La arquitectura avanza con firmeza en el ámbito tecnológico, con innovaciones que sorprenden constantemente. La impresión 3D gana terreno y promete revolucionar el mundo de la construcción, con una reducción de plazos del 50% y una alternativa más rápida, económica y sostenible frente a los métodos tradicionales.
Aunque aún enfrenta desafíos en países como Argentina, expertos y arquitectos coinciden en que su implementación podría significar una solución importante al déficit habitacional del país, que se estima en 3,5 millones de viviendas. Este avance tecnológico abre la puerta a un cambio de paradigma en el sector.
Esta tecnología permite usar hormigones especiales con polímeros y fibras que, combinados con agua, logran alta resistencia y velocidad de impresión.
Promete ser más económica, rápida y sostenible que los métodos tradicionales. Cuáles son los materiales empleados, los costos estimados y las posibilidades de implementación en el país
Además, según el gerente de su división de hormigones de Sika, César Gómez, este método “elimina la necesidad de encofrados tradicionales, reduce tiempos de construcción y genera menos desperdicio”.
Una vivienda completa de 70 metros cuadrados puede imprimirse en apenas 60 horas. Luego, deben aplicarse las terminaciones necesarias hasta completar la construcción.
De hecho, hay países en donde hay barrios completos que se construyeron con impresoras 3D como en Austin, Texas, y según lo informado por Infobae. Es todo un desafío en Argentina, lo que plantea una pregunta: ¿te animarías a vivir en una casa así?
Beneficios económicos y ambientales
Las viviendas construidas con impresoras 3D presentan una serie de ventajas económicas y ambientales.
Pueden levantarse en terrenos vacíos, sobre estructuras preexistentes si soportan las cargas, o en edificaciones de múltiples pisos, según el proyecto.
Myriam Heredia, arquitecta y especialista en el tema, explicó que esta tecnología “abarata costos mediante la optimización de materiales y la reducción de desperdicios”.
Un proyecto de viviendas industrializadas podría completarse en un lapso de 6 a 8 meses, en comparación con los dos o tres años que requieren las construcciones tradicionales.
“Además, Heredia indicó, “al reducir la energía utilizada en la construcción y las emisiones vinculadas al transporte, disminuye la huella de carbono”.
La impresión 3D en la construcción destaca por su sostenibilidad al emplear materiales reciclados o biodegradables, como concreto con aditivos reciclado
Guillermo Tella, arquitecto y doctor en Urbanismo, resaltó que esta metodología “podría permitir diseñar soluciones habitacionales adaptadas a las necesidades de diferentes comunidades urbanas, optimizaría recursos y se construirían viviendas más sostenibles”.
Otro aspecto vital que destacó es cómo esta tecnología puede ayudar a reducir costos no solo de construcción, sino también de operación, gracias a diseños más eficientes energéticamente.
Desafíos específicos
El contexto argentino plantea desafíos específicos para la adopción de la impresión 3D en construcción.
Según Heredia, “la implementación en el país depende de factores como la disponibilidad de tecnología, las políticas de incentivo privadas y las regulaciones gubernamentales”.
Aunque estima que su adopción masiva podría darse en un plazo de 5 a 10 años, la falta de profesionales capacitados, junto con altos costos iniciales, mantiene dificultades para su avance.
En palabras de Tella: “El problema del déficit habitacional no se soluciona solo con construir más viviendas, sino también debe replantearse cómo se edifican”.
Esto requiere un marco normativo adaptado, que incentive la colaboración público-privada y permita experimentar nuevas alternativas mediante proyectos piloto. Estas iniciativas, según enfatizó, son clave para superar resistencias culturales y sociales en cuanto al uso de estos métodos industrializados.
El problema del déficit habitacional no se soluciona solo con construir más viviendas, sino también debe replantearse cómo se edifican (Tella)
No obstante, las proyecciones son prometedoras. Las áreas urbanas periféricas de ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario son idóneas para proyectos de impresión 3D debido a su escala y gran demanda habitacional. También resultan viables las ciudades intermedias como Mendoza, Tucumán y Neuquén, que podrían beneficiarse por su menor densidad y necesidad de soluciones habitacionales rápidas.
En cuanto a regiones climáticamente extremas, la Patagonia y Cuyo son ejemplos claros donde la rapidez y adaptabilidad de esta tecnología pueden marcar la diferencia, especialmente en áreas frías o áridas.
Heredia destacó que las zonas con mayor viabilidad, tanto por accesibilidad como por climas templados, incluyen La Pampa Húmeda.
“Sin embargo, climas extremos también ofrecen oportunidades únicas. La rapidez del sistema podría ser crucial en zonas como La Rioja, donde la construcción tradicional resulta más desafiante, o en la Patagonia, que avanzó considerablemente en la adopción de tecnologías de construcción rápida. Es especialmente adecuada para regiones con alto déficit habitacional como la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, que concentran el 50% del problema en Argentina”, añadió Myriam Heredia.
Comparativa de costos y métodos
En términos económicos, los costos de construcción en 3D son notablemente inferiores a los métodos tradicionales.
Según Heredia, mientras una vivienda construida con técnicas convencionales oscila entre USD 900 y USD 1.600 por metro cuadrado, una construida mediante impresión 3D podría reducir esos costos a un rango de entre USD 300 y USD 600 por metro cuadrado.
Esto representa un ahorro del 70% en comparación directa, aunque las terminaciones externas e internas suelen representar un costo adicional.
César Gómez, reforzó esta visión, afirmó que “la automatización reduce la necesidad de mano de obra intensiva y permite trabajar incluso durante la noche, maximiza la eficiencia productiva”.
En otros países, una vivienda de 70 m2 y 3 ambientes suele venderse por más de USD 60.000
Más aún, las terminaciones de los ambientes y exteriores se pueden ajustar de manera tradicional para garantizar aislamiento térmico, habitabilidad y durabilidad.
Las fachadas de casas 3D suelen ser minimalistas y diseñadas con grandes ventanales para maximizar la entrada de luz natural. Esto no solo mejora la eficiencia energética al reducir la necesidad de iluminación artificial, sino que también crea espacios más amplios y confortables.
El paso a paso
La impresión 3D de hormigón es una forma de fabricación aditiva que utiliza material base cemento para construir edificios, casas o componentes con formas que antes eran imposibles o muy difíciles de lograr con el encofrado tradicional.
Gómez dijo: “Los micro concretos empleados consisten en un polvo cementoso con fibras y polímeros, mezclado con agua en una estación específica. Además, en el cabezal de impresión se añade un activador que permite ajustar el tiempo de fraguado según sea necesario. También se pueden incluir colores para mejorar la estética de las estructuras”.
Con este tipo de materiales, se obtiene:
● Alta resistencia a la compresión.
● Alta velocidad de impresión.
● Tiempo de fraguado ajustable.
● Largo tiempo abierto para el trabajo.
● Capacidad de impresión en ángulos.
Hacia un cambio de paradigma
La transición hacia métodos más industrializados no está exenta de desafíos. Heredia mencionó que, en el contexto local, “será crucial lograr una escala de obra suficiente que permita amortizar las inversiones en maquinaria y formación técnica”.
Una barrera son las compras de las impresoras para hacer una casa en 3D y son importadas. Si se trata de aplicaciones para prefabricados livianos o construcción de unidades en serie, el costo puede variar. “Sin embargo, para tener una referencia, una impresora destinada a la construcción de viviendas podría tener una base de USD 200.000″, explicó Gómez.
La impresión 3D para viviendas automatiza casi todo el proceso, mezcla y va colocando materiales según patrones prediseñados. Solo se requiere personal para instalar techos, ventanas y puertas.
Estas impresoras, usan cemento, y operan a temperaturas mínimas de 5°C, aunque pueden trabajar en climas de hasta -35 °C con ajustes como carpas térmicas.
En Argentina, garantizar la aceptación social supone combinar técnicas industrializadas con la integración de mano de obra local, especialmente en proyectos gubernamentales o de carácter social.
Por su parte, Guillermo Tella subrayó que este es un momento de “quiebre en la construcción tradicional” y destacó que, aunque la impresión 3D tiene limitaciones para grandes edificaciones, “su aplicación en viviendas de interés social y reconstrucción post desastres podría marcar la diferencia”.
Las políticas públicas serán clave, no solo para resolver desafíos regulatorios, sino también para fomentar la colaboración entre el sector privado, universidades y organismos sociales.