Un cuadro perdido durante más de cuatro siglos y atribuido al maestro barroco Peter Paul Rubens, que representa a Jesucristo crucificado, fue vendido en una subasta en Francia por casi 3 millones de euros.
El lienzo fue hallado en una mansión de París y autenticado por expertos, lo que despertó gran interés en el mundo del arte y el patrimonio cultural. La pintura, realizada en 1613, fue descubierta por el subastador Jean-Pierre Osenat mientras organizaba la venta de una propiedad en París.
Osenat relató a AFP que encontró la obra en una mansión donde permaneció oculta durante casi cuatrocientos años. Hasta ese momento, la existencia de la pintura se conocía únicamente por un grabado realizado por un colega de Rubens y por referencias de historiadores, quienes nunca habían tenido acceso a la pieza original. La revelación de esta obra obligó a revisar catálogos y archivos históricos vinculados al artista.

La obra muestra a Cristo crucificado, tema recurrente en la producción del pintor, aunque presenta matices únicos. El historiador de arte alemán Nils Büttner, especialista en Rubens, explicó a AFP que aunque el flamenco produjo numerosas crucifixiones, esta pieza es singular por la representación de Cristo como un cuerpo inerte en la cruz.
Büttner aclaró: “Esta es la única pintura que muestra sangre y agua saliendo de la herida del costado de Cristo, y esto es algo que Rubens solo pintó una vez”. El cuadro, de 105,5 por 72,5 centímetros, resalta por la composición dramática y la intensidad de la escena, en la que el contraste de luces y sombras refuerza el dramatismo barroco.
La autenticidad del cuadro fue confirmada tras un exhaustivo proceso científico y la intervención de expertos internacionales. Osenat detalló a AP que la procedencia de la obra se certificó mediante imágenes de rayos X, análisis de pigmentos y la validación formal de Büttner, reconocido por sus investigaciones sobre el barroco flamenco.
Según la casa de subastas, el cuadro perteneció en el siglo XIX al pintor académico francés William-Adolphe Bouguereau y fue transmitido de generación en generación dentro de la misma familia hasta su reciente aparición en París, lo que otorga a la pieza una cadena de custodia excepcionalmente documentada.
La subasta celebrada en Francia despertó la atención de coleccionistas y expertos internacionales, con una puja que superó ampliamente las previsiones iniciales. El precio de venta alcanzó los 2,3 millones de euros (USD 2,7 millones) sin comisiones, cantidad que ascendió a 2,94 millones de euros (USD 3,41 millones) tras sumar la prima del comprador. La casa de subastas había estimado inicialmente un rango de entre uno y dos millones de euros. Los compradores optaron por permanecer en el anonimato.
La trayectoria de Rubens ensancha la trascendencia de este descubrimiento. Nacido en Siegen, en el actual territorio de Alemania, en 1577, Rubens fue criado entre Amberes e Italia, donde estudió a los grandes maestros renacentistas.
Gracias a sus viajes y a su labor como diplomático, Rubens desarrolló una red de contactos que incluía a príncipes, gobernantes y miembros de la Iglesia, lo que le permitió obtener importantes encargos. Su taller en Amberes funcionó como un verdadero centro de producción artística, donde formó a discípulos que luego expandieron el estilo flamenco por toda Europa.
Reconocido por la grandiosidad de sus composiciones, la paleta vibrante y el movimiento expresivo de sus figuras, Rubens se convirtió en uno de los principales representantes de la pintura barroca. A lo largo de su vida, ejecutó retablos, retratos, paisajes y escenas mitológicas, siendo recurrente la representación religiosa como modo de explorar la espiritualidad y la emoción humana. Su prestigio trascendió fronteras y sus obras forman parte hoy de colecciones públicas y privadas de alto valor.
El cuadro subastado, creado cuando el artista se encontraba en la cima de su talento, constituye no solo un tesoro pictórico, sino un testimonio del impacto de Rubens en la evolución del arte occidental. Osenat lo describió como “una obra maestra” realizada durante un periodo de plenitud creativa, según AFP y AP. La pintura, destinada probablemente a un coleccionista privado y no a una iglesia, permaneció alejada del público y de los especialistas durante siglos, lo que incrementa su valor histórico y artístico.
Este redescubrimiento, después de siglos de anonimato, reafirma la relevancia de Rubens como figura clave del barroco y añade una pieza fundamental al catálogo del maestro flamenco. La imagen de Cristo, solitario y luminoso, dominando un cielo oscuro, destaca como una de las representaciones más impactantes y personales del artista, sellando una historia de misterio, fe y redención.
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