Jack Nicholson no quería ir a los Oscar. Era 1976 y estaba nominado como “mejor actor” por Atrapado sin salida. La obra de Miloš Forman, que celebra su 50 aniversario con un reestreno en cines de Estados Unidos en el segundo fin de semana de julio, se había convertido en toda una sensación: fue la segunda película más taquillera de 1975, solo por detrás de Tiburón, y recibió nueve nominaciones a los Oscar.
Pero Nicholson no se sentía optimista. En cinco años, ya había sido nominado cinco veces. También había perdido cinco veces. Y le dijo a su productor, Michael Douglas, que no podía volver a pasar por eso.
“Recuerdo lo difícil que fue convencer a Jack para que asistiera a la ceremonia. Se mostraba muy reacio, pero conseguimos que fuera", cuenta Douglas. “Y luego, por supuesto, perdimos los cuatro primeros premios. Jack estaba sentado justo delante de mí y se reclinó en su asiento y dijo: ‘Oh, Mikey D, Mikey D, te lo dije, amigo’. Yo solo le respondí: ‘Aguanta’”.
Douglas, por supuesto, tenía razón. Atrapado sin salida acabaría arrasando en las “cinco grandes” categorías —guion, dirección, actor, actriz y película—, la primera película en hacerlo en 41 años (It Happened One Night, en 1934) y solo superada desde entonces por El silencio de los inocentes. Esa noche fue uno de los muchos momentos de reivindicación para una película que nadie quería hacer ni distribuir y que, literalmente, ha resistido el paso del tiempo.

“Este es mi primer 50° aniversario”, dice Michael Douglas. “Es la primera obra que produje. Tener una película tan duradera, de la que la gente saca mucho provecho, es una sensación maravillosa. Me trae muchos buenos recuerdos”.
La adaptación cinematográfica de la novela contracultural de Ken Kesey fue un momento decisivo para Douglas, un hijo de Hollywood que estaba estancado en la televisión y obtuvo un salvavidas para el cine cuando su padre, Kirk Douglas, le cedió los derechos del libro, y muchos de los entonces desconocidos miembros del reparto, como Danny DeVito y Christopher Lloyd.
DeVito fue, de hecho, la primera persona en ser elegida oficialmente para el reparto. Douglas, que lo conocía desde hacía casi 10 años, llevó a Forman a verlo interpretar a Martini en el escenario.
“Miloš dijo: ‘¡Sí! ¡Danny! ¡Perfecto! ¡Contratado!’“, dice Douglas con su mejor acento checo. “Fue un gran momento para Danny. Pero yo siempre supe lo talentoso que era”.
Un rodaje alegre
Aunque los temas de la película son desafiantes, a diferencia de muchas de sus contemporáneas de la Nueva Hollywood, el rodaje no fue en absoluto tortuoso. Hubo molestias (como que Forman se negara a mostrar los diarios al elenco) y pruebas más serias (a mitad de la producción se enteraron de que William Redfield estaba muriendo de leucemia), pero en general fue divertido.

“Nos tomábamos el trabajo muy en serio, porque Miloš se lo tomaba muy en serio. Y teníamos el material, la obra de Kesey, y el respeto por ella. No nos lo tomábamos a la ligera. Pero nos lo pasamos muy bien haciéndolo”, cuenta DeVito riendo.
Parte de ello se debe a que rodaron en un hospital estatal real en Salem, Oregón. Todos se alojaban en el mismo motel y por la mañana subían al mismo autobús para ir al set de filmación. Habría sido difícil no crear vínculos, y aún más difícil si no lo hubieran hecho.
“Había un compromiso total”, revela Douglas. “Eso ocurre cuando no vuelves a casa por la noche a tu propia vida. El primer día paramos para almorzar y vi que Jack apartaba su bandeja y salía a tomar el aire. Le dije: ‘Jack, ¿estás bien?’. Él respondió: ‘¿Quiénes son estos tipos? ¡Nadie sale de su personaje! ¡Es la hora del almuerzo y todos están actuando de la misma manera!’“.
Sin refutar el argumento de Nicholson, DeVito recuerda que él y el resto del elenco incluso preguntaron si podían dormir en el hospital.

“No nos dejaron”, comenta DeVito. “En el piso de arriba había personas con graves trastornos que habían cometido asesinatos”.
Un legado duradero
La película vuelve con una nueva restauración en 4K realizada por Academy Film Archive y Teatro Della Pace Films, con una introducción del crítico Leonard Maltin. “Es una copia magnífica y me recuerda lo bueno que era el sonido”, dice Douglas.
DeVito cree que “se mantiene muy bien, porque Miloš prestó mucha atención a todos los aspectos positivos del guion y la historia originales”.

Además de la sorpresa de “¡Dios mío, ¿tan viejo soy?“, DeVito admite que fue un tesoro formar parte de ella, y sigue viendo a sus viejos amigos, entre ellos Douglas, Lloyd y, por supuesto, Nicholson, que interpretó al protagonista, R. P. McMurphy.
Una persona que, en opinión de Douglas, no ha recibido la atención que merece por su contribución a Atrapado sin salida es el productor Saul Zaentz, fallecido en 2014. Su compañía discográfica, Fantasy Records, que contaba con Creedence Clearwater Revival, financió el proyecto, que comenzó con un presupuesto de 1,6 millones de dólares y acabó costando 4 millones. “Era un gran jugador”, define Douglas, y le salió bien.
Y cualquier resentimiento que pudiera haber existido entre Douglas y su padre, que interpretó a R.P. McMurphy en Broadway y soñaba con hacerlo en el cine, fue quizás exagerado. Al final, fue importante para su relación. “McMurphy es uno de los mejores papeles que cualquier actor puede conseguir, y ahora tengo la suficiente experiencia en mi carrera como para comprender que quizá tengas cuatro o cinco buenos papeles, papeles realmente geniales. Estoy seguro de que para mi papá ese fue uno de ellos”, dijo Douglas.

“No poder verlo hasta el final probablemente fue decepcionante por un lado. Por otro lado, ¿el hecho de que su hijo lo hiciera y la película saliera tan bien? Gracias a Dios que la película salió bien. Habría sido un desastre si no hubiera sido así“.
Douglas añade: “Fue un cuento de hadas de principio a fin. Dudo que haya habido algo que se le acerque. Ni siquiera mi Oscar al mejor actor años más tarde superó ese momento tan temprano en mi carrera".
Fuente: AP
[Fotos: AP Photo, File; Fathom Entertainment vía AP; y Rich Fury/ Invision/ archivo AP]
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