
(Desde Arabia Saudita) Nani Roma es una leyenda del deporte español, ya que es el primer piloto de aquel país en ganar el Rally Dakar, cuando lo consiguió en motos en 2004, en África y con una KTM. Diez años más tarde repitió en autos, ya en Sudamérica, a bordo de un Mini. Logró todo, el éxito, la gloria, pero de repente, la vida lo enfrentó a duros golpes. Se convirtió en un luchador y superó un cáncer de vejiga y hoy acompaña a su hijo Marc, quien también es piloto y quedó parapléjico luego de un accidente en motocross y busca volver a caminar mediante un exoesqueleto.
Roma sigue siendo protagonista del Rally Dakar y es uno de los cuatro pilotos de Ford Performance, que es atendido por el equipo M-Sport, de gran experiencia en el Mundial de Rally. Luego de sufrir la rotura de motor en su Raptor en las 48 Horas (etapa 2), ya no pudo pelear por la victoria y ahora se dedica a ser “mochilero” (NdR: el que corre y es auxilio de sus compañeros) del sueco Mattias Ekström (tercero en la clasificación general) y el estadounidense Mitchell Guthrie (quinto). El nacido en Folgarolas, el 17 de febrero de 1972, es un referente de la carrera más dura del mundo y en una pausa de la actividad charló con Infobae.
-¿Cómo llevás este Rally Dakar quedando sin chances desde la segunda etapa?
-Es una experiencia en la que no te preparas para ello. Al final la aceptas porque la tienes que hacer, pero cuesta porque al final nos preparamos, trabajamos y entrenamos para venir y luchar para un resultado. Cuando ya al tercer día pierdes toda opción, cuesta. Pero el automovilismo y la vida es así. Yo hace más de 30 años soy profesional, me dedico a esto y sé que a veces en la mecánica pues pasan estas cosas. Una parte positiva es el hecho de poder hacer test, de probar cosas que con los otros coches no hacemos.

-¿Qué te sorprendió del rendimiento del prototipo Raptor?
-Yo tuve el problema de motor, pero los coches están aguantando todo. Todo el trabajo que hemos hecho en ocho meses ha sido brutal. M-Sport y Ford Performance hicieron un trabajo increíble para traer cuatro coches aquí (NDR el otro es de Carlos Sainz que abandonó tras un vuelco también en el inicio). Este coche hace un año estaba dentro de un ordenador diseñado y un año después hay cuatro coches aquí corriendo y compitiendo para ganar la carrera. Es un logro maravilloso, una fortuna poder participar en crear algo y poder estar en este proyecto por varios años me pone muy contento.
-¿Qué pensás de haber puesto las 48 horas en el inicio de la carrera?
-Para mí es demasiado pronto. Ya le dije a David Castera (el director de la carrera). Creo que las “48 Horas” es una etapa muy bonita. Creo que la misma etapa de 500 o 600 kilómetros en un día hubiera estado muy bien. Pero fue un poco prematuro porque mucha gente y yo mismo nos quedamos fuera de la pelea ya el segundo día.
-¿Cómo se gana un Rally Dakar?
-Con mucha paciencia. Es una carrera compleja, larga, de estrategia, de saber tomar los ritmos. El Dakar es una carrera para entenderla mucho, saber el momento en que puedes atacar, el que tienes que frenar. Por tanto, es una carrera compleja y no es fácil de ganar.

-¿Qué recuerdas de Argentina?
-Fue genial el primer día. Me acuerdo cuando pasamos por el Obelisco, en la avenida 9 de Julio, había miles de personas. La primera etapa, me acuerdo, yo creo que eran 350 kilómetros y no vi un metro sin gente. Fue maravilloso. Aparte, para nosotros, Argentina es un país muy hermano. Hablamos la misma lengua. La pasión que tienen los argentinos por los ‘fierros’, como dicen ustedes, es maravilloso. Tengo grandes recuerdos, grandes momentos. Lo pasamos muy bien y eso se echa de menos. Acá es diferente y en Argentina había mucha gente. Fue como un contraste muy grande, pero era maravilloso y recuerdo que te terminás haciendo amigo de la gente, no solo de Argentina, también de Chile y Bolivia.
-¿Cómo era correr en África?
-Era diferente, ni mejor ni peor, porque siempre creo que cada tiempo tiene cosas positivas y los tiempos pasados lo único que eran diferentes, con menos lujos, más días de carrera, unos 20. Era un reto, un reto muy y más importante que el de ahora.
-¿Qué te marcó de aquella época en África?
-A nivel personal aprendí a valorar mucho lo que tenemos en casa. De lo afortunados que somos de haber nacido donde hemos nacido, de tener lo que tenemos. De que todo el día nos quejamos por todo, no estamos nunca contentos y tenemos todo. Y en África tienen muy poco y están siempre felices. Es fuerte ver a los africanos siempre con una sonrisa. Y nosotros, con la estupidez humana de tener de todo y no estar nunca contentos con nada y siempre querer más. Eso me ayudó mucho en la vida.

-¿Cómo fue la historia del cáncer?
-Los golpes que te da la vida no los esperas y al final los tienes que aceptar y luchar. Lo que no puedes hacer, sobre todo con una enfermedad como esta, es bajar los brazos. Pero también te digo que lo más importante y el único consejo que me permito dar es que la gente se revise, que se controle mucho porque un cáncer a tiempo es curable. Hoy tenemos la ciencia, tenemos unos médicos maravillosos; la ciencia está avanzando mucho y un cáncer detectado fuera de tiempo, por mucho que luches no se gana. Por lo tanto, yo tuve la fortuna que lo encontramos a tiempo. Luchamos fuerte y por ahora estoy aquí.
-¿Cómo lo detectaron?
-Me dolía la espalda. Pensaba que tenía una piedra en el riñón y resulta que era un tumor en la vejiga. Puede ser que se hubiera desplazado y no me hubiera dado señales. Ese es el problema del cáncer en general. Por eso insisto que, si te duele algo, te pasa algo, quizá ya lo tienes muy desarrollado y esto cuesta más. Por tanto, hay que hacerse los controles, aunque a la gente no nos guste mucho ir al médico a una cierta edad. También te digo que yo me hago análisis, me controlo muchísimo por mi trabajo. Y me pasó. O sea que no fumo, no bebo y tengo una vida de deportista. Y mi cáncer era un cáncer de alguien que es fumador. O sea que imagínate la locura de la vida. La verdad es que un cáncer hasta los cinco años no estás curado. Ahora llevo tres y por ahora todos los controles están bien. Hay que animar a toda la gente que luche fuerte, que no es fácil, pero no bajar los brazos ayuda mucho.
-¿Si hablamos de lucha, cómo está Marc?
-Él pues también está un poco con una gran lucha. Por eso te digo que el problema del automovilismo es todo relativo. En la vida los problemas que tienen solución no son problemas. Los problemas con solución difícil, eso sí que es un problema. Ahora Marc está luchando. Está trabajando mucho. Es un chaval muy fuerte, muy duro y estamos cerca, a su lado para acompañarlo.
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