
Por estos días en la Fórmula 1 se habla de Jack Doohan, el corredor australiano de Alpine cuya butaca correría riesgo ante la amenaza del argentino Franco Colapinto, por ahora reserva en el equipo francés. Pero el oceánico sabe de resiliencia gracias a su padre, Mick Doohan, quien hace 33 años estuvo a punto de perder su pierna derecha por culpa de un médico que odiaba a los pilotos de las dos ruedas. Se recuperó, volvió a competir y ganó cinco títulos seguidos en 500 cm3, en ese momento la categoría reina del Campeonato Mundial de Motociclismo de Velocidad.
En 1992, Mick Doohan se encaminaba a su primera corona en la máxima divisional. Era su cuarta temporada en la especialidad, en la que sumaba cuatro victorias, todas con Honda. En aquel año ganó cinco de las primeras siete fechas. Pero se enfrentó a un desafío al sufrir un accidente devastador durante los entrenamientos del Gran Premio de los Países Bajos en el circuito de Assen, conocido como “La Catedral” del motociclismo. Este incidente marcó un antes y un después en su vida, convirtiéndose en una de las historias más impactantes de superación en el deporte.
Doohan, quien lideraba cómodamente el campeonato mundial de 500 cc con una ventaja de 53 puntos, perdió el control de su Honda NSR500 al pisar una mancha de aceite en la pista. “Cuando estaba tirado en la tierra escuchando los huesos rechinar unos con otros solo pensaba en cuál sería la forma más rápida de volver a subirme a la moto”, aseguró.
El accidente resultó en una fractura distal con desplazamiento en la tibia de su pierna derecha. A pesar de la gravedad de la lesión, el piloto australiano estaba decidido a regresar a las pistas lo antes posible, pero lo que siguió fue una serie de complicaciones médicas que casi terminan con su carrera y su vida.

El australiano, por entonces de 27 años, fue trasladado a un hospital local, donde se sometió a una operación que, en lugar de ayudarle, empeoró su situación. Según el propio Mick, el médico encargado de la intervención no mostró respeto por los pilotos de motociclismo, llegando a afirmar que “escuché cómo le decía a Schwantz (Kevin) que no tenía ningún respeto por nosotros porque nos provocábamos nuestras propias lesiones. Quería terminar con mi carrera, de verdad lo creo”.
La operación, que debía ser relativamente sencilla, se realizó sin anestesia general, lo que obligó a Doohan a soportar el dolor durante el procedimiento. Además, el médico utilizó placas y tornillos en lugar de un clavo intramedular, lo que complicó aún más la recuperación.
Tras la operación, Doohan comenzó a experimentar síntomas alarmantes. Su pierna se hinchó considerablemente, perdió sensibilidad en los dedos de los pies y comenzó a emitir un olor a carne en descomposición. “Tuve que pedir que me cambiaran los vendajes y ahí se fueron varios trozos de carne. Pasé miedo”, aseguró Doohan. “Los doctores tomaron un instrumento con forma de cuchara y empezaron a sacar piel hasta llegar a los tendones, los huesos y las placas metálicas con sus tornillos”, agregó.
Fue ahí que el galeno neerlandés sugirió la amputación como única solución para salvar la vida del piloto. Sin embargo, la intervención del doctor Claudio Costa, médico del Campeonato Mundial de Motociclismo, cambió el rumbo de los acontecimientos.

El doctor Costa, quien no podía ejercer en Países Bajos debido a restricciones legales, organizó un avión sanitario para trasladar a Doohan a otro lugar donde pudiera recibir atención adecuada. El médico se llevó a Mick y a Kevin Schwantz (Suzuki), quien también había sufrido un duro accidente. Otros notables que la pasaron mal ese fin de semana fueron Eddie Lawson (Cagiva) y Wayne Gardner (Honda).
La situación de Doohan era crítica: la falta de irrigación sanguínea en la pierna derecha estaba afectando incluso a sus órganos internos. En un intento desesperado por salvar la extremidad, Costa tomó una decisión radical al coser la pierna derecha de Doohan a la izquierda para restablecer el flujo sanguíneo.
Este procedimiento extremo resultó ser exitoso. Después de ocho semanas de un proceso de recuperación doloroso y delicado, la pierna de Doohan comenzó a mostrar signos de mejoría. Las heridas cicatrizaron, los huesos se soldaron y, contra todo pronóstico, el piloto australiano estaba listo para regresar a las pistas.
El 23 de agosto de 1992, menos de dos meses después del accidente, Doohan volvió a competir en el Gran Premio de Brasil, en el circuito de Interlagos. Aunque aún lideraba el campeonato con 22 puntos de ventaja sobre Wayne Rainey, su condición física estaba lejos de ser óptima. “Casi no podía caminar, no tenía nada de sensibilidad de rodilla para abajo. Solo quería sumar algunos puntos. Yo usaba mucho el freno trasero pero me era imposible hacerlo porque no tenía movilidad en el tobillo”, recordó Doohan, quien pese a los problemas para utilizar el freno trasero de su moto, una herramienta clave en su estilo de conducción, pudo culminar 12º, sin sumar puntos.
La última carrera de la temporada, el Gran Premio de Sudáfrica en Kyalami, fue decisiva. Aunque Doohan logró terminar en la sexta posición, su compatriota Rainey, quien finalizó tercero, se coronó campeón del mundo por apenas cuatro puntos de diferencia. La pierna de Doohan seguía en condiciones críticas: “Una noche desperté y prácticamente había explotado. La cama estaba llena de pus. El doctor Costa extrajo más de un litro”, reconoció.
Aunque perdió el campeonato de 1992, Doohan no se rindió. El australiano trabajó junto a Honda para desarrollar un dispositivo que le permitiera accionar el freno trasero con el pulgar de su mano izquierda, compensando la falta de movilidad en su pierna derecha. Este avance tecnológico marcó un punto de inflexión en su carrera.
“Honda quería remplazarme con Eddie Lawson y que así tuviera tiempo para recuperarme, pero yo sentía que si estaba fuera seis meses o un año nunca podría volver”, reconoció Mick, que en 1993 volvió a ganar carreras y, a partir de 1994, inició uno de los periodos de dominio más impresionantes en la historia del motociclismo. El oceánico conquistó cinco campeonatos mundiales consecutivos entre 1994 y 1998, acumulando 44 victorias y 43 poles en 71 carreras. Tres de sus triunfos fueron en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez, en 1994, 1995 y 1998.

En el global en 500 cm3 logró 54 victorias, 95 podios, 58 poles positions y 46 récords de vueltas. Se lo considera como uno de los mejores pilotos de la historia del motociclismo por sus cinco cetros seguidos en la categoría reina, siendo solo superado por Giacomo Agostini, quien consiguió ocho títulos, Valentino Rossi con siete (1 en 500 cm3 y 6 en MotoGP) y Marc Márquez, con seis (MotoGP).
En 1999, durante el Gran Premio de España en el circuito de Jerez, Mick sufrió otra caída que agravó las lesiones en su pierna derecha. A punto de cumplir 34 años, decidió retirarse del motociclismo profesional. Doohan reflexionó años después sobre su carrera, afirmando que “si hubiese sido campeón probablemente habría tirado la toalla y lo hubiese dejado”. Su derrota en aquel año, paradójicamente, fue el catalizador de una trayectoria que lo convirtió en un ícono del motociclismo.
La historia de Mick Doohan es un testimonio de resiliencia y determinación, un ejemplo de cómo superar adversidades extremas para marcar una era en las dos ruedas. Su legado sigue vivo en el mundo del motociclismo, donde su nombre es sinónimo de perseverancia y éxito. Aquella lucha de superación llegó a Jack, quien hoy se aferra a su butaca en Alpine y tuvo buenos parciales de local, pero en carrera no pudo completar una vuelta por su accidente, bajo la atenta mirada de su padre.