Isaac Nader sorprendió a todos en el estadio Nacional de Tokio tras ganar la final masculina de 1.500 metros en el Mundial de atletismo tras imponerse en un desenlace electrizante. La carrera se resolvió por una diferencia mínima y en la que la tecnología a través del foto finish fue clave para establecer al corredor de Portugal como el nuevo rey de la prueba de semi fondo en la capital de Japón.
El desenlace de la prueba mantuvo la tensión hasta el último instante. Wightman, representante de Gran Bretaña y campeón mundial en 2022, tomó la delantera a 150 metros de la meta y parecía encaminado a lograr el título. Pero ninguno de los rivales contó con el sprint final del portugués originario del Algarve: ejecutó un remate impecable, superó a cuatro rivales en los metros finales y cruzó la meta en 3:34.10, apenas dos centésimas por delante de Wightman, quien se quedó con la plata (3:34.12). Reynold Cheruiyot, de Kenia, completó el podio con un tiempo de 3:34.25, relegando a su compatriota Timothy Cheruiyot fuera de las medallas.
La diferencia entre el oro y la plata fue de solo 0,02 segundos, una de las más ajustadas en la historia reciente de la prueba. El dramatismo se apoderó del estadio cuando Nader, en los metros finales, logró superar a Wightman, quien ya saboreaba la victoria. El dato saliente según la organización es que el portugués corrió los 100 metros finales en 12,28 segundos. El desenlace dejó sin aliento a los espectadores y consolidó la reputación de la final de la prueba como una de las más impredecibles del calendario atlético.
El triunfo de Nader tiene un significado histórico para Portugal. Se trata del primer título mundial masculino en la especialidad para el país, que no subía al podio en esta distancia desde el bronce de Rui Silva en Helsinki hace dos décadas. La gesta del atleta luso, quien ya había ganado la Liga Diamante de Oslo y acumulado varios puestos entre los cinco primeros durante la temporada, rompe una larga sequía y coloca a Portugal en el mapa de la élite del mediofondo.
Entre los favoritos, el neerlandés Niels Laros, considerado la gran promesa de la prueba, lideró durante buena parte de la carrera. Sin embargo, no pudo mantener el ritmo en la recta final y terminó en la 5° posición con 3:34.52. La ausencia de figuras como Jakob Ingebrigtsen, campeón olímpico en Tokio, y Cole Hocker, ganador en París 2024, también marcó la final. El noruego no pudo competir por una lesión, mientras que el estadounidense que brilló en los Juegos Olímpicos del año pasado fue descalificado en semifinales tras abrirse paso a empujones entre sus rivales.
Por su parte, el vigente campeón mundial Josh Kerr vivió una noche amarga. El atleta escocés, que había advertido antes de la final que sería “una verdadera batalla para quien quiera venir y quitármelo”, sufrió una lesión en la pantorrilla derecha a falta de una vuelta y media. Las imágenes mostraron cómo, luego de recibir un ligero golpe, su pierna derecha se sobreextendió de forma incómoda. Kerr optó por continuar, pero el dolor lo obligó a reducir la velocidad y cruzó la meta en el puesto 14, con un tiempo de 4:11.23, muy lejos de los puestos de honor.
La alineación de la final reunió a 14 atletas, entre ellos tres campeones mundiales (Kerr, Wightman y Timothy Cheruiyot, oro en Doha 2019). Wightman, tras dos años marcados por las lesiones, regresó a la élite y estuvo a punto de lograr un segundo título. La ausencia de los últimos dos oros olímpicos, ambos protagonistas en ediciones anteriores, abrió el la lista de candidatos y contribuyó a la imprevisibilidad del resultado.
El ambiente en el Estadio Nacional fue testigo de la emoción y la tensión propias de una final mundial. Geoff Wightman, padre y exentrenador de Jake, narró la carrera desde la cabina, como ya lo había hecho en Oregón 2023, añadiendo un matiz personal al desenlace. El público asistió con asombro al inesperado desenlace, especialmente por la falta de reacción de Laros, quien aspiraba a convertirse en el campeón mundial más joven de la historia en la prueba masculina.
La final de los 1.500 metros en Tokio se caracterizó por un ritmo más lento que en las dos ediciones anteriores, lo que favoreció la estrategia y el remate de los atletas. Con su victoria, Nader se impuso en una carrera donde los principales contendientes no lograron imponer su dominio. El tiempo con el que se coronó campeón mundial quedó sensiblemente por detrás de los tiempos alcanzados en las últimas dos finales de la especialidad, lo que evidenció el carácter táctico y cerrado de la competencia en un estadio que vibró con una apasionante final.
Las mejores fotos de la final de los 1.500 metros:
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