La semifinal de la Copa de Oro de fútbol infantil en el Club Villa Pellerano, en Lanús, finalizó con una violenta pelea entre adultos que forzó la expulsión de dos equipos. El encuentro, organizado por la Federación Argentina de Deportes Infantiles (FADI), reunió a chicos de seis años de los clubes 1° de Mayo y Villa Heredia y buscaba garantizar un clima seguro al disputarse en cancha neutral, pero la violencia se desató minutos después del partido, a la vista de los niños participantes.
Apenas iniciado el ingreso de los padres al campo de juego, la tensión escaló rápidamente en el escenario. Videos del incidente mostraron a decenas de adultos lanzándose empujones y golpes mientras los niños, algunos llorando, eran llevados a los vestuarios. Testigos indicaron que el origen del conflicto habría sido “un gesto de provocación” atribuido a uno de los directores técnicos, lo que generó la reacción inmediata de algunos asistentes presentes en la tribuna.
El enfrentamiento, que se extendió aproximadamente durante unos diez minutos, se propagó desde el campo de juego hacia las gradas, donde familiares intentaban contener la pelea y proteger a los menores del pánico generalizado. El delegado anfitrión, Adrián Vidart, manifestó, en declaraciones recogidas por CN5: “Los nenes lloraban desconsoladamente”.

La FADI, con sede en Avellaneda, resolvió expulsar de manera inmediata a ambos equipos, 1° de Mayo y Villa Heredia, de la vigente Copa de Oro, una decisión que buscó desincentivar nuevas situaciones de violencia pero que incrementó la tensión en el ambiente competitivo. Según informó El Diario del Sur, las autoridades de la federación solicitarán los videos originales para evaluar posibles suspensiones individuales y convocaron a una reunión para este martes con el objetivo de definir pasos a seguir.
Las imágenes viralizadas en redes sociales pusieron de relieve la magnitud de la pelea, con padres de los jugadores irrumpiendo en el campo y protagonizando una serie de enfrentamientos físicos mientras entrenadores y allegados intentaban separar a los involucrados.
El episodio ocurrió ante los propios jugadores de la categoría 2019, quienes habían terminado de disputar la semifinal en el Club Villa Pellerano bajo las reglas de neutralidad organizadas por la federación. Para resguardar a los pequeños, los responsables de la institución los trasladaron a los vestuarios. Varios niños rompieron en llanto al ver a sus propios padres y familiares envueltos en la pelea.
La organización ratificó la decisión de expulsar a ambos equipos del torneo y convocó a una reunión extraordinaria para evaluar el futuro de los planteles involucrados. También pidió la colaboración de los clubes para identificar a los responsables individuales y determinar sanciones adicionales en caso de reincidencias.
Este tipo de incidentes, según consignó el delegado local Adrián Vidart, “no es la primera vez que pasa”, en alusión al historial de episodios violentos en torno al fútbol infantil en la región. La proliferación de videos del hecho en redes sociales amplificó el repudio hacia la conducta de los adultos y reabrió el debate sobre el entorno en que se desarrollan los programas deportivos para menores.

Hace pocas semanas, otro episodio de violencia en el fútbol infantil obligó a que un árbitro fuera escoltado por la policía tras ser agredido por padres durante un partido en el predio de la Agrupación Deportiva Infantil Rosario (ADIR), en la ciudad de Rosario. El incidente ocurrió en un encuentro de la categoría 2017 entre Adir y Unión y Progreso, donde participaron niños de ocho años.
La intervención policial se produjo luego de que los organizadores activaran el protocolo de seguridad y llamaran al 911, lo que permitió resguardar al árbitro y restablecer el orden en el predio. “Gracias a eso pudimos darle seguridad al árbitro, que se pudo ir”, explicó René Montoya, presidente de la institución local.
El conflicto se originó en los minutos finales del partido, cuando el equipo visitante expresó su desacuerdo con el desempeño arbitral. Ante la tensión, el juez decidió finalizar el encuentro un minuto antes del tiempo reglamentario. Al dirigirse a los vestuarios, fue atacado por un grupo de padres del club visitante, mientras los niños y el hijo del propio árbitro, de siete años, presenciaban la escena. “Los niños vieron a los padres pelearse. Es el deporte que eligen sus hijos, por culpa de los grandes esto termina de una manera fea que no es ejemplo de nada”, lamentó Montoya.
Para evitar una escalada, la organización accedió a devolver el valor de las entradas a los padres involucrados, quienes reclamaban ese reembolso tras el altercado. “Querían seguir generando problemas, reclamaban la entrada, les devolvimos la entrada. Hicimos todo para que no se genere una discusión mayor”, relató el dirigente.
El partido formaba parte de la liga oficial, por lo que se prevén sanciones para el club visitante. Montoya confirmó que ya se comunicó con el presidente de Unión y Progreso y subrayó la importancia de mantener relaciones cordiales entre las instituciones.
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