Las perlitas de los duelos entre River y Talleres: del gol icónico de Francescoli al día que Labruna “dirigió” a los dos equipos

El Millonario y el elenco cordobés se enfrentan esta noche en Paraguay por la Supercopa Internacional. Las historias detrás de un choque con mucha historia

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La gran actuación de Talleres
La gran actuación de Talleres en el Nacional '79, en la que Fillol fue figura, evitando una goleada

Grandes partidos. Varios jugadores importantes que vistieron ambas camisetas. Y un denominador común, con nombre y apellido: Ángel Labruna. El inolvidable entrenador, identificado desde siempre con River, tuvo un par de ciclos muy recordados en Talleres, que lo hacen una figura venerada en ambas instituciones, que ahora disputarán una estrella: la Supercopa Internacional.

Talleres fue uno de los más encumbrados símbolos de los viejos torneos nacionales, que se disputaron entre 1967 y 1985. Su gran presentación se dio en el ‘74. Con un excelente equipo, fue una sensación que iba atrayendo cada vez más público a las canchas, con la conducción de Ángel Labruna. Y la muestra definitiva se dio el domingo 15 de septiembre, cuando enfrentó a River Plate en una cancha de Racing, que estuvo repleta. Mucha gente se acercó hasta Avellaneda para presenciar el fenómeno. Y los fanáticos no fueron defraudados, porque el cuadro cordobés desplegó su habitual buen trato del balón, bajo la batuta de Daniel Willington. El resultado final fue 1-1, pero la T disfrutó de merecidos aplausos. El bonus track, se sabría con el paso de los años, fue el partido preliminar. Allí se enfrentaron, en el marco de la semifinal de la zona Capital de los torneos Evita, Defensores de San Telmo y Los Cebollitas. En el primer equipo actuó Marcelo Tinelli y, en el segundo, un tal Diego Armando Maradona, quien convirtió seis goles para el aplastante triunfo por 7-2. Al terminar ese Nacional, Labruna dejó Talleres para regresar a River y darse el gusto de romper el maleficio de 18 años sin títulos.

En enero del ‘78, Talleres acarició la gloria. Se le escurrió el título de manera increíble, cuando Independiente, con 8 jugadores contra 11, configuró la mayor hazaña en la historia del fútbol argentino y gritó campeón en el estadio de Barrio Jardín. El cuadro cordobés no bajó los brazos y siguió siendo protagonista de los nacionales siguientes, con varios futbolistas que fueron campeones del mundo en el ‘78, como Luis Galván, Miguel Oviedo y José Daniel Valencia. Por momentos, era un lujo ver a ese equipo, que tenía la premisa del trato pulcro del balón y daba espectáculo en todas las canchas. El 4 de noviembre del ‘79, en el estadio mundialista de su provincia, dio una de sus mayores exhibiciones al vencer a River. La superioridad fue tan grande, que todos los medios eligieron como figura, con 10 puntos, al Pato Fillol, que evitó un score catastrófico. A los 35 minutos ganaba 2-0 con tantos de la Pepona Reinaldi. Luego descontó el Beto Alonso y más tarde Humberto Bravo puso el 3-1. Sobre el final, Ramón Díaz decoró el resultado, sellando un injusto 3-2. Las distancias habían sido mucho más que de un solo tanto…

Formación de Talleres la tarde
Formación de Talleres la tarde que ganó en el Monumental en marzo del '90. Parados: Gustavo Onaindia, Carlos Bustos, Mario Ballarino, Sergio Genaro, Carlos Díaz y Raúl Peralta. Agachados: Adrián Fornero, Adolfino Cañete, José Iglesias, Mario Bevilacqua y Antonio Apud

El 15 de agosto de 1981 culminó el último y exitoso ciclo de Labruna como entrenador de River. La misma tarde en que Boca dio la vuelta olímpica con Maradona en La Bombonera, no tan lejos de allí, en el estadio de Independiente, Ángel se despidió del club de sus amores, en el empate en un tanto frente a los Rojos. Atrás quedaron seis años y medio, con seis títulos locales y un estilo irrenunciable. Los directivos designaron en su lugar a Alfredo Di Stéfano, pero a él le ofrecieron seguir en la institución, como manager o asesor. Angelito no aceptó y dijo que prefería irse a su casa a descansar. Eso duró poco, porque no pudo resistirse ante la insistencia de Talleres, que necesitaba un regreso a los buenos tiempos, luego de haberse salvado del descenso en la fecha final. La situación más paradójica se dio en el mes de noviembre, cuando el cuadro cordobés visitó el Monumental, en el marco del torneo Nacional. No por el hecho de ver cómo Labruna era ovacionado por los cuatro costados, sino porque los Millonarios golearon 5-0 y, como él todavía tenía contrato vigente hasta fin de año con River, perdió en la cancha, pero cobró el premio por la victoria, como estipulaba el vínculo.

Una de las elecciones más parejas y politizadas en la historia de River Plate se desarrollaron en diciembre del ‘89. El oficialismo, con Osvaldo Di Carlo, fue vencido por la oposición que encabezaba Alfredo Davicce. Las nuevas autoridades, inmediatamente, le ofrecieron la continuidad a Mostaza Merlo, quien era el entrenador. Éste agradeció, pero cumplió con su palabra de irse junto a quienes lo habían designado. Grande fue la sorpresa cuando se supo que el elegido era Daniel Alberto Passarella, quien había dejado la actividad profesional tan solo cinco meses antes. El Kaiser enseguida la dio su impronta al equipo, haciéndolo más ofensivo. De esa manera se consagró campeón, perdiendo uno solo de los 19 partidos de la segunda rueda. Fue justamente ante Talleres en el estadio Monumental por 2-1, con algunos detalles curiosos. El tanto de River fue marcado de cabeza por Jorge Gordillo, el marcador lateral derecho, quien convirtió pocas veces en su extensa carrera y mucho menos por esa vía, ya que era, quizás, el futbolista más bajo de la Primera División. Las dos conquistas de Talleres, que dieron vuelta el score, fueron de Mario Bevilacqua, uno de los más productivos goleadores de aquellos años y que había jugado en River la temporada anterior.

Los dos partidos de la temporada 1992/93 quedaron en el recuerdo, pero por distintos motivos. El correspondiente al torneo Apertura se disputó en el Monumental, a cuatro fechas del final, cuando River le había logrado acortar la ventaja a Boca, que marchaba cómodamente en el liderazgo, de cuatro a dos puntos. Talleres no marchaba bien, sin embargo, obtuvo un empate tan importante como sorpresivo aquella noche. Fue el principio del fin de la relación entre Passarella y el arquero Ángel David Comizzo, quien falló en el gol de la visita. Una semana más tarde, en la derrota ante Lanús, atajó por última vez en el ciclo del Kaiser. La revancha en Córdoba fue un escándalo. Talleres peleaba por mantener la categoría y River por el título. A los 70 minutos, Rubén Da Silva de penal, empató para los Millonarios, poniendo el 2-2. Allí, ingresó un hincha al campo de juego con la intención de agredir al árbitro Javier Castrilli. Se produjo un gran tumulto, en el que vieron la tarjeta roja Kenig y Rivarola, del cuadro local. El desorden fue creciendo y el partido quedó suspendido, porque en el informe, el juez detalló que también había expulsado a Ortega Sánchez, Boldrini y Rivadero, quedando Talleres en inferioridad numérica. El Tribunal de Disciplina le dio por ganado el pleito a River por 2 a 0.

Tapa de la revista El
Tapa de la revista El Gráfico: Francescoli festeja el gol agónico del Apertura 1994

El 6 de diciembre de 1994 se disputó una vibrante fecha entre semana. River, que era el único puntero del campeonato, recibía en su estadio a un Talleres complicado, que estaba en el anteúltimo puesto. San Lorenzo seguía de cerca al líder y era local de un Velez exultante, recién llegado de Tokio, tras ganar la Copa Intercontinental con el mejor equipo de su historia. El Ciclón tuvo una muy buena actuación y se impuso por 3-1. El partido culminó y en el Monumental aún quedaban varios minutos por jugar, donde el score estaba igualado en uno y el cuadro cordobés resistía con dos hombres menos. Quedó para la historia la imagen que captó la televisión, en la que Paulo Silas, el 10 de el Ciclón, escuchaba por radio esos instantes finales, deseando que el marcador no se modificase, para poder darle alcance al puntero, a dos fechas del final. En un momento su rostro se transformó. Se sacó los auriculares, y con todo el desencanto le dijo a su compañero Ruggeri: “Oscar: gol de River. Francescoli”. El Príncipe había cabeceado a la red un perfecto centro de Ortega, para colocar a su equipo a un paso del título y dejar una inmortal postal futbolera de los ‘90.

Al comenzar la temporada 2003/04, Talleres estaba muy complicado con el promedio. Venía de salvarse del descenso en la Promoción ante San Martin de Mendoza, y sabía que tendría que hacer una enorme campaña para poder mantenerse. En el Apertura 2003 finalizó en mitad de tabla, lo que lo dejaba casi condenado. Sin embargo, en el Clausura, tuvo una excelente performance, que lo hizo estar en la pelea por el título con Boca y River, siendo puntero en algunas fechas. En la anteúltima jornada, recibió a los Millonarios, que, si ganaban, era campeones. Se preveía un partidazo, que se dio en la cancha. Talleres tuvo una gran tarea en el primer tiempo, en el que convirtió tres goles (Piriz Alvez, Osorio y Tula en contra). River se recuperó en el segundo, se puso 2-3 con las conquistas de Salas y Maxi López, pero no le alcanzó. Los dirigidos por Leonardo Astrada dieron la vuelta olímpica la semana siguiente frente a Atlético Rafaela, mientras que Talleres no descendió, aunque tuvo que disputar la Promoción. Allí, para sorpresa de muchos, por la gran campaña realizada en ese Clausura, perdió los dos partidos ante Argentinos Juniors y regresó al Nacional B.

Los jugadores de River se
Los jugadores de River se retiran tras el empate 1-1 del Apertura 1992. Perdieron un punto muy valioso en la pelea con Boca por el título