
En el mundo del fútbol, las rivalidades trascienden lo deportivo. Una de las provocaciones más emblemáticas que los hinchas brasileños dirigían a los argentinos en el pasado reciente era romper billetes de pesos en señal de burla hacia la fragilidad económica del país vecino.
Este gesto, habitual en partidos internacionales no tan lejanos en el tiempo -en agosto hinchas de Cruzeiro rompieron billetes de $1.000 en la Bombonera- ilustraba el valor simbólico que el tipo de cambio real bilateral entre Argentina y Brasil otorgaba a la moneda local: un peso argentino históricamente debilitado frente al real permitía a los visitantes brasileños disfrutar de precios irrisorios en sus viajes.
Sin embargo, este año, la situación dio un giro inesperado. En lugar de destrozar billetes, los hinchas que llegaron a Buenos Aires para la final de la Copa Libertadores entre Botafogo y Atlético Mineiro se encontraron quejándose del elevado costo de vida.
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los EEUU agitó los mercados internacionales. Con la expectativa de políticas económicas más restrictivas en Estados Unidos, especialmente alzas de tasas de interés, las monedas de países emergentes entraron en una espiral de devaluación.
El peso argentino, no obstante, resistió. A través de un crawling peg del 2% mensual y controles en los mercados financieros paralelos, el Gobierno argentino logró mantener estable su moneda en términos nominales. Pero el real brasileño no corrió con la misma suerte.
Tensiones fiscales y falta de competitividad
En Brasil, una combinación de factores internos agravó la situación. Según la sociedad de Bolsa Cohen y el economista Jerónimo Montalvo de la consultora Abeceb, los problemas estructurales y coyunturales del país jugaron un rol crucial:
- Déficit fiscal creciente: La propuesta de reforma fiscal del gobierno, que incluye aumentos de impuestos para los ingresos altos y exenciones para los más bajos, no cumplió las expectativas del mercado. Esto incrementó el riesgo crediticio y presionó aún más al real.
- Inflación postpandemia: Aunque Brasil logró moderar sus niveles inflacionarios, la pérdida de competitividad acumulada en los últimos años dejó a su economía vulnerable frente a los movimientos del mercado.
- Caída de precios de exportaciones clave: Productos como el petróleo, la soja y el mineral de hierro, fundamentales para el superávit comercial brasileño, registraron retrocesos en sus valores, exacerbando las presiones sobre la moneda.
El resultado fue un desplome histórico: el real alcanzó un nivel de 6,01 por dólar, el más bajo en términos nominales desde que se tienen registros.
La devaluación del real tuvo consecuencias directas en la relación económica entre Brasil y Argentina.
Relación bilateral
Según Portfolio Personal Inversiones (PPI), el tipo de cambio real bilateral entre ambos países cayó al nivel más bajo desde 2015. Esto encareció los productos y servicios argentinos para los brasileños y abarató los bienes brasileños en Argentina, afectando tanto el comercio de bienes como el turismo. Dicho de otra forma, Brasil está en su momento más barato para viajeros argentinos de los últimos 9 años y Argentina en su punto más caro del mismo período. Lo mismo corre para importaciones y exportaciones.
Un claro ejemplo fue el caso de un hincha del Botafogo que se quejó en redes sociales tras pagar 20 dólares por un café y un cheesecake en Buenos Aires. Esta anécdota ilustra cómo la percepción del poder adquisitivo brasileño cambió drásticamente en pocos meses.
El Banco Central de Brasil ya dio señales de estar dispuesto a actuar en caso de que considere que los movimientos del tipo de cambio son disfuncionales.
Con el desempleo en mínimos históricos, la duda de los especialistas es si el mercado va a forzar a las autoridades económicas a actuar dadas expectativas de inflación que crecen y si, eso, puede llevar al país vecino a una recesión. La debilidad del real, con todo, puede ayudar a cuidar la cuenta corriente de ese país y mejorar las condiciones de intercambio con sus socios comerciales, por ejemplo, la Argentina.
Desafíos y costos
Aunque la burla de cancha pueda quedar en el pasado, no todas son buenas noticias, según especialistas. El debilitamiento del real también plantea desafíos y costos significativos para Argentina, que ponen presión incluso para su siempre clave equilibrio cambiario:
- Turismo y servicios: Con un real más débil, los turistas brasileños enfrentarán mayores costos al visitar Argentina. Esto podría reducir el ingreso de divisas provenientes del turismo, un factor que PPI advierte como crítico: “Una menor llegada de brasileños podría afectar directamente a uno de los sectores clave en la generación de dólares en el corto plazo, especialmente en un contexto de reservas acotadas”.
- Comercio bilateral: Según PPI, “la pérdida de competitividad relativa para los bienes argentinos encarece nuestras exportaciones y fomenta mayores importaciones de Brasil”, particularmente en sectores como el automotriz. Esto podría “desacelerar aún más el superávit comercial, agravando el desequilibrio externo”.
- Impacto en la balanza comercial: “Un tipo de cambio real bilateral en mínimos desde 2015 representa una presión adicional para el ya debilitado esquema cambiario argentino”, al exigir mayores ingresos de la cuenta financiera para compensar el déficit creciente de la cuenta corriente de la balanza de pagos, precisaron los economistas de PPI.
“Cuando Brasil devalúa, sus bienes se abaratan y los nuestros se encarecen. Esto no solo afecta al comercio bilateral, sino que también complica nuestra balanza de servicios, como el turismo, donde la llegada de brasileños podría disminuir”, destacó Jerónimo Montalvo.
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