Fútbol en cada rincón del país, canchas en malas condiciones y pasión popular: los particulares amistosos de la era Menotti

Entre los radicales cambios decididos por el Flaco al tomar las riendas del combinado nacional, decidió jugar en ciudades poco habituales, permitiendo que miles de hinchas vean de cerca a los futbolistas que terminaron ganando el primer título mundial

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Jorge Carrascosa levanta la Copa
Jorge Carrascosa levanta la Copa de Oro de Mar del Plata, donde participó la Selección en 1977

La habitual tranquilidad de aquel sábado en Bahía Blanca se había alterado. La costumbre impostergable de la siesta tenía aroma a pecado y, pese al frío y al viento, allí fue toda la ciudad tratando de conseguir una entrada en la cancha de Olimpo. Un par de amigos se abrazaban en la vereda con ese pedazo de papel que era la entrada al paraíso, porque después de una larga espera, tenían su ticket para ver a la selección argentina en esa cita ineludible ante el Combinado del Sur. La capacidad del estadio estaba rebasada en cada rincón y un estruendo saludó el ingreso del equipo de César Luis Menotti, vestido completamente de blanco.

Ese encuentro marcaba, además, el regreso de Mario Alberto Kempes, el único repatriado para la gesta de la Copa del Mundo. Con su potencia y su porte de matador, marcó dos goles en el primer tiempo, como antesala del vendaval que iba a desatar en el torneo que marcaría su consagración definitiva. Para el técnico fueron suficientes esos 45 minutos y en el entretiempo decidió el cambio, ingresando por él un chico que acunaba sus sueños iniciales con la camiseta celeste y blanca y que, con el paso del tiempo, todos se haría realidad: Diego Armando Maradona. Las diferencias que se establecían en la previa, dijeron presente en el abultado 7-0 final. Pero a nadie le importó, ya que el público había colmado las tribunas para ver a sus héroes, siempre tan lejanos y ahora allí, al alcance literal de la mano, por la invasión que se produjo apenas Ángel Coerezza decretó el final.

Alonso y Maradona contra el
Alonso y Maradona contra el combinado de la Liga Correntina

Era el sábado 13 de mayo de 1978 y lo ocurrido en Bahía Blanca fue solo una muestra más de aquellos amistosos que el técnico de la selección decidió hacer a lo largo de sus casi ocho años en el cargo, llevando a sus muchachos por todo el país, para mostrarse, probarse y bañarse de ese cariño genuino, auténtico, y al natural, que le prodigaban en cada ciudad y que, con seguridad, también fue funcionando de combustible para la maquinaria que lograría la gloria ante Holanda 45 días después.

Lo mismo había sucedido una semana antes, en el modesto estadio Lipton de la provincia de Corrientes, donde se enfrentó con un combinado de la liga local. La conmoción se dio desde el mismo momento del arribo al aeropuerto, donde cada futbolista tenía un auto con su apellido en el parabrisas. Eran los vehículos destinados a llevarlos hasta el hotel. Como curiosidad quedó el recuerdo que el automóvil más pequeño fue para el más joven de la delegación: Maradona. Aquella tarde correntina dejó una apretada victoria por 2-1, remontando la desventaja inicial, y los encuentros, a puro toque y paredes, entre el propio Diego y el Beto Alonso, flamante incorporación al plantel, tras una larga polémica.

La adhesión de la gente
La adhesión de la gente en Corrientes y el detalle del auto que le pusieron a Maradona

Carlos Ares fue el enviado especial de la revista El Gráfico y así lo evocó en diálogo con Infobae: “Me llamó la atención el asombro constante en la gente, por la gran repercusión que provocaba la llegada de la selección a tan pocos días del inicio del Mundial. Eran unas oleadas impresionantes de admiración y cariño incondicionales. Debo decir que, por momentos, era algo abrumador, pero los jugadores no se fastidiaban por eso, al contrario, lo disfrutaban. Lo que se percibía en esos días era literalmente un país pendiente y detrás de la selección, algo que servía, también, para olvidar todo lo que se estaba atravesando en la sociedad. En lo que respecta a Menotti, él lo disfrutaba y vivía como un jugador más”.

Ya con la conformación de la selección del interior, en 1975, un año después de asumir, el entrenador plasmaba una de sus premisas que era cambiar la historia, descentralizar el fútbol y poner la mirada en el interior del país. Localidades que no estaban acostumbradas a recibir grandes nombres o equipos trascedentes, fueron sedes de esos amistosos, como Tandil, Formosa, Río Negro, Lipton, Comodoro Rivadavia o Bahía Blanca. Tampoco era habitual que la selección tuviese como adversarios a Gutiérrez Sport Club de Mendoza, o los combinados de Cuyo y Salta, entre otros. El primer compromiso formal de su era fue la Copa América 1975 y para esa competencia armó la selección con futbolistas que actuaban fuera de Buenos Aires, donde comenzaron a tener rodaje con la camiseta celeste y blanca hombres que serían claves en su ciclo como Américo Gallego (Newell´s), Osvaldo Ardiles (Instituto), Luis Galván (Talleres), Julio Villa (Atlético Tucumán), Leopoldo Luque (Unión) y José Daniel Valencia (Gimnasia de Jujuy).

Kempes en la cancha de
Kempes en la cancha de Olimpo, a dos semanas del Mundial '78

Jorge Olguín debutó en la selección en 1976 y desde ese momento fue inamovible para Menotti en su equipo. Primero como marcador central, su puesto natural, y más tarde como lateral derecho, donde se consagró campeón del mundo. En diálogo con Infobae recordó cómo fueron aquellos amistosos, que disputó en varias ocasiones: “El acompañamiento que sentíamos cada vez que llegábamos a un aeropuerto de cualquier ciudad del país, era extraordinario, por la alegría y el fervor con que nos recibían. La cantidad de gente que se acercaba para brindarnos afecto y cariño fue algo espectacular e inolvidable. Era emocionante por el respeto que nos trasmitían y será por siempre inolvidable. Las canchas no estaban en las mejores condiciones y muchas veces la pelota picaba para cualquier lado (risas), porque había muchos pozos y poco pasto, pero nosotros estábamos acostumbrados, porque éstas del interior, tampoco diferían tanto de las que jugábamos los domingos por el torneo local”.

Maradona contra Gutiérrez Sport Club
Maradona contra Gutiérrez Sport Club de Mendoza en 1979

El camino no fue fácil. Detrás de la selección nacional había un largo camino de desprolijidades y desencuentros, que habían generado cierta distancia y apatía con el público. Algo de eso se pudo comprobar en el verano del ‘76, cuando con diferencia de dos días (7 y 9 de febrero) siguió el derrotero de enfrentar a adversarios inhabituales como Kimberley en Mar del Plata y con Excursionistas de Tandil, en esa ciudad. Al arribar a esta última, Menotti manifestó ante los periodistas, su enojo por lo vivido unas horas antes, dejando también, un mensaje para el futuro: “Es de desear que en Tandil no se repita lo que pasó en Mar del Plata, donde se abucheó a la selección de manera increíble. Ni siquiera se la estimuló y aplaudió en aquellos momentos en que brindó buen fútbol y sacó a relucir el peso y la jerarquía de algunas individualidades. Alguien sostuvo que en Argentina se trata del único equipo que no tiene hinchada y lamentablemente es verdad. Pareciera que entre nosotros mismos hay una especie de odio o resquemor hacia la camiseta albiceleste, esa que debemos apoyar sin ningún tipo de vacilaciones para luego procurar que se nos respete en el campo internacional”.

El Flaco se mantuvo firme en sus convicciones y estuvo muy cerca de renunciar en un par de ocasiones en aquellos meses, cuando los directivos querían priorizar los intereses de sus equipos por sobre los de la selección. La historia se encauzó y tras la exitosa gira de marzo del ‘76, que encontró a la delegación en Europa cuando se dio el golpe militar, siguieron los amistosos particulares, como el disputado hacia fines de ese año en Mar del Plata, goleando a Aldosivi 6-0. Esa ciudad sería escenario de una situación inaudita en el verano siguiente, ya que la selección nacional tomó parte de tradicional torneo de verano, con actuaciones poco alentadoras, que hicieron renacer los silbidos y el escepticismo, a un año y medio del Mundial. Empató sobre la hora con Newell´s, venció por la mínima a Aldosivi con un gol de penal, igualó en dos tantos con River y venció a Boca por 1-0, quedándose con un título que casi nadie festejó por el bajo nivel mostrado.

Ramón Díaz maniobrando en Comodoro
Ramón Díaz maniobrando en Comodoro Rivadavia, piso sin césped y cancha con escasas tribunas

El equipo fue de menor a mayor y el 25 de junio de 1978, Argentina se dio el gusto de gritar campeón del mundo por primera vez. Esa conquista, no aquietó en el entrenador las ansias de seguir recorriendo el país. Uno de los rivales más particulares que enfrentó fue Gutiérrez Sport Club de Mendoza, en el primer amistoso del ‘79, donde aparecieron nuevas caras que podían marcar la renovación, como Julio Falcioni, Juan Simón o la Pepona Reinaldi. El público seguía respondiendo, llenando todos los estadios, en un tiempo irrepetible, donde el 90% de los integrantes del cuadro nacional actuaban en el país. Ante el mismo adversario (¿encontramos aquí una cábala en Menotti?) también se dio el amistoso inicial del ‘80, con goleada por 8 a 0 y a esa provincia iba a regresar a fines de noviembre para jugar con Sportivo Pedal, goleándolo por 4 a 0, ya en la recta final por la preparación para el mundialito de Uruguay.

Dos semanas más tarde, el viernes 12 de diciembre, se produjo uno de los partidos más australes en la historia de la selección, disputado en la ciudad de Comodoro Rivadavia ante el combinado local. Las entradas se agotaron en minutos y el estadio YPF se mostró colmado desde varias horas antes. El estado del campo de juego no era el mejor, sin embargo, allí se presentó el campeón del mundo. Juan José Panno fue el enviado de El Gráfico y así nos lo rememoró: “Fue una cobertura especial que recuerdo bien. Vi el partido ubicado detrás de uno de los arcos, pero dentro del campo de juego, lo que da la pauta de lo amistoso que era ese partido, algo impensado en esta época. Imagino que ahora, la presencia de la selección allí hubiese generado otra revolución con el público, que llenó la cancha, pero no generó nada demasiado fuera de lo común con los jugadores y el cuerpo técnico. Era algo que se naturalizaba bastante. Lo que me quedó en la memoria fue como lo insultaban a Ramón Díaz sus propios compañeros (risas). Cuando terminó se lo pregunté a Passarella, que me respondió: ‘Sí, lo hago siempre, porque él necesita que lo muevan un poco, que lo puteemos para rendir’. Realmente me llamó la atención porque se dio a lo largo de los 90 minutos. Al día siguiente llegamos a Buenos Aires e inmediatamente nos fuimos con Menotti a Uruguay y fue allí donde dijo la frase acerca que el 80% de los periodistas deportivos no tienen la menor idea de fútbol”.

Maradona jugando en Comodoro Rivadavia
Maradona jugando en Comodoro Rivadavia con la selección de Menotti

El derrotero de kilómetros por la geografía nacional no se detuvo ni siquiera en las cercanías del gran desafío que significaba la defensa del título en España ‘82. En el invierno del ‘81, realizó una serie de tres amistosos, antes de iniciar su tradicional gira por Europa, pero pese a la constelación de estrellas (Maradona, Fillol, Kempes, Passarella, entre otros), el nivel no fue bueno, dando las primeras muestras de lo que desembocaría en el fracaso un año más tarde. Primero fue a Formosa, donde pese a la lluvia, el estadio se llenó siete horas antes. El triunfo fue por 4-2 ante el combinado local. Una semana más tarde, el éxito fue más ajustado aún, en la ciudad de Salta, con el seleccionado local, apenas por 3-2, en un campo de juego donde la proliferación de pozos fue el comentario obligado. El raid se cerró en Mendoza, superando por 4-0 a un equipo que por entonces solo actuaba en la liga local y ahora es animador de la primera división: Godoy Cruz Antonio Tomba.

Casi a modo de despedida del país, antes de viajar a España para la Copa del Mundo, goleó por 9 a 1 a un combinado de Cuyo, en el modesto estadio Parque de Mayo de la ciudad de San Juan, provocando una conmoción que aún es recordada en la provincia. El último amistoso de la era Menotti fue cuando ya estaban instalados en Alicante, para disputar el Mundial. Se trasladaron unos kilómetros hasta la tranquilidad que trashumaba la localidad de Villajoyosa, donde se montó una fiesta multitudinaria. El partido fue apenas un pretexto y las diferencias entre el cuadro nacional y la Sociedad Sportiva local, fueron tan inmensas como ese 15 a 0 final, que se pareció mucho a un entrenamiento con público. Tantos goles ante rivales menores quizás también actuaron como espejismo para un equipo que no estuvo a la altura de revalidar su título.

Un gol de Diego en
Un gol de Diego en Formosa

Con el paso de los años, uno advierte que aquella idea salió muy bien, pero ni el más optimista podía suponer que el final del camino, a menos de cuatro años, iba a estar revestido de gloria. Menotti había llegado con un discurso de seriedad y hablando un idioma que parecía desapegado de las costumbres de la organización del fútbol local, cuando mencionaba su credo de un trabajo a largo plazo. Transcurrido medio siglo, ni el más acérrimo de sus detractores podrá desconocer que allí comenzó una nueva era el equipo nacional, donde el título logrado en el Mundial ‘78, en un país resultadista, ayudó a reafirmar un proyecto innovador. Y en esa dirección van las palabras de Olguín: “Lo que hizo el Flaco fue enorme, porque encaró todo el proyecto de manera profesional y muy distinta a lo que se había hecho antes. Menotti era un técnico diferente a todos los que había tenido ante la selección, a nivel planificación y también, por mirar a las provincias. Toda esa gente del interior, fue la que motorizó el gran respaldo que tuvimos a la hora de jugar el Mundial ‘78″.

Passarella tratando de domar los
Passarella tratando de domar los pozos en Salta

Aquel que 25 millones de argentinos sentimos que jugamos de alguna manera, como decía la canción oficial. Y fuimos campeones del mundo, gracias a aquella banda, encabezada por el Flaco, que le dio luz a la primera estrella del cielo celeste y blanco de nuestra selección.

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