los consumidores respecto de su capacidad de compra en los próximos meses?

— Desde noviembre de 2024, el Índice de Confianza del Consumidor que mide la Universidad Torcuato Di Tella viene en alza, al igual que los subíndices de expectativas presentes, decisiones de compra de bienes durables e inmuebles, y percepción de la situación personal y macroeconómica. Inflación en baja y mercado cambiario estable son señales positivas en la “resonancia magnética” del bolsillo medio argentino.

— ¿Algo más que quiera agregar?

— El año electoral siempre es un desafío para las expectativas, ya que en la previa suelen aparecer tensiones, volatilidad cambiaria e incertidumbre. Si en 2025 ingresan dólares por la cuenta comercial y financiera, quizás sea la excepción a la regla, aunque en Argentina nunca se puede descartar la complejidad de un año electoral y sus eventuales resultados. El 2024 fue el año de la macroeconomía: todos analizamos inflación, deuda, tasas, cuentas fiscales y situación cambiaria y monetaria. El 2025 será el año de la microeconomía.

Fotos: Maximiliano Luna

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