
Aunque parezca obvio decirlo, el hidrógeno es uno de los dos componentes del agua, y utilizarlo como un combustible que permita propulsar los vehículos en el futuro debe ser considerado como un proyecto que, aunque lleve más de 40 años de investigación, tiene hoy mucha mayor preponderancia que cuando en los 80 se comenzaron a hacer las primeras pruebas.
Estamos en la era de la descarbonización, por lo tanto, todo aquello que permita que los escapes de los autos, camionetas, buses de pasajeros o camiones de carga no emitan dióxido de carbono, tendrá que tomarse con atención.
Hay sistemas más simples, como los motores eléctricos, y ese es el camino que la mayoría de los actores de la industria ha tomado, pero, aunque es sencillo, tiene otras complejidades como son las baterías y sus componentes, la extracción de minerales, aunque abundan no son infinitos, y los costos que todavía convierten a esta alternativa en algo inaccesible para la mayoría de los usuarios.
Mientras los gigantescos recursos que se invierten en la electricidad permiten avances cotidianos que casi con seguridad obtendrán mejores resultados frente a otras opciones de movilidad sustentable, para algunos fabricantes de la industria, el horizonte no solo tiene autos eléctricos sino una combinación y hasta un complemento de estos con otros modos de propulsión.

¿Qué más maravilloso podría ser que el hombre pueda algún día moverse en autos que consuman agua como combustible? Hay quienes sostienen que incluso la fuerza de la gravedad podría utilizarse para generar un movimiento, aunque el desarrollo teórico y práctico de la idea parezca privativo de mentes brillantes como la de Leonardo Da Vinci. Pero usar el agua no es tan descabellado, de hecho es una realidad, al menos usándola como materia prima para generar un modo de propulsión: el hidrógeno.
BMW y Toyota han sido pioneros en distintas épocas y por distintos caminos del uso de este componente del agua para hacer girar las ruedas de un vehículo. Los alemanes fueron los que empezaron a experimentar con la inyección del hidrógeno directamente en la cámara de combustión de un motor convencional para generar las explosiones allá por finales de la década del 70. Los japoneses de algún modo “tomaron la posta” y le dieron continuidad ya en este siglo, aunque diversificando los recursos en dos caminos diferentes.

El hidrógeno como elemento para convertirse en electricidad que cargue una batería para que ésta alimente un motor eléctrico, es el conocido sistema FuelCell o pila de combustible.
Y el hidrógeno inyectado del mismo modo que lo hizo BMW es la otra línea de desarrollo que aún siguen explotando.
En el lapso de este último tiempo, la coreana Hyundai también decidió apostar por el hidrógeno en ambas direcciones, y mientras su flota de camiones XCient ya recorren caminos europeos con sus motores eléctricos alimentados por hidrógeno, acaban de terminar el período de ensayos en prototipo de un motor térmico que tiene las mismas cualidades del motor de combustión interna convencional, pero reemplaza la gasolina o el diésel con hidrógeno gaseoso.

Lo ha hecho a través de una nueva compañía llamada Hyundai Doosan Infracore (HDI), creada a partir de la adquisición de Doosan Infracore por parte de Hyundai Heavy Industries. Esta empresa, dedicada exclusivamente a la construcción de motores y maquinaria de construcción, ha estado experimentando y desarrollando sus motores denominados HDI H2, durante los últimos dos años. Se trata de un motor convencional de 11 litros de cilindrada, impulsado únicamente por hidrógeno, que puede producir una potencia de 300 kW o 402 HP, con un torque de 1700 Nm a 2000 RPM.
El impulsor tiene la normativa Tier 5/Stage 5/Euro7, y así cumple los requisitos de emisión para reducirse en un 90% al nivel actual y ser considerado “Cero CO2″, (por debajo de 1 g/kwh) y “Cero emisiones de impacto”.
El hidrógeno de baja pureza que se utiliza para impulsar los motores de hidrógeno, hace que los motores no solo sean fuertes, densos en energía y económicos, sino que también sean el sistema más adecuado para vehículos de tamaño mediano a grande y vehículos que viajan largas distancias.

Según HDI, con una carga de 10 minutos, la autonomía puede llegar a los 500 kilómetros, con un costo cercano a un 25% menor de adquisición que el de un vehículo de pila de combustible de hidrógeno o uno eléctrico.
La compañía planea aprovechar su tecnología e instalaciones de motores actuales con 2 claros beneficios: acelerar la comercialización y para reducir los costos. Los nuevos motores de hidrógeno que se producirán se instalarán en vehículos comerciales, incluidos autobuses grandes, camiones y equipos de construcción. El prototipo se finalizará durante este año y luego se probará y validará en maquinarias durante 2024. Al año siguiente, en 2025, comenzará la producción en gran escala de estos motores.
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