
Una pintura del maestro renacentista El Greco se encuentra en el centro de una dura disputa de propiedad entre el Estado rumano, un príncipe en litigio y un oligarca ruso.
El actual propietario de la obra es el multimillonario Dmitry Rybolovlev, quien la adquirió en su momento y busca venderla. La pintura, valorada entre 7 y 9 millones de dólares, representa a San Sebastián y fue realizada a comienzos del siglo XVII. La imagen muestra al mártir atravesado por flechas.
Sin embargo, la venta prevista para este año no se concretó. La obra permanece retenida en Christie’s, en Nueva York, hasta que se resuelvan las disputas legales.
La casa de subastas suspendió la venta programada en febrero “por precaución” luego de que el gobierno de Rumania reclamara la pieza, alegando que pertenece a su colección real de arte.

Rumania se presentó como “propietario legítimo” y demandó a la empresa a través de la cual Rybolovlev adquirió la pintura en 2010, acusando a la firma de no haber actuado de buena fe.
Además, una tercera reclamación proviene de un descendiente de la familia real de Rumania. El príncipe Paul de Rumania busca recuperar la obra que, según él, fue robada por el régimen comunista. Este reclamo se encuentra en litigio ante los tribunales de Nueva York.
Boda real y viaje en Orient Express
Las autoridades rumanas sostienen que la pintura permaneció en el país hasta 1947, pero luego fue sacada “ilegalmente” por el exrey Miguel I durante un viaje para asistir a la boda de la reina Isabel II en Londres.
En su denuncia, el príncipe Paul, de 76 años, también acusa a Miguel I de mala conducta. Sostiene que el exmonarca cargó el cuadro y otros objetos de valor en dos vagones del Orient Express, para luego ocultar todo en las bóvedas de un banco en Zúrich, con lo que “prácticamente robó” la obra, según su sobrino.

Paul de Rumania —cuyo padre fue considerado durante años un hijo ilegítimo del rey Carol II, hasta obtener reconocimiento— nunca fue aceptado como miembro de la familia real.
Con ciudadanía británica, francesa y rumana, el príncipe reside en Francia para evitar una condena en su país por tráfico de influencias.
La empresa de Rybolovlev, Accent Delight, argumenta que los comunistas autorizaron a Miguel I a llevarse la pintura como incentivo para abdicar y salir del país sin provocar disturbios, debido a su popularidad.
“Histórica e insustituible”
Poco después de regresar, Miguel I fue obligado a abdicar y exiliarse en 1947. No volvería a pisar Rumania hasta 1997.

Posteriormente, vendió la pintura en 1975 al marchante francés Daniel Wildenstein, quien a su vez se la vendió a otros compradores, hasta que fue adquirida en 2010 por la empresa de Rybolovlev, actual presidente del club AS Mónaco.
El Estado rumano ya había intentado recuperar “San Sebastián” y otras piezas de la colección real, sin éxito hasta el momento.
No obstante, el gobierno insiste en que continuará su reclamo para recuperar una obra que considera “parte única del patrimonio cultural de Rumania”.
“Si esta pintura única, de importancia histórica e irremplazable, se vende antes de que Rumania pueda defender sus derechos de propiedad ante los tribunales, causaría un daño inmediato e irreparable al Estado rumano y a su pueblo”, escribió Marcel Ciolacu, entonces primer ministro, en una carta enviada a la Corte de Nueva York a comienzos de este año.
Fuente: AFP
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