Ya desde el primer trimestre del año pasado se proyectaba una rápida salida del “cepo” cambiario, decisión que, por estrategia, la administración de Javier Milei fue postergando. Un ajuste inmediato con el sinceramiento de la variable cambiaria -la cotización del dólar oficial subió a $800 en diciembre de 2023-, tasas de interés competitivas para absorber el excedente de pesos y un corte drástico en la emisión de moneda se combinaron para erradicar las expectativas devaluatorias e imponer un “ancla” cambiaria para reducir la inflación.
En los últimos días el Presidente reiteró su intención de eliminar el cepo. Explicó que si la inflación de diciembre 2024 fue del 2,5% o inferior, el crawling peg se reducirá al 1%. Si la inflación se mantiene alrededor del 1,5% durante tres meses consecutivos, se eliminará completamente.
Con las elecciones legislativas previstas para el 26 de octubre, parece lógico que la eliminación total de las restricciones cambiarias se programe para fin del año.
En el enunciado de “Objetivos y planes para 2025″, el Banco Central destacó que continuará abocado a su “misión fundamental a seguir consolidando la baja de la inflación. Habiéndose cerrado las fuentes de expansión primaria de dinero fiscal y de intereses pagados por el BCRA y establecido un control a la evolución de los agregados monetarios, a medida que continue fortaleciéndose la demanda de dinero se espera que la economía siga saliendo de la situación de exceso de liquidez en pesos”.
El peso fuerte: una ventaja y un desafío
Los analistas del Grupo IEB (Invertir en Bolsa) consideraron que, además del “ancla fiscal”, un aspecto que innegociable para la administración Milei es ese “equilibrio del mercado de dinero y el avance de la Fase 2 del programa”, donde “la base monetaria simple tiene margen para seguir creciendo sin estrangular a la economía, dado que lo que ha quedado fijo es la Base Monetaria Amplia (compuesta por la Base Monetaria ‘simple’, el stock de LEFI, y los depósitos del Tesoro en el BCRA)”. Por lo tanto, dicha “combinación del ancla fiscal y el equilibrio del mercado de dinero (pesos), sumado a la baja volatilidad en los dólares de libre disponibilidad (MEP y contado con liquidación), han logrado más temprano que tarde una fuerte reducción de la inflación, estimando que la misma rondaría 20% durante 2025″.
Según el informe del Grupo IEB, “uno de los aspectos más controversiales del programa es la fortaleza del peso, con el Tipo de Cambio Real Multilateral apreciándose más de 50% desde la asunción del nuevo gobierno al mismo tiempo que Brasil, el principal socio comercial, ha sufrido una fuerte devaluación en el último año. Y, coincidiendo con el equipo económico, el peso fuerte ha llegado para quedarse de la mano de un mayor nivel de confianza en el país desde el exterior, de la liquidación de exportaciones, de los proyectos impulsados por el RIGI, por el mejoramiento de la balanza energética, etcétera”.
“Es una realidad que el peso fuerte genera un desafío sectorial, y será fundamental evitar que la Argentina caiga en un fenómeno al estilo de lo que en economía se llama ‘enfermedad holandesa’, generando grandes ganadores y desplazando al resto de sectores. Como reclaman algunos empresarios del ‘círculo rojo’, es necesario ‘nivelar’ la cancha. Para ello es necesario que el Tesoro pueda avanzar en la reducción de ciertos impuestos. También es necesario avanzar en la actualización de los marcos laborales”, resaltó el informe del Grupo IEB.
Financiamiento clave
El miércoles último el presidente Javier Milei afirmó que la Argentina necesita financiamiento por entre USD 11.000 y USD 12.000 millones para avanzar en la eliminación del cepo en 2025. Los fondos, destinados a recomponer las reservas del Banco Central, llegarían a partir de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y de fondos privados de inversión con los que negocia el Gobierno.
El mandatario afirmó que una de las principales condiciones antes de la salida del cepo es que la inflación haya “desaparecido”. Es por eso que reiteró que si la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec de diciembre arroja 2,5% -el dato se conocerá esta semana- el BCRA bajará el ritmo de crawling peg al 1% mensual.
Max Capital precisó que, “bajo un crawling del 1%, esto representaría una tasa anual en dólares del 15,8%. Y proyectó que el Banco Central continuará reduciendo las tasas bajo un crawling de 1%, a medida que la inflación disminuya en los próximos meses, para alcanzar gradualmente una tasa del 22% para abril, cuando la inflación podría situarse en 1,7% mensual en el escenario base”.
“Entre abril y mayo, bajo un probable programa con el FMI, el Gobierno eliminaría el crawling peg y pasaría a un esquema de flotación bajo restricciones, eliminando gradualmente las restricciones cambiarias y la represión financiera a medida que se obtengan fondos y se ofrezca una salida a los ‘stocks’ de demanda acumulada de divisas provenientes de dividendos no transferidos y deuda comercial. La apreciación de la moneda no parece ser una preocupación para el Gobierno, convencido de que una mayor producción de energía y un menor déficit fiscal permitirán una cuenta corriente sólida”, concluyó Max Capital.
“Si bien la apuesta oficial es el superávit energético, tras los frutos de la estabilización local y condiciones internacionales más adversas, la contracción de la actividad y otros factores de corto plazo que hicieron mejorar la cuenta corriente ya no se estarían presentes”, aportaron los analistas de GMA Capital.
Y agregó: “Existe la posibilidad de un evento disruptivo durante el 2025: la salida del cepo. Vinculado con esto, resta conocer el esquema macroeconómico después del ‘Día D’. Lo cierto es que, tras eliminar las restricciones cambiarias y de movimiento de capitales, el Banco Central debe tomar una decisión con respecto a su accionar de política económica”.
“Como indica el ‘trilema monetario’ o de la ‘trinidad imposible’, la autoridad monetaria no puede mantener simultáneamente la libre movilidad de capitales, un tipo de cambio fijo y una política monetaria autónoma. Es que, suponiendo que no existen restricciones en el mercado cambiario, un tipo de cambio fijo implica someter la cantidad de dinero -y la tasa de interés local- a las operaciones de compraventa de divisas que permiten mantener la paridad cambiaria. Análogamente, si el Banco Central quisiera controlar la oferta monetaria o la tasa de interés sin cepo, no podría decidir explícitamente el nivel del tipo de cambio nominal”, evaluaron desde GMA Capital.
Al respecto, en lo referido al tipo de cambio el Banco Central explicó que “en la medida que la inflación continue desacelerándose, se podrá ajustar el deslizamiento del tipo de cambio y, eventualmente, ir a un esquema de mayor flexibilidad, una vez que las expectativas de inflación se encuentren bien ancladas y que el superávit fiscal cumpla con plena potencia su rol de ancla fundamental de la economía”.
“Se continuará avanzando en el saneamiento del balance del BCRA, recomponiendo las reservas internacionales netas. A medida que se cumplan ciertas condiciones, se podrá avanzar en la eliminación de los controles cambiarios y de capitales aún vigentes y, luego de un proceso de normalización ordenado, en la unificación definitiva del mercado de cambios. Un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o un acuerdo con inversores privados podría permitir una solución definitiva más pronta para el problema heredado de los stocks del Banco Central”, proyectó el ente monetario.
“Lo que parece buscar el Central es evitar un salto en el tipo de cambio y contar con poder de fuego -mayor cantidad de reservas- para defender el valor del peso. Una flotación administrada, con la cuenta financiera con algún control con competencia de monedas en las funciones de medio de pago y unidad de cuenta parece ser el esquema que cumple con estos requisitos”, describió el informe de GMA Capital.