
Fue un campeonato increíble. En su desarrollo, estructura y duración. Tuvo el debut de Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca en River, el regreso de Alfredo Di Stéfano como entrenador de Boca y la presentación de José Luis Chilavert en el fútbol argentino, como arquero de San Lorenzo. Disputado en un año en el que el fútbol argentino comenzó a cambiar el modelo de sus torneos, tratando de adaptar sus calendarios a la usanza europea. En plena reestructuración, llegó la última edición del Nacional. Fue un convulsionado 1985, en medio del sufrimiento de la Selección, que obtuvo de manera angustiosa la clasificación a México ‘86, luego de más de una década sin disputar las Eliminatorias.
Los campeonatos nacionales. Aquella idea que germinó gracias a la inventiva de Valentín Suárez, un dirigente innovador, que nutrió de novedades al fútbol local. Había sido presidente de la AFA a mediados de la década del ‘50. Regresó a ese cargo superior en 1966, cuando el dictador Juan Carlos Onganía lo designó interventor. A partir de allí comenzó a trabajar sobre su viejo anhelo de federalizar los torneos. Desde el inicio del profesionalismo, en la lejanía de 1931, siempre se había disputado solo un campeonato por año de Primera División. En la temporada ‘67 llegaron los cambios, porque habría dos competencias: al tradicional Metropolitano se le adosaba el novel Nacional, con la participación de equipos del interior.

Éstos, en un principio, sufrieron las diferencias, ya que, en la mayoría de los casos, estaban compuestos por futbolistas amateurs. Lentamente se fue dando una superación y comenzaron a llegar buenos resultados y más tarde, algunas campañas inolvidables. Quizás haya sido Talleres de Córdoba el emblema. Con un cuadro ofensivo, de exquisito trato del balón, quedó en las puertas de gritar campeón, cuando Independiente se lo impidió en la final del Nacional ‘77, con 8 jugadores contra 11, en una de las más grandes epopeyas ocurrida en nuestras canchas.
Cuatro equipos hicieron en ese campeonato del ‘85 su primera (y única) experiencia en la máxima categoría: Alianza de San Juan, Ramón Santamarina de Tandil, Argentino de Firmat y Huracán Las Heras de Mendoza. Éstos dos últimos se destacaron por tener en sus filas a futbolistas que habían desarrollado una extensa campaña. En el cuadro santafesino estaban Víctor Bottaniz, Alcides Merlo y Ángel Landucci. También anunciaron la presencia de Leopoldo Jacinto Luque, quien se sacó la foto con la camiseta, pero no debutó, porque nunca llegó su pase desde México. En el equipo cuyano actuaron los ex Boca José Orlando Berta, Miguel Ángel Bordón y Marcelo Bachino. Sin embargo, la gran atracción fue Pinino Mas, quien ya contaba con 39 años y seguía haciendo goles.

Aquel torneo del ‘85 llegó tras una huelga de dos semanas, decretada por Futbolistas Argentinos Agremiados, luego que Boca le negara la libertad de acción, que les correspondía por ley, a Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca. Cuando el litigió se destrabó, ambos firmaron para River, produciendo una inmensa conmoción.
La primera fecha, con 16 partidos, se disputó íntegramente el domingo 17 de febrero. La mayor atención se centró en el estadio Monumental, con las esperadas presentaciones oficiales de las dos estrellas llegadas desde Boca. River se impuso con claridad por 3-1 a Cipolletti de Río Negro, con el detalle sobresaliente de lucir una camiseta que utilizó en muy pocas ocasiones: roja con la banda blanca y el número en el frente. Además de Ruggeri y Gareca, otros tres hicieron su debut y tendrían disímil recorrido en la institución. Los uruguayos Carlos Berrueta y Jorge Villazán, el primero de paso efímero, el segundo de mayor continuidad y el puntero Luis Amuchástegui, llegado de San Lorenzo, que sería muy importante en el equipo del Bambino Veira, impecable campeón en la temporada siguiente.

En cancha de Atlanta, donde hacía de local, porque el viejo Gasómetro de Avenida La Plata era un recuerdo y el nuevo del Bajo Flores ni siquiera un sueño, San Lorenzo recibió al modesto Círculo Deportivo de Nicanor Otamendi. Venció con claridad por 4-0, con los mismos defectos (fragilidad defensiva) y virtudes (voracidad ofensiva), que lo habían caracterizado desde su regreso a primera división en 1983. En la valla, hizo su debut un joven llegado desde Paraguay, llamado a hacer historia y que desde el arranque mostró grandes condiciones y una enorme personalidad: José Luis Chilavert.
Luego de sortear el peor año de su historia a nivel institucional, donde estuvo a la deriva, sin conducción y solicitando la intervención al gobierno nacional, Boca comenzaba su reconstrucción. La gloriosa presencia de una leyenda de la estatura de Alfredo Di Stéfano como DT, oficiaba como sostén para el grupo de jóvenes jugadores que conformaban el plantel. El anhelo de los dirigentes era reverdecer los resplandores del pasado, cuando la Saeta Rubia dirigió a un inolvidable equipo Xeneize que se consagró campeón en cancha de River en 1969. Habían pasado 15 años, pero allí estaban su sabiduría y personalidad intactas. El arranque no fue bueno. Perdió en Jujuy ante Altos Hornos de Zapla por 1-0, partido que sirvió para el debut oficial de dos futbolistas que serían vitales en el andamiaje ofensivo de los equipos de Boca en el segundo lustro de esa década: Carlos Tapia y Alfredo Graciani.

Aquella jornada inicial dejó la huella de dos goleadores implacables, de los más efectivos en la década del ‘80. En Santa Fe, Unión recibió a Gimnasia, que había regresado a la máxima categoría luego de cinco años. La bienvenida no tuvo nada de amble. Lo superó ampliamente por 5-0 con cuatro conquistas de Ramón Centurión. En la cancha de Ferro, donde hacía de local, Argentinos Juniors estrenó de modo impactante su rótulo de campeón, aventajando a Central Norte de Salta por el inusitado score de 8-0. La gran figura fue Pedro Pablo Pasculli, autor de cinco conquistas.
En ese partido se dio un hecho curioso, de escasos antecedentes. El cuadro salteño utilizó en el primer tiempo una camiseta blanca, pero para el complemento, salió al campo de juego con una negra, porque las otras estaban empapadas. Era tiempos donde los árbitros solo tenían uniforme de ese color. Ante el dilema, el juez Jorge Romero, no dudó en ir al vestuario y regresar con la camisa con la que había llegado al estadio. Le adosó el reglamentario escudo de la AFA y de ese particular modo, dirigió los 45 minutos finales.

Otro hecho relevante fue la danza de técnicos. Tras ganar las copas Libertadores e Intercontinental, a fines del ‘84, el Pato Pastoriza dejó el cargo en Independiente, siendo reemplazado por Roberto Ferreiro. Otro campeón de fines del año anterior fue Roberto Marcos Saporiti, quien llevó a Argentinos Juniors a la obtención del primer título de su historia. Sin embargo, se marchó a Colombia para asumir en Junior de Barranquilla y su lugar lo ocupó José Yudica. Nada se resintió en ese excelente equipo, que mantuvo la idea y sería el campeón del Nacional.
La dupla conformada por Oscar López y Oscar Cavallero había sido una revelación en el torneo de primera B del ‘84, ascendiendo a Deportivo Español con una campaña brillante. Pese al esperado logro, no hubo acuerdo con los dirigentes, y partieron hacia San Lorenzo, donde no obtuvieron los resultados esperados, prontamente reemplazados por Juan Carlos Lorenzo.

El formato del campeonato no tenía antecedentes. Fueron 32 equipos divididos en 8 zonas de 4. Los dos primeros avanzaban a la rueda de ganadores y los dos restantes a la de perdedores. Hasta allí, todo dentro de cierta normalidad. Pero ese fue el punto de partida de las confusiones, porque los que eran derrotados en la primera, bajaban a la segunda, dándose el caso que se produjera el mismo enfrentamiento en ambas instancias, como ocurrió con Vélez contra River y Ferro frente a Independiente.
Terminada la fase de grupos, no hubo mayores sorpresas. Apenas la clasificación de Ramón Santamarina de Tandil, acompañando en su grupo a Estudiantes y relegando a Platense y Racing de Córdoba. También los casos de Boca y San Lorenzo, que recién sellaron el boleto a la rueda de ganadores en la fecha final. Pero ambos tendrían escaso recorrido allí, eliminados por Vélez y Argentinos Juniors, respectivamente.

En la primera semana de abril, cuando la rueda de ganadores estaba en semifinales y la engorrosa de perdedores desarrollaba la 3° fase con 12 equipos, se vivió una luctuosa jornada. En cancha de Independiente, donde el local eliminó a Boca al vencerlo 1-0, fue asesinado el joven Silvio Scasserra, de un disparo en el pecho, en plena popular visitante. Por ese motivo, el torneo se suspendió un par de semanas antes de lo previsto, ya que estaba estipulada su detención para la preparación de la Selección de cara a las eliminatorias.
Diez días después de la tan recordada como angustiosa clasificación frente a Perú, regresó el Nacional, a tres meses de su última función. Había, además, un detalle adicional, para ahondar la confusión de este torneo tan atípico: los partidos se disputarían los miércoles, mientras que los domingos se llevarían a cabo los del torneo de Primera División. Un delirio.
Algunos de los equipos que quedaban en carrera perdieron piezas claves en su estructura, por las transferencias al exterior de los jugadores de la Selección. Independiente tuvo las bajas de Jorge Burruchaga y Enzo Trossero, al tiempo que de Ferro Carril Oeste se despidió Alberto Márcico, dejando un vacío que jamás pudo llenar. Porque si bien se mantuvo un par de años más en la pelea, el cuadro de Caballito perdió la magia y la inventiva.

Argentinos Juniors, vencedor de la rueda de ganadores, debía esperar a que se resolviera la de perdedores, para allí sí, disputar el match definitivo. El cuadro de La Paternal aguardó un mes y medio para conocer a su adversario. Fue Vélez Sarsfield, que superó a River en cancha de Huracán por 2-1, donde quedaron dos detalles salientes: la paternidad de Jorge Comas ante los Millonarios, ya que siempre le marcaba goles (convirtió el de la victoria), y la excelente marca de José Luis Cuciuffo ante Enzo Francescoli. El doctor Carlos Bilardo estaba en el estadio y tomó la decisión de convocarlo a la Selección, donde sería uno de los stoppers titulares un año más tarde en la gloria de México ‘86.
Argentinos Juniors y Vélez jugaron la final en el Monumental el 28 de agosto. Fue empate en uno y debieron ir a los penales, donde se impuso el cuadro de Liniers. Como venía de la rueda de perdedores, el reglamento establecía un nuevo encuentro. Fue una semana más tarde, en el mismo estadio, donde los Bichitos ganaron 2-1, con un golazo del Checho Batista en el alargue, de un torneo que parecía no terminar nunca…
La última imagen de la historia del torneo Nacional es con Adrián Domenech, capitán de Argentinos Juniors, trofeo en mano, dando la vuelta olímpica. Atrás habían quedado revelaciones, decepciones, goleadas estrepitosas y resultados sorpresivos, a lo largo de 17 ediciones, con los más diversos y variados formatos, aunque ninguno como aquel del ‘85. Afincados en el corazón del futbolero, para aquellos que lo vivieron, siempre sacará una sonrisa cuando en la charla de café surja la pregunta. ¿Te acordás de los nacionales?