El Argentina Open, refugio del tenis sudamericano en medio de un calendario global cada vez más hostil

La edición 2026 se jugará en un contexto diferente al de años anteriores. Quiénes son las figuras nacionales e internacionales que ya confirmaron su presencia

Guardar
El torneo se disputará del
El torneo se disputará del 7 al 15 de febrero de 2026 (Fuente: Prensa Argentina Open)

La edición 2026 del Argentina Open se disputará en un contexto distinto al de temporadas anteriores, en un año en el que la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) parece profundizar su orientación hacia un modelo centrado en el negocio: torneos de mayor envergadura, mejores ingresos y regalías, y una estructura que, en ese proceso, parece desplazar progresivamente al resto del Tour.

Aunque no forma parte del grupo de los grandes certámenes, el torneo de Buenos Aires y la Gira Sudamericana continúan siendo un refugio para las ilusiones de muchos tenistas de la región, una oportunidad para que los fanáticos puedan ver de cerca a figuras del circuito y una fuente clave de recursos para el desarrollo de la industria del tenis en esta parte del continente.

Ese escenario, sin embargo, se vuelve cada vez más complejo. Con palabras, Andrea Gaudenzi, CEO de la ATP, dejó en claro su postura al afirmar que existen demasiados torneos ATP 250, considerados “chicos” dentro de la estructura del circuito. Con hechos, su posición se tornó más concreta: impulsó la creación de un décimo Masters 1000, surgido del poder económico de Medio Oriente, promovió la fusión de certámenes para generar más torneos ATP 500 -categoría a la que la Argentina no logró acceder- y avaló, además, una reducción en la cantidad de eventos disputados sobre polvo de ladrillo.

Lo que a comienzos del siglo fue concebido como una Gira Sudamericana de cuatro torneos (año 2000), que luego pasó a denominarse Gira de Oro (2005), hoy se encuentra reducida a apenas tres certámenes, con el agregado de que uno de ellos queda superpuesto con la Copa Davis.

“El sorteo de la Copa Davis fue muy malo para todos nosotros”, reconoció Martín Jaite, director del IEB+ Argentina Open. “Tampoco le vino bien a Brasil. Hablo permanentemente con Luiz Carvalho (director del Río Open y vicepresidente de IMG) y a ellos también les costaba atraer jugadores por la fecha en la que cae la Copa Davis”.

Ese factor ayuda a explicar por qué son, principalmente, tenistas italianos o españoles quienes pueden cortar el cordón umbilical con Europa y afrontar el viaje a Sudamérica. Ambos países no deben disputar los Qualifiers de la Ensaladera de Plata a comienzos de temporada: Italia, como último campeón, accede directamente a las Finales de noviembre, mientras que España, finalista en 2025, debutará recién en septiembre.

Joao Fonseca, campeón de la
Joao Fonseca, campeón de la edición 2025 del Argentina Open (Foto: REUTERS/Matías Baglietto)

Desde el lado de los jugadores, Francisco Cerúndolo coincidió en la necesidad de sostener la gira sobre polvo de ladrillo en la región. “Es importante mantener las semanas de febrero. Si no fuera así, prácticamente sólo habría torneos de canchas lentas hasta Roland Garros, porque dejaron apenas dos semanas después del césped. Los jugadores no tenemos injerencia en esas decisiones y hay que adaptarse a jugar más en otras superficies. No hay que equivocarse: ahí están los torneos más importantes”, explicó.

Los números respaldan esa mirada. De los nueve Masters 1000 actuales, apenas tres se juegan sobre polvo de ladrillo. Los otros seis se disputan sobre canchas duras. Roland Garros es el único de los cuatro Grand Slams que se juega en superficie lenta. Entre los 14 torneos ATP 500, ocho se disputan sobre cemento (dos sobre césped), una proporción que se duplica en la categoría ATP 250, con 30 eventos en el calendario.

En ese contexto, casi como una estrategia de supervivencia, Jaite remarcó que el polvo de ladrillo funciona como un diferencial para el torneo porteño. “Si cambiáramos a cemento, como me lo sugirieron muchas veces, competiríamos directamente con los árabes. Y no tenemos un presupuesto similar para atraer jugadores”, explicó, en referencia a las bolsas de premios y a las garantías que se pagan en esa región.

“Tampoco podríamos competir con los europeos -agregó-, porque concentran la mayor cantidad de buenos jugadores y varios torneos grandes en pocas semanas. Mantener el polvo de ladrillo nos permite ofrecerles a quienes se sienten cómodos en esta superficie una alternativa en Sudamérica”.

El Argentina Open 2026 será, además, el primer torneo sobre canchas lentas del calendario y quedará inmediatamente pegado al fin de semana de la Copa Davis, un factor que complica la convocatoria.

Las razones son dos. Por un lado, la eliminación del torneo de Córdoba, que no fue reemplazado, le quitó una semana a la gira. Este año, ese espacio fue cubierto por el Challenger de Rosario. Sin embargo, una nueva modificación del calendario arrastró una semana hacia adelante a los torneos sudamericanos, superponiendo la Davis con el certamen rosarino y eliminando el colchón entre Buenos Aires y los Qualifiers.

Por otro lado, la cercanía con la primera serie del año por la Ensaladera de Plata vuelve a la Argentina un destino lejano para muchos jugadores. La mayoría de las series de febrero se disputan en estadios cubiertos, en pleno invierno y sobre canchas duras, lo que implica viajes de al menos 12 horas, cambio de superficie y de huso horario, con la consecuente necesidad de adaptación.

Pese a ese panorama, el torneo logró trascender la dependencia exclusiva de las figuras y consolidarse como un atractivo en sí mismo, incluso para los sponsors. Así lo expresó Santiago Gluzsznaider Baker, director de Marketing de la empresa que da nombre al certamen: “Lo más importante es el tenis; si no, el torneo no se sostendría en el tiempo. Las figuras son importantes, pero me encanta ese mix con referentes argentinos. Es uno de los condimentos que nos llevó a acompañar al torneo por tres temporadas. Como dicen los jugadores, ‘espero que los fans estén preparados’”.

Una imagen del Buenos Aires
Una imagen del Buenos Aires Lawn Tennis Club, sede del Argentina Open (Foto: REUTERS/Agustín Marcarian)

Durante años circuló en el hemisferio norte una frase, repudiada en su momento por Guillermo Vilas, que minimizaba la relevancia de Sudamérica por su escaso impacto en la “industria del tenis”. Sin embargo, la continuidad de un sponsor principal, la alta demanda de empresas interesadas en sumarse a un torneo que ya no tiene espacio publicitario disponible y la fuerte convocatoria sostenida a lo largo de 26 años de historia del ATP 250 porteño refutan ese prejuicio.

En ese marco, el equipo de Jaite y Tennium, la empresa organizadora, logró reunir un cuadro atractivo: un Top Ten como Lorenzo Musetti, Matteo Berrettini, cuyo debut en Buenos Aires había sido postergado por lesiones, la presencia del brasileño João Fonseca, la joven joya del circuito que regresará para defender el título, su primer trofeo ATP, y el show adicional que aportará Gaël Monfils, en plena gira de despedida del tenis profesional.

Con siete jugadores dentro del Top 100 y un torneo consolidado tras casi tres décadas ininterrumpidas, la Argentina sostiene su lugar en el calendario y defiende la tradición del polvo de ladrillo, una superficie que busca, contra viento y marea, ganar más semanas en el circuito profesional.