
Mientras termina de delinear las características del sistema de registro de las importaciones que reemplazará el SIRA, impuesto por la gestión de Sergio Massa al frente del Palacio de Hacienda, la Secretaría de Comercio prepara para los próximos días creación de un registro que tendrá la finalidad de conocer a ciencia cierta cuánto es efectivamente la deuda comercial de los importadores y cuáles son las empresas afectadas. Las cifras que manejan en la UIA, tomadas de la base del relevamiento del Banco Central, indican que los pasivos ascienden a USD 50.000 millones, pero el equipo económico quiere conocer la cifra total con exactitud y el monto por empresa, ya que cree que hay mucha deuda que ya fue pagada.
Con esa información, el Gobierno podrá tomar determinadas decisiones que están en estudio y que apuntan a flexibilizar las condiciones de pago de parte de esa deuda a las pequeñas y medianas empresas, las más perjudicadas frente a la imposibilidad de pagar por la escasez de divisas. El flamante equipo que conduce Luis Caputo no sólo comunicó que ofrecerá un bono en dólares (Bopreal), con opción de rescate anticipado, para que las empresas puedan pagar su deuda con el exterior -que no termina de convencer al sector privado-, sino que tampoco el pago del flujo de las importaciones será inmediato.
“No hay dólares”, se encargan de repetir el ministro y su secretario de Comercio e Industria, Pablo Lavigne, públicamente y en encuentros privados con empresarios.
De acuerdo con una normativa publicada por el Banco Central la semana pasada, salvo contadas excepciones, como los combustible, por ejemplo, para la mayoría de los bienes, las empresas podrán pagar 25% a los 30 días de nacionalizada la mercadería, otro 25%, a los 60 días, a los 90 otro 25%, y el saldo a los 120 días. Los permisos se aprobarán sin mayores inconvenientes, según prometió el Gobierno, pero no se podrá hacer ningún pago inmediato; por lo tanto, las empresas cuyos proveedores ya no les embarcan más mercadería hasta no cobrar al menos parte de su acreencia están en problemas.
En un momento, ni bien asumió la actual gestión, circuló la versión de que las compañías iban a poder recurrir al contado con liqui (CCL) para comprar dólares y hacer frente a su deuda; de hecho, así lo había dejado planteado la canciller Diana Mondino en la Conferencia Industrial de la UIA, a fines de noviembre. Pero el mensaje que ahora transmiten los distintos funcionarios es que si abren esa posibilidad, se generaría un efecto “puerta 12″ en ese mercado y la brecha cambiaria, que el equipo económico pudo por ahora contener, volvería a dispararse. “Al CCL no van a poder ir. Nunca van a dejar entrar masivamente a empresarios a cubrir sus importaciones porque no hay posibilidad de sostener el tipo de cambio”, afirmó una fuente privada de permanente contacto con Lavigne.

La solución entonces podría ser, por un lado, habilitar a que las pymes puedan tener mejores condiciones de acceso al MULC para el pago de las importaciones –y que así puedan destrabar sus operaciones–; y por otro, que a las empresas que suscriban el bono Bopreal, se les permita ir al CCL en microdosis para saldar un porcentaje de la deuda. Porque lo que sucede es que el título “tiene que ser lo suficientemente atractivo para que tenga una buena cotización en el mercado secundario y la empresa pueda venderlo y hacerse de los dólares para pagar su deuda”, dijo otro empresario.
Lavigne organizó el jueves pasado un encuentro con empresarios con el espíritu de sondearlos en torno a qué debería ofrecer el bono para que tenga una alta suscripción. Y las respuestas fueron varias: que el papel pueda otorgarse como garantía de ejecución; que sirva para pagar impuestos; que tenga una tasa de interés atractiva y que permita entrar al CCL en un determinado porcentaje. “Algo va a tener que tener. Si no, va a ser muy complicado”, señaló uno de los empresarios consultados.
Sistema SEDI: de qué se trata
El sistema actual de SIRA será reemplazado por SEDI –cambian las cuatro letras porque la plataforma sigue siendo la misma– en las próximas semanas. Mientras tanto, la Secretaría de Comercio sigue aprobando SIRAs y promete dar luz verde a todos los pedidos atrasados. Los importadores aseguran que “se están autorizando SIRAs, ya que hasta no se ponga en práctica el nuevo sistema, el comercio exterior debe tener funcionando”. Aunque reconocen que “algo se ralentizó”.
¿Cómo será el nuevo sistema? ¿Serán completamente libres las importaciones? ¿O habrá algún tipo de control? El Gobierno insiste en que el que quiera podrá importar, pero lo cierto es que la libertad absoluta es el objetivo final. En el mientras tanto, y aunque habrá una liberación mucho más ágil de los permisos, “se espera que siga habiendo un monitoreo de las importaciones de diversos rubros para entender cuáles son los patrones reales de importación con un tipo de cambio más razonable”. “Habrá un período de reacomodamiento, un gradualismo que durará menos que los gradualismos anteriores”, enfatizaron fuentes conocedoras de lo que se viene.
Por otro lado, nadie espera un aluvión de importaciones con el actual tipo de cambio. Ingresar mercadería del exterior a un valor, hoy, de $940 por dólar para algunos sectores no es tan rentable, dijo un empresario importador. “Desapareció la ventaja de importar. Si el dólar no se atrasa mucho, van a desaparecer los oportunistas”, agregó.
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