
Minutos antes de las 10, el Córdoba Lawn Tenis Club, junto al personal de la Asociación Argentina de Tenis, abrió sus puertas al público para presenciar el súper-martes que ofrecía el AAT Challenger Santander Edición Córdoba, con la posibilidad de ver en cancha a seis jugadores que integran el lote de los 150 mejores del mundo. Infobae, por su parte, puso la lupa en un protagonista que, lejos de cumplir con dichas condiciones, tiene una historia enriquecedora para contar: Emilio Nava.
El orden de juego de la jornada proporcionado por la ATP indicaba un debut exigente para él. En el primer turno del Court 3, el estadounidense se medía ante el pupilo de Leo Mayer, Román Burruchaga, quien partía como quinto preclasificado del cuadro. A pesar de entregar su servicio en dos oportunidades, fue paciente, enmendó sus errores y se llevó el cotejo por 7-5 y 6-3, y mostró una clara superioridad sobre el final.

Tras un extenso y clave paso por la sala de fisioterapia, donde regeneró sus músculos de cara al próximo desafío, arribó a la sala de prensa. Distendido, abierto al diálogo, y con un castellano fluido, explicó: “Nací y crecí en Los Ángeles, en California, y viví allí hasta los 16 o 17 años. Luego me fui cuatro años a entrenar a España y después regresé a Estados Unidos. Ahora estoy haciendo base en Buenos Aires”.
La familia del actual 238º del ranking ATP respira deporte y está compuesta por su madre Xóchitl Escobedo, su padre Eduardo Nava y sus dos hermanos mayores, Diego y Eduardo. “Mi padre nació en México y mi madre en Estados Unidos, pero vivió toda su vida en México. Mis dos hermanos mayores y yo somos de Los Ángeles, pero hablamos en español, aunque les respondemos en inglés”, contó.
Los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 marcaron un antes y un después en la vida de ciertos deportistas, como en la de Gabriela Sabatini, quien a sus 18 años consiguió la medalla de plata en singles. Para los padres de Emilio también fue un punto aparte, pero en otra materia: ahí fue dónde se conocieron. “Mi madre representaba a México en tenis y mi padre corría atletismo. Tenemos buenos genes”, bromeó Emilio.

Si bien su padre quería que sus hijos siguieran su legado, tanto Emilio como sus hermanos optaron por el deporte de la raqueta. “Sabía que no tenía tanto futuro en el atletismo. Mi madre fue bastante influyente. De hecho era nuestra entrenadora”, afirmó el joven de 23 años.
Además, el menor de tres hermanos reveló que de niño era difícil competir con ellos. Eran más altos, más fuertes, más sólidos mentalmente. Actualmente, Eduardo, el mayor, trabaja en la United States Tennis Association (USTA), y Diego, el del medio, en la Universidad de Louisville.
Su primo por parte materna es Ernesto Escobedo, histórico jugador del tenis mexicano, ganador de cuatro títulos challenger y que fue 67º del escalafón mundial en julio de 2017. “No llegué a compartir mucho tiempo en el circuito, pero siempre lo miré como una motivación. Él trabajaba bastante duro. Siempre nos empujamos, era una competitividad positiva”, contó.
Acerca de la transición de junior a profesional, luego de alcanzar dos finales de Grand Slam juvenil y ser quinto del ranking, el angelino describió: “Yo creo que es una etapa importante. Ves la competencia fuera de tu país. A mí me sirvió para ver eso. Cómo entrena este, que hace el otro. Ahora estoy encontrando mi juego, ya pasaron algunos años de eso. Estoy motivado y listo para dar el próximo gran paso”.
En cuanto a su travesía por la Academia del español Juan Carlos Ferrero, dijo: “Me quedé cuatro años ahí. Fue un momento clave para la madurez, tanto de persona como de jugador. Juan Carlos estuvo muy presente. Luego vino un tal Carlos Alcaraz, de 15 o 16 años, y entrenamos bastante. La relación era buena, es una gran persona. Lo veía y pensaba: ‘Este chico juega bien’”.

El cerebro del equipo de trabajo del diestro de 23 años es el argentino Diego Cristín, ex entrenador de Tomás Etcheverry y Francisco Cerúndolo. Asimismo, su preparador físico y kinesiólogo son albicelestes. “Me estoy acostumbrando a los asados”, manifestó entre risas.
El AAT Challenger Santander Edición Córdoba es la primera expedición de Emilio Nava en el continente sudamericano. “Me estoy acostumbrando a la cultura. La comida está increíble, me encanta la gente, hace un calor de locos. Me gusta mucho”, contó.
El estadounidense no dudó y escogió al serbio Novak Djokovic como su preferido del Big 3, pero cerró con una sorpresa: “Obviamente de los tres me encanta Nole. Pero el que me encantaba ver era a David Ferrer. Era una bestia, tener ese tamaño y llegar a lo que llegó. A veces intentó meterme en sus zapatos y meter mil bolas”, sostuvo.
Emilio se medirá con otro argentino en los octavos de final del Challenger de Córdoba. Será ante Gonzalo Villanueva (30), el próximo jueves.
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