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El atractivo del Louvre reside en su
El atractivo del Louvre reside en su historia (y esa es también su debilidad) (Foto: REUTERS/Gonzalo Fuentes)

¿Cómo se resuelve un problema como el del Louvre? Quizás no se pueda.

El museo más famoso y visitado del mundo comenzó como una fortaleza militar medieval y después fue palacio. Requirió una revolución para convertirse en museo. La realeza y los gobernantes lo renovaron más de 20 veces, satisfaciendo su vanidad y dejando una estructura incoherente que se extiende por 800 metros y abarca 25 niveles diferentes. Exhibe más de 30.000 de sus 500.000 obras de arte en más de 400 salas.

La historia y la identidad compleja hacen del Louvre una estructura muy difícil de monitorear, supervisar y proteger.

“El Louvre es un palacio que no tiene la lógica de un museo”, dijo Gérard Araud, presidente de la Sociedad de Amigos del Louvre. “Es un universo en sí mismo”.

El robo descarado y aparentemente sin esfuerzo ocurrido el domingo por la mañana de ocho piezas de la colección de joyas de la corona del museo ha causado daño a la dirigencia y ha puesto de relieve los protocolos de seguridad del Louvre, que han sido puestos a prueba a lo largo de los años con allanamientos y robos.

Una fotografía en blanco y negro de un grupo de hombres con abrigos y sombreros bombín rodeando la Mona Lisa.

La Mona Lisa regresó al
La Mona Lisa regresó al Louvre en 1914 después de haber sido robada tres años antes por un vidriero que trabajaba en el museo

Desde que Vincenzo Peruggia, un italiano que trabajó como vidriero en el Louvre, robó la Mona Lisa en 1911, la reputación del museo no había sufrido un golpe similar por un fallo de seguridad. Desde el domingo, las acusaciones de falta de protección han sido tan frecuentes que el Senado francés ha citado a Laurence des Cars, directora del museo, a dar explicaciones en una audiencia el miércoles.

Un informe preliminar confidencial del Tribunal de Cuentas, máxima autoridad fiscalizadora de Francia, critica al Louvre por tener un sistema de videovigilancia inadecuado en sus tres alas, fuertes recortes y retrasos en el gasto en seguridad en los últimos años y un diagnóstico erróneo de las prioridades. El documento indica que el gasto en seguridad en 2024 fue mucho menor que hace 20 años.

En el ala Richelieu, que alberga pinturas de Poussin, Durero y Vermeer, así como colecciones persas y mesopotámicas antiguas, solo el 25 por ciento de las 182 salas están cubiertas por cámaras de vigilancia, según el informe.

El informe señala “retrasos considerables en la actualización de las instalaciones técnicas del museo a los estándares modernos”, según una copia parcial vista por The New York Times.

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El descarado robo del domingo
El descarado robo del domingo hizo centrar la atención en los protocolos de seguridad en el enorme museo, que se han puesto a prueba a lo largo de los años mediante allanamientos y hurtos (Foto: REUTERS/Gonzalo Fuentes)

El informe responsabiliza a la dirección del museo por centrarse en proyectos nuevos en vez de realizar “obras indispensables”. El Louvre “cuenta con abundantes recursos propios que debería priorizar para las obras urgentes”, indica el informe.

Las joyas que custodia el Louvre reflejan los vaivenes de la historia francesa a lo largo de los siglos. Desde Francisco I hasta María Antonieta, Napoleón Bonaparte y la emperatriz Eugenia, la realeza francesa acumuló gemas que lucieron en coronas, anillos, broches, pulseras, pendientes y collares, colocaron sobre cetros y tronos o guardaron. A través de guerras, rivalidades reales y revoluciones, decenas de miles de estas joyas permanecieron bajo control del estado francés.

Han sido objetivo de ladrones durante siglos.

El robo más espectacular se produjo en 1792, en pleno desorden y violencia de la Revolución Francesa. Bandidos ebrios ocuparon durante varias noches el almacén real, cerca del palacio que hoy es el Louvre, para beber, cantar y robar más de 10.000 piedras preciosas y perlas.

Aunque la mayoría de las joyas se recuperaron, una que nunca regresó fue el Azul Francés, un diamante azul acero impecable y raro de 69 quilates, extraído en la India y vendido a Luis XIV. Fue recortado a un tamaño menor (45,5 quilates) y revendido varias veces antes de que el joyero Harry Winston lo adquiriera y donara al Instituto Smithsoniano en Washington. Actualmente se exhibe como el Diamante Hope, uno de los mayores diamantes azules del mundo.

Francia difícilmente lo recuperará algún día.

Una fotografía en blanco y negro de la empuñadura de una espada ceremonial profusamente incrustada con diamantes, junto a su vaina negra.

Los visitantes caminan junto a
Los visitantes caminan junto a la estatua de mármol de Victoire de Samothrace (La Victoria Alada de Samotracia) exhibida en la parte superior de la escalera Daru en el Museo del Louvre el día en que reabrió al público por primera vez desde el robo del domingo pasado (Foto: REUTERS/Gonzalo Fuentes)

En cuanto a los robos en el Louvre, ocurrió otro similar al del domingo pasado en diciembre de 1976, cuando tres ladrones enmascarados irrumpieron al amanecer. Treparon por el andamio de un equipo de limpieza, rompieron ventanas sin barrotes, golpearon a dos guardias, destruyeron una vitrina y se llevaron una espada con diamantes que había pertenecido al rey Carlos X, quien gobernó a comienzos del siglo XIX, durante la restauración monárquica. La espada nunca fue recuperada. En la web del Louvre aparece como “no expuesta”.

En 1998, un ladrón retiró de su marco, a plena luz del día, El Camino de Sèvres, un pequeño paisaje de Jean-Baptiste-Camille Corot. Estaba en una sala sin cámara de vigilancia. El ladrón escapó; la pintura, valorada en cerca de 1,3 millones de dólares, nunca se recuperó.

Mientras decenas de investigadores buscan a los responsables del robo del domingo, también procuran entender qué falló en la seguridad del Louvre.

El Louvre está protegido por una doble capa de seguridad humana: un equipo de guardias (casi 1.200 en 2024, según el museo) y una fuerza permanente de 52 bomberos que forman parte del ejército francés.

Los guardias de seguridad se han quejado durante mucho tiempo de sus condiciones laborales, y altos funcionarios admiten que la condición y formación de los empleados podría mejorarse.

“Los funcionarios públicos no están muy bien pagados en Francia”, explicó Denis Fousse en 2022, antes de jubilarse como director de servicios al visitante y seguridad del Louvre. “Aprobar el examen es suficiente: luego te formamos. No existe en nuestra profesión una escuela específica de guardias de seguridad”.

Los bomberos, en cambio, cuentan con buena formación y son la primera línea en la defensa contra incendios e inundaciones y los responsables de evacuar obras en emergencias.

La brigada de bomberos trabaja día y noche. Algunos duermen en dormitorios sencillos con literas, mesas y sillas.

Ciertas tareas son consideradas menores. Cuando las palomas entran volando por las ventanas abiertas, los bomberos deben ahuyentarlas. Otras funciones resultan ser fundamentales: pasan a ser el primer punto de contacto en toda emergencia sanitaria. Pero no son responsables de delitos como los robos.

Una multitud densa de personas sostiene sus teléfonos móviles para fotografiar la Mona Lisa en una pared oscura.El

El Louvre ha sellado la
El Louvre ha sellado la Mona Lisa en una caja de cristal a prueba de balas y con clima controlado, hecha a medida, y el reverso de madera de la pintura está repleto de sensores (Foto: REUTERS/Gonzalo Fuentes)

Una pregunta pendiente es cómo los ladrones rompieron las vitrinas donde estaban las joyas de la corona. El Louvre protege la Mona Lisa en una caja de cristal a medida, a prueba de balas y con sensores capaces de detectar cualquier cambio en la obra.

Pero el cristal de las vitrinas de las joyas tenía otras características. Era necesario que fuera fuerte para resistir ataques, pero lo bastante simple como para que los bomberos pudieran romperlo en caso de incendio y fuera necesario salvar las joyas, explicó un antiguo miembro de la unidad, sin autorización para declarar públicamente por su condición de retirado del ejército francés.

El manual de los bomberos muestra cómo usar hachas y amoladoras angulares para romper vitrinas de cristal.

“Para proteger las joyas, también hay que poder recuperarlas en emergencia”, aseguró el exbombero. “Disponemos de herramientas para abrir las cajas. Lograrlo requiere tiempo y entrenamiento”.

El reciente robo ha disminuido aún más la ya pequeña colección de joyas de la corona. Tras la instauración de la Tercera República, el gobierno creado en 1870 tras la caída del imperio de Napoleón III, un sentimiento antimonárquico se apoderó de Francia. En 1887 el país organizó una subasta pública de 11 días de la mayoría de las joyas de la corona.

Las gemas fueron retiradas de sus engastes y los ornamentos destruidos. Comerciantes, importadores y joyeros de todo el mundo llegaron a París para la subasta, y se vendieron más de 77.000 piedras. Charles Lewis Tiffany, fundador de Tiffany & Company, fue el mayor comprador, obteniendo más de un tercio del inventario.

Durante décadas, el Louvre ha intentado recomprar pieza por pieza joyas de la colección cuando salían al mercado.

La ironía del robo actual es que algunas de las joyas sustraídas se vendieron originalmente en subasta y después se habían recomprado para el Louvre. Ahora han desaparecido.

Fuente: The New York Times