La cruenta historia de Cone De Respinis, líder de la barra de Huracán, y la interna que desató la guerra con la facción disidente

La Policía de la Ciudad lo arrestó tras un allanamiento en su casa de Nueva Pompeya, luego de la batalla a tiros durante la noche del viernes. Lleva casi 30 años al comando de una de las barras más peligrosas

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El Cone De Respinis, bajo
El Cone De Respinis, bajo la lupa de la Justicia

Le dicen Conejo. Si bien el apodo viene de la adolescencia, de la época en que sus dientes prominentes sobresalían desde la cara, bien podría ser por la velocidad con que escapa de cada emboscada de sus rivales barras y de las garras de la Justicia. Empleado del Banco Nación en el área de ordenanza, Claudio De Respinis tiene mil vidas. Y en todas siempre vuelve como jefe de la barra brava de Huracán. Hoy será indagado por tentativa de homicidio y en su entorno dicen que otra vez se saldrá con la suya: el arma que le encontraron en el allanamiento en la casa después del tiroteo del viernes por la noche no es, según afirman, una que se haya usado ese día, y los policías que llegaron al lugar dicen que no lo vieron disparar. Habría que aclarar que el allanamiento se hizo 24 horas después, tiempo suficiente para limpiar el hogar, y que las relaciones de los oficiales con la facción oficial de la barra del Globo es casi umbilical.

Además, el Cone, como lo conocen todos en el mundo barra, fue sobreseído o absuelto en todos los procesos judiciales que se le abrieron en los últimos 30 años, por lo que no tiene antecedentes que puedan aplicar como una reincidencia. Así, si bien la fiscal Celsa Ramírez hará lo imposible para que se le dicte la prisión preventiva, sabiendo de qué paño está hecho el ahora detenido, salvo que tenga un as bajo la manga para lograr la anuencia del juez en esa decisión, será complicada, ya que en principio podría ir por la tenencia ilegal del arma, que al ser un calibre 32 es de uso civil y tiene un mínimo excarcelable; o utilizar la declaración de quien lo denunció, Cristian Gualco, capo de la facción disidente, e ir por la figura de coacción agravada (que en criollo significa “si no te vas de acá te voy a hacer algo feo”) aunque en este último caso al haber sucedido todo en la casa de De Respinis, éste hasta podría argumentar que fueron a atacarlo a él.

Como fuera que termine la audiencia de hoy, lo cierto es que el famoso Cone es un hombre que ha sobrevivido a todo y a todos, aún cuando en las tantas guerras que participó terminó perdiendo a un hermano al que asesinaron. Su figura, hoy voluminosa, cobró fuerza a fines de los 90 cuando ingresó como segunda línea de la barra con el grupo que paraba en la plaza José C. Paz. Hizo carrera allí en varias trifulcas contra otras hinchadas, algo típico de aquella década y, después del crimen de Ulises Fernández en diciembre de 1997, asesinado por la barra de San Lorenzo en la previa de un clásico, pasó al frente aliándose con un grupo de la villa El Pueblito y otro de la calle Pagola. Su reinado empezó a sentirse fuerte a comienzos del nuevo siglo, cuando también se sumó como mano derecha su hermano Pablo, alias el Narigón. Y desde ese momento la barra de Huracán comenzó a ser considerada como una de las más peligrosas de todo el fútbol argentino.

Su primera causa grande llegó en septiembre de 2004. El Globito jugaba en el Ascenso y el Cone había decidido que se iba a cobrar cuentas con todas las barras con las que tuviera algún problema. Un año antes la había pasado mal la hinchada en Núñez y ese día Defensores de Belgrano iba al Ducó. Apenas terminó el partido lideró una revuelta para agredir a los hinchas del Dragón y la batalla fue demencial, con varios heridos de arma blanca y balas. La Policía se llevó a varios detenidos pero el Cone, si bien subió al camión de Infantería, no estaba muy preocupado. Tiempo después se sabría por qué: llegó a juicio acusado de organizar grupos destinados a provocar violencia en los estadios, delito con pena de seis años de prisión.

Pero el juicio oral fue un paso de comedia: los cuatro policías que eran testigos declararon no recordar nada del suceso. “Yo sólo me acuerdo cuando hay muertos”, dijo insólitamente uno mientras que otro afirmó que “se me malinterpretó en primera instancia, es cierto que De Respinis estaba haciendo movimiento de brazos pero no para arengar una pelea, sino para dispersar”. Ante esta situación, el fiscal López Lecube pidió su absolución aún cuando si hubiese trabajado más en profundidad podría haber descubierto que dos de esos cuatro policías que declararon habían sido separados de la fuerza por su connivencia con los barras.

El tiroteo entre barras de Huracán

Con esta victoria, su poder en la tribuna se hizo aún más grande. Y empezó a manejar todo lo que tenía que ver también con el predio de La Quemita, además de hacer fortunas en cada recital que se hacía en el estadio. También hacía gala de su relación con la política (NdR: Huracán fue una de las fundadoras de la ONG Hinchadas Unidas Argentinas) y mostraba su ingreso como empleado del Banco Nación como otra muestra de su poder. Pero el 1° de noviembre de 2008 tomó una decisión que abrió una grieta grande en la barra. Después de un partido contra Estudiantes en la cancha de Vélez, decidió que toda la barra pasara a hacer gala de su poder por la avenida Cobo en pleno corazón de Boedo y llegara hasta la Plaza Butteler. La barra del Ciclón tenía el dato y los recibió a puro balazo. El resultado fue el crimen de Rodrigo Cafú Silvera, un barra del grupo El Pueblito. Varios le recriminaron no haber previsto lo que podía pasar y el Cone respondió cerrándose aún más en su propio círculo.

Desde entonces sólo confiaba en la José C. Paz y en El Pueblito, y dejó de lado a la facción de Villa Zabaleta, a la que miraba como si fuera siempre a desbancarlo. Con esa paranoia, comenzó a darle cada vez menos entradas y beneficios, y en cambio sumó como tropa a gente de Lugano y Villa Soldati. Eso provocó un sismo en la barra que terminó estallando seis meses después, el 23 de junio de 2009, en el entretiempo de un partido con Arsenal de local. Hubo un ataque con armas blancas en el bajo tribuna y cuatro barras de la Zavaleta quedaron heridos. Entonces, apenas terminó el partido éstos fueron hasta la casa de los De Respinis y hubo un tiroteo infernal, en el que terminó asesinado Fernando, el hermano menor del Cone, y justamente el que no iba mucho a la cancha y trabajaba como repositor en un local de la firma Coto. Eso desató una cacería en los pasillos de la villa, que terminó con otro muerto, Orlando Sosa.

Se pensaba que era el final de los De Respinis como líderes de la tribuna, pero otra vez escapó de todo. Apenas se le impuso el derecho de admisión, que había tenido un tiempo después de aquella pelea con Defensores de Belgrano, pero que burlaba con asiduidad. Si después de esa guerra y de que le asesinaran a su hermano no había caído, nada ya lo iba a detener. De hecho, el Narigón Pablo viajó sin problemas al Mundial de Sudáfrica, aunque regresó en el primer grupo de deportados. Era apenas una mancha en el legajo.

El Cone entendió lo mismo, por lo que siguió adelante y, en la última década, hizo de la tribuna un negocio gigante. Y su impunidad estaba garantizada. A punto tal que en abril de 2015, en la previa de un partido contra Tigre, agredió al jefe del operativo policial que impedía que parte de la barra ingresara gratis al Ducó. ¿Resultado? Dos partidos a puertas cerradas para el club, una causa que se resolvió con probation para el líder. Todo increíble.

El arma encontrada en el
El arma encontrada en el allanamiento

A partir de entonces su reinado ya no tendría límites. El club le daba todo lo que pedía, la Policía hacía la vista gorda ante cada pedido y la barra de Huracán se hizo poderosa en toda la Capital. Pero en el último tiempo los de Zavaleta volvieron a pedir una repartición más justa de los beneficios. El Cone se negó y empezó la guerra, que incluyó varios episodios a balazos y armas blancas desde febrero de 2024. Siempre ganaron los De Respinis. En el corso de Parque Patricios, en Avellaneda en la previa de un partido contra Argentinos por Copa Argentina, en los amistosos del equipo en Uruguay, en donde se diera la confrontación. La última batalla fue en el Ducó, en medio del partido contra San Lorenzo. Ahí, la José C Paz después de la trifulca en la tribuna donde al Cone le pegaron bastante en el rostro, citó a sus rivales sobre Amancio Alcorta a la salida. Pero cuando éstos fueron, se encontraron con la Policía que los demoró a todos, les tomó los datos y esta semana les aplicó el derecho de admisión. La lista estaba integrada por 60 nombres, ninguno de la facción oficial. Los De Respinis brillaban por su ausencia.

Entonces sus rivales fueron este viernes por la noche a terminar con la faena. Hubo una discusión, hasta una bomba molotov que surcó el frente de la casa del Cone y después empezaron los disparos. Los vecinos llamaron al 911 pero cuando la Policía llegó, identificó a el líder y su hijo de un lado, y a seis rivales del otro, pero insólitamente le dijeron a la fiscalía actuante que no había armas de fuego ni habían escuchado disparos, contradiciendo por ejemplo el video que en exclusiva publicó Infobae. Otra vez una mano amiga salvándole el pellejo. Pero la fiscal Celsa Ramírez no se quedó con la declaración de los hombres de azul y ayer a la madrugada mandó a allanar la casa de De Respinis, después de que uno de sus rivales lo acusara en la Justicia. Y le encontraron un arma de fuego. Suficiente para llevárselo detenido. Se verá hasta cuando. Hoy es la indagatoria y después la fiscal tiene 48 horas para pedir la prisión preventiva y ver si el juez se la otorga o, una vez más, el Cone, líder histórico de la barra de Huracán, abre su agenda, repasa sus contactos y obtiene la libertad, como hasta ahora en su larga carrera de jefe barra.