
Los Simuladores marcaron a una generación. El estreno de la serie argentina en 2002 provocó un boom en la TV local y el capítulo final, emitido en los primeros días de enero de 2004, solo generó una mayor añoranza con el paso de los años de Santos, Medina, Lampone y Ravenna, los cuatro protagonistas, quienes conformaban un grupo que resolvía problemas apelando a distintas estrategias de toda índole. Uno de los seguidores más fieles a ese unitario fue otra persona que, de alguna manera, también terminó marcando a un país con base en un modo de juego único y les quiso rendir homenaje durante su infancia en una situación que salió a la luz por la publicación del libro Sueños de Selección.
Los periodistas Adrián Michelena y Nahuel Lanzillotta escribieron un relato compuesto de 17 capítulos sobre los campeones del mundo con la selección argentina en el Mundial de Qatar y sus diferentes historias de vida, entre las que resaltó la dirigida a Emiliano Dibu Martínez. Antes de brillar bajo los palos, en su etapa escolar ya era una persona extrovertida y, con motivo de un acto por el Día de la Bandera, se disfrazó de los personajes de ese icónico ciclo junto a otros compañeros.
“Incluso en quinto o sexto grado, Emi y Franco (Fenoy, amigo) se vistieron con sobretodos y abrigos de sus padres y, junto a Pablo D’Elía y Agustín Compagnucci, otros compañeros, armaron una divertida coreografía para recrear a los personajes de la serie Los Simuladores en un acto del colegio religioso Sagrada Familia al que asistían”, contaron Michelena y Lanzillota en una de las más de 200 páginas. Esta historia inédita se mezcla entre diferentes detalles de su etapa escolar y la preadolescencia.
La publicación de la editorial El Ateneo recoge una frase de Fenoy acerca de aquella desconocida anécdota: “No sé si fue en quinto o sexto año, pero Los Simuladores estaban de moda y a la maestra se le ocurrió que podíamos actuar de eso, para un día de la bandera”. Ilustraron la puesta en escena con ropa de sus padres y, en la foto exhibida en el libro, se los ve bailando. Emiliano Martínez es el tercero de izquierda a derecha y está vestido con jeans, sobretodo negro y corbata celeste.

Otro de las revelaciones de esa historia muestra la intimidad de esta etapa en Mar del Plata, previa a viajar a Buenos Aires y saltar a Europa: “Su maestra de Sociales y Naturales estaba algo alterada porque, si bien él cumplía con las tareas, se hacía el pícaro y armaba picaditos en el patio del recreo. Por orden de la dirección, estaba terminantemente prohibido jugar al fútbol allí, pero Emi aun así confeccionaba pelotas con trapos o con bollos de papel. No podían pararlo. Era uno de los más altos de la fila, el penúltimo con más exactitud. El más lungo de todos era Franco Fenoy, su compinche, que lo segundeaba en todas”.
“Por ejemplo, Emi iba a su casa a jugar al SEGA y este iba a la de Emi a jugar al Nintendo 64. Fenoy no jugaba al fútbol con Emi, pero sí le seguía la corriente en varias”, agregaron. En este sentido, Fenoy confesó: “La última vez que lo vi a Emi en el colegio fue en séptimo grado. Estábamos los dos solos, en diciembre, rindiendo inglés, y pensar que hoy habla el idioma a la perfección”.
Ese chico que le quiso rendir un homenaje a Los Simuladores fue el mismo que dejó su huella en una generación con sus atajadas, sus juegos psicológicos y sus bailes en instancias decisivas, en los que contagia tranquilidad donde hay nerviosismo. Con un manual particular, resolvió problemas y le puso fin a una racha de 36 años sin ganar la Copa del Mundo, ya tiene dos Copas América y levantó la Finalissima con la selección argentina.