Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el presidente Javier Milei busca consolidar la relación económica y firmar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, el tercer mayor socio comercial de Argentina, detrás de Brasil y China. Por otro lado, se posiciona como el principal inversor extranjero directo en el país, con un stock de USD 30.000 millones.
El intercambio con EE.UU asciende a USD 12.000 millones anuales en promedio y la balanza comercial es estructuralmente deficitaria. Con datos a noviembre, las exportaciones hacia este destino representaron el 8% del total, mientras que las importaciones el 10,3%.
“El saldo comercial es históricamente deficitario, con solo cinco períodos de superávit entre 1990 y 2023, donde el promedio reciente marca un rojo de casi USD 3.000 millones. En 2024, el valor acumulado de 11 meses marca un resultado positivo de USD 148 millones, luego de 18 años de déficit, con un incremento del 16% en las exportaciones y una contracción de 30% en las importaciones, motivado por la corrección de precios relativos y recesión local”, indicó un informe de Abeceb.
En detalle, el principal complejo exportador hacia EE.UU es el de hidrocarburos, junto con la industria química. Se destacan el petróleo crudo, la nafta y productos químicos orgánicos e inorgánicos, que en conjunto equivalen al 36% de las ventas totales. En el acumulado a noviembre de 2024, alcanzaron los USD 2.084 millones.
“Las exportaciones de petróleo crudo a Estados Unidos están impulsadas por el crecimiento de Vaca Muerta. Este desarrollo ha sido clave para fortalecer la posición proveedora de energía de Argentina. La tecnología de perforación utilizada en la cuenca neuquina, inspirada en el modelo de shale, ha mejorado la eficiencia y la competitividad de las ventas energéticas”, explicó Abeceb.
Además, se exporta una cantidad considerable (USD 1.305 millones) de metales como plata, oro, aluminio y acero. Esto se debe a la creciente demanda de la industria tecnológica, automotriz, aeroespacial y joyera estadounidense.
El complejo de alimentos y bebidas también tiene un rol fundamental en el comercio entre ambos países, al representar el 17% del total exportado, con un valor de USD 989,2 millones. Las ventas se concentran en carne, miel, limón y vinos, en donde EE.UU es el principal mercado para esta bebida en el segmento de alta gama.
En cuanto a las importaciones, se compran mayormente insumos difundidos para la industria, como carbón y químicos, y GNL y gasoil para la generación de energía. Dichos productos representan el 29,4% del total importado y llegaron a los USD 1.620 millones en los primeros 11 meses de 2024.
Asimismo, resalta la importación de partes para la industria metalmecánica, destinadas al sector automotriz, a la electrónica de consumo (celulares) o insumos para antenas de señal; y maquinaria de Oil&Gas.
En este contexto, Milei asistirá a la asunción presidencial de Trump el próximo 20 de enero, luego de varios contactos, y ya anunció que pretende avanzar en un tratado de libre comercio con Washington. Aunque hay afinidad ideológica entre los mandatarios, fuentes conocedoras del tema consideraron que se trata más bien de “un deseo del Presidente. No es tan simple acceder a un acuerdo de ese tipo con el Mercosur”.
Quizás por este motivo el jefe de Estado dijo en la Cumbre 65º del bloque que este “ha sido un escollo para el progreso de la Argentina” y que se convirtió en una prisión.
Es importante mencionar que en 2016, se firmó un Acuerdo Marco sobre Comercio e Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés), que ha sido el principal mecanismo de los dos países para discutir asuntos de comercio e inversión. En junio de 2024, se concretó la cuarta reunión bajo el TIFA, durante la cual se discutió “el importante papel del compromiso bilateral en la diversificación de las cadenas de suministro regionales para un crecimiento sostenible y a largo plazo, incluyendo sectores clave como los minerales críticos”, entre otras cuestiones.
En diciembre pasado, el Congreso de EE.UU publicó un informe en el que sostiene que los parlamentarios “podrían decidir si promulgan legislación destinada a facilitar un mayor comercio e inversión con Argentina”.
Y se mencionó que “algunos miembros del Congreso han abogado por la inclusión de la Argentina en la Asociación para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP), una iniciativa regional de inversión liderada por Estados Unidos”.
Otros manifestaron que la reautorización del programa del Sistema Generalizado de Preferencias—que proporciona un tratamiento libre de aranceles para ciertas importaciones estadounidenses desde Argentina y más países en desarrollo—es “crucial para la relación entre ambas naciones”.
La tercera vía sería a través de la Americas Act, un proyecto de ley que propone ampliar el Tratado entre EE.UU, México y Canadá (T-MEC).
No obstante, Esteban Actis, analista internacional, subrayó: “En 2021 venció el Trade Promotion Authority (TPA), herramienta que el Congreso le da al gobierno para negociar acuerdos comerciales y no se renovó. Con mayoría en ambas cámaras, es de esperar que Trump tenga este instrumento, más para renegociar el T-MEC en 2026. Sin el TPA, el Ejecutivo no tiene competencias para iniciar las negociaciones y firmar cualquier acuerdo comercial”.
Sobre las inversiones
Por otro lado, Abeceb señaló que EE.UU es el principal inversor en la Argentina, con un stock de USD 30.000 millones y una participación que supera el 18% del total. Casi un tercio de ese monto se ubica en la extracción de petróleo crudo y gas natural (USD 9.278 millones). Le sigue la industria manufacturera (USD 6.327 millones), los servicios de telecomunicaciones (USD 3.229 millones) y el comercio automotriz (USD 2.515 millones).
Desde el Congreso estadounidense precisaron también: “Según el Departamento de Estado, Argentina presenta oportunidades de inversión y comercio en varios sectores, incluidos el agrícola, minero y energético. Sin embargo, diversos factores pueden afectar negativamente el clima de inversión, como la inestabilidad económica, incluyendo la alta inflación; algunas políticas intervencionistas, como controles de divisas, impuestos a las exportaciones y límites a las importaciones; y una alta carga fiscal, combinada con regulaciones laborales restrictivas”.
De todos modos, reconocieron positivamente las reformas de Milei orientadas al mercado, el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) y su intención de “eliminar las políticas intervencionistas implementadas por administraciones anteriores, incluidos los controles de divisas, después de reducir la inflación y estabilizar la economía”.
“Algunos analistas han proyectado que el RIGI podría aumentar las inversiones a gran escala en provincias que ratifiquen este régimen de promoción de inversiones, aunque advierten que su efectividad general podría ser limitada si persisten los controles de capital y divisas”, añadieron.