Son visitas que se dan pocas veces en la historia. Tener a una leyenda del deporte como Simone Biles en nuestro país es un placer tan grande como su legado. La ganadora de 30 medallas de oro (si contamos entre Mundiales de la disciplina y Juegos Olímpicos) pisó la Ciudad de Buenos Aires en el marco de su designación como la Capital Mundial del Deporte en 2027. Frente a un auditorio repleto, la atleta que impactó al mundo con sus destrezas en el suelo o por el aire mostró la misma calidez y simpatía que la llevaron a ser la mejor de su disciplina en toda la historia.
Con el lema “Poder es creer”, Biles cautivó a todos en una charla que duró unos 45 minutos. En ese tiempo, la oriunda de Houston, en el estado de Texas, habló de sus inicios, de cómo fue su “desconexión” entre su mente y cuerpo durante los JJOO en Tokio que la marcaron para siempre y dieron impulso a un cambio en el relato de la salud mental en el deporte, y dio indicios de que su participación en los Los Ángeles 2028 todavía no está definida.
Infobae tuvo la oportunidad de tener un breve diálogo con la múltiple medallista, ganadora de siete doradas entre sus tres participaciones olímpicas. “Como un mandato del destino, semanas antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, te tatuaste: ‘Y aún así me levanto’. ¿Qué significado tiene esa frase para tu carrera y tu vida personal?”, le consultó este medio. A lo que Biles contestó: “La cita ‘Y aún así me levanto’ es de Maya Angelou, y creo que es un buen reflejo de mi carrera, donde pasé por muchas pruebas, tuvo muchos errores, dificultades... He pasado por tantas cosas. Entonces, ese tatuaje es un recordatorio visual que veo todos los días cuando me levanto. Porque, pase lo que pase, voy a seguir adelante. Y siento que me da una noción perfecta de eso”.
Más allá de sus logros en salto, en suelo o en los otros aparatos de la gimnasia, sumados a que impuso cinco movimientos que llevarán su nombre por toda la eternidad de la disciplina, lo que le sucedió en los JJOO que se postergaron un año por la pandemia, Biles sobrepasó todo lo conseguido. Los famosos “twisties”, esa pérdida del sentido de la noción y el espacio que padeció en Tokio, sumados a la apabullante presión de las redes sociales, la obligaron a parar en medio del evento multidisciplinario deportivo más grande del planeta.
“En Río 2016 tenía 19 años y sentí que estaba controlando todo mi mundo. Hubo muchos artículos que decían que ya era ‘vieja’ porque era la edad en la que, usualmente, otras gimnastas se retiraban. Yo era la más grande del mundo por ganar la prueba all around. Y llegué a creer que tenían razón”, dijo en un momento de la charla. “Sin embargo, decidí que prefería intentarlo. Estaba en la mejor forma física de mi vida cuando llegaba Tokio, en los tiempos del COVID-19. Pero estaba tan enfocada en la salud física que dejé de lado mi salud mental”, explicó.
Acto seguido, hizo un crudo relato de sus vivencias camino a la cita que provocó un vuelco en su vida y carrera deportiva. “Estaba en el avión yendo a Tokio pensando que esto no iba a salir, pero no quería decírselo a nadie. Estaba mejor que nunca físicamente, pero mentalmente no. Este momento era distinto, yo era más grande, solo dormía, comía y entrenaba. Pero ahí fue cuando encontré una desconexión entre mi mente y mi cuerpo... Y eso es muy peligroso en la gimnasia. Por eso decidí que no iba a competir. Dijeron que nunca había perdido en 10 años y que por eso iba a abandonar. Yo decidí hablar de lo que me estaba pasando, los ‘twisties’, esa desorientación en el aire. Yo no era la primera en hablar, pero como todos los ojos estaban puestos en el mundo olímpico, generó mucho ruido”, agregó.
Además de reconocer la tarea de sus padres Ronald y Nellie Biles, quienes la adoptaron con su hermano cuando era una niña, lo mismo que su entrenador Laurent Landi, que la acompañó en este viaje, Simone no aclaró si competirá en los que serían sus cuartos JJOO en la próxima edición en Los Ángeles 2028. En la misma línea de los conceptos sobre el cuidado de la salud mental, remarcó que hoy está disfrutando de esta etapa tras París 2024. “Vivo mi vida honesta y vulnerable, eso es lo que hago. No es normal lo que hacemos los deportistas olímpicos, me gusta mostrar en mis redes sociales que la vida no es solo eso”, dijo. Por eso es común verla apoyando a su esposo, el jugador de la NFL Jonathan Owens, o disfrutando de un fin de semana en Las Vegas con sus amigas.
“Actualmente no estoy entrenando, es importante que la salud física coincida con la mental, por eso me fue bien en París, estaban al mismo nivel, pero también quería darme un descanso para que mi cuerpo se recupere”, explicó Simone. Entonces, ¿la vamos a ver en tres años en la próxima edición olímpica? “No sé cómo voy a estar, voy a ir de alguna manera, para competir o para estar en la tribuna”, sentenció. Habrá que esperar.
Antes de la despedida, hubo tiempo para un ping pong con imágenes. Y la primera que apareció en pantalla fue la de un tal Lionel Messi. “Es un ícono, una leyenda y también empezó un movimiento. Sé quién es”, contestó tras ver la foto del número 10 de la selección argentina. Uno de los momentos que causó suspiros entre los asistentes fue cuando se mostró una postal de Simone de pequeña. ¿Qué dijo? “Ella fue valiente y nunca dejó sus sueños”, expresó, casi como poniéndole un título a sus inicios en el deporte que marcó su vida.

Más allá de proyectar que en una década esperará estar “comenzando una familia” y también ayudando a una organización -ya lo hace- que da soporte a pequeños huérfanos, Biles tuvo un encuentro que definió todo lo que es. Y no tuvo que ver con la aparición de Edinson Cavani, la estrella de Boca Juniors, que se acercó junto a su pareja y una de sus hijas para darle una camiseta del Xeneize. Una vez que estaba por abandonar la sede del Gobierno de la Ciudad, irrumpió una pequeña niña que, entre lágrimas, le pidió si podía firmar una malla que ella utiliza para hacer lo mismo que transformó a Simone en quién es hoy.
Tras el autógrafo, se fundieron en un abrazo. Y como la jovencita no pudo emitir palabra, ahí apareció esa mujer de poco más de un metro con 40 centímetros para mostrar que su altura es mucho más grande que una estadística. Simone Biles está en nuestro país. Y fue recibida con honores. Con la mejor carne, un buen vino y la pasión, que es una firma celeste y blanca en todo el mundo.
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