
Boca Juniors se juega parte del semestre este martes, en la revancha ante Alianza Lima por la fase 2 de la Copa Libertadores. El 0-1 en la ida, con una actuación pobre, lo empuja a mostrar otra imagen para revertir el score. Del lado del cuadro peruano, un viejo conocido buscará destrozar ese sueño. Se trata de Hernán Barcos, experimentado delantero argentino, de 40 años, que en el cruce en Perú fue una pesadilla con oficio y ubicuidad en la ida, al punto de que tuvo la chance de ampliar el score, pero Agustín Marchesín le ahogó el grito.
De extensa trayectoria (pasó por Racing, Vélez, Huracán, Palmeiras, Gremio, Liga de Quito, el fútbol de Serbia y de China, entre otros destinos, hasta erigirse como referente de Alianza), Barcos se convirtió en tendencia hace un par de años por uno de los gestos más nobles que se recuerdan de un futbolista en los últimos tiempos. La destinataria fue la niñera de sus hijos. Una historia inolvidable.
EL GOL MÁS BELLO DE LA CARRERA DE BARCOS
La casa tenía paredes claras y una luz tenue que se filtraba por la ventana. En el sofá, Giuli Cunha, esposa de Hernán Barcos, sostenía una taza de café mientras miraba a su esposo. Él, con la serenidad de quien ha tomado una decisión sin retorno, le hablaba con voz firme:
—Tenemos que hacerlo.
En la otra habitación, María Alica, la niñera de sus hijos, terminaba de doblar la ropa de los pequeños. No imaginaba que esa noche su vida daría un giro que jamás había soñado.
Un hogar que no era propio
María había generado un vínculo con la familia Barcos en Brasil. Atenta, cariñosa, los hijos de la pareja la abrazaron rápidamente como una segunda madre. Pero su vida no era fácil. Vivía en una casa prestada, muy humilde, un espacio que nunca podría llamar suyo.
Fue entonces cuando Hernán y Giuli tomaron una decisión radical. No se trataba de un aumento de sueldo ni de un simple beneficio laboral. Ellos querían darle a María un hogar.
—La casa no es un gasto, es una inversión en gratitud —dijo Barcos en una entrevista tiempo después.
Las llaves de un nuevo destino
Cuando María entró a la sala aquella tarde, encontró a Giuli con una sonrisa cómplice y a Hernán con un sobre en la mano.
—Esto es para vos —dijo él, extendiéndoselo.
María lo tomó con manos temblorosas. Lo abrió lentamente y, al ver lo que había dentro, las lágrimas comenzaron a caer sin control. Un departamento. Su departamento, para ella y sus seres queridos.
“Nos ayudó mucho, ahora nos toca a nosotros”
“Siempre hay alguien que está peor que uno. Muchos me preguntaron. De este evento de la compra de la casa a Mari no sabía nadie. Ni mi mamá, ni mi suegra; mi hermano tampoco. Y cuando se hizo público me preguntaron: ‘Pero ¿por qué, Hernán? ¿Vos estás loco?’. Y yo le dije ‘¿por qué no? ¿Por qué no hacerlo si tenés la posibilidad? ¿Cuántos tienen la posibilidad y no mueven un dedo? Y no son capaces de comprar un heladera a la empleada que capaz no tiene en la casa’”, comentó el atacante en una entrevista para DirecTV Sports Perú.
“A veces uno deja de mirar para el lado con el egoísmo, el ser egocéntrico, el mirar siempre para el ombligo de uno y no mirar lo que tiene al lado. Darle valor a la gente que trabaja con uno. Ella está cuidando a nuestros hijos, que son lo mejor que tenemos. Entonces, ¿por qué no darle la oportunidad de que ella tenga una vida, dentro de todo, con una mejor calidad?“, subrayó al justificar su acción.
“Tiene cuatro hijos y vivía en una casa de 20 metros cuadrados de madera. Nosotros le compramos una de 80 metros, con una habitación para cada uno de sus hijos, para ella que tenga su propia habitación. Que tengan dos baños, cuando antes no tenían ni uno. Calidad de vida y darle esa oportunidad a una familia que para mí lo merece. Independientemente si está bien o está mal, si estoy loco, si me gasté lo que me gasté, lo hicimos de corazón con mi esposa“, añadió.
Pero hubo más: el combo fue entregado completo. Hernán y su pareja se encargaron de equipar el hogar sin escatimar un dólar: “Cuando fuimos a comprar las cosas para la casa, compramos como si fuera para nosotros, no para nuestra empleada. Los platos, la cama, el colchón. No compramos los platos más baratos, los cuchillos más baratos. Le compramos todo como si fuera para nosotros porque ellos también merecen tener esa oportunidad”.
Fue Giuli la encargada de hacerle el tour por primera vez a María. Y el momento quedó retratado en una foto que luego ella publicó en sus redes sociales. “¡Te quiero mucho Mari; mucho, mucho! Gracias por ser tan cariñosa con nuestros hijos. ¡¡¡Que seas muy feliz!!!”, fue la descripción en el posteo. La respuesta por parte de la niñera llegó cargada de emoción: “Muchas gracias por todo, señora. A usted y a su esposo, son los mejores jefes del mundo. Gracias por mi hermoso departamento, es un sueño hecho realidad. Muchas gracias, que Dios los bendiga, los quiero muchísimo”.
En el área, Barcos es temible; por su olfato de gol, por sus movimientos y su predisposición a las batallas físicas con los defensores rivales. Fuera de la cancha, el delantero y su familia hicieron la diferencia más allá de los designios de la pelota.